Capítulo 2

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Me quedé mirando la pantalla de mi celular esperando una respuesta, que al final nunca llegó. Abatida apagué la pantalla y preferí distraerme sentándome en la banca que estaba junto a mí donde pegaba la sombra de un árbol y ponerme a escuchar música. Cerré los ojos y me permití pensar en cómo sería mi vida si hubiese sido delgada desde joven; en primera, no hubiese tenido que sufrir el perder a mis amigas, algo que me pesaba mucho, ya que yo realmente las quería, siempre había soñado en pertenecer a un grupo con el cual salir a todos lados, juntarnos a platicar y tener con quienes compartir como me sentía cuando algo pasaba en mi casa o cualquier cosa en realidad y perderlo de golpe me causó una herida muy profunda, que, a pesar de tratar de dejarla en el pasado, seguía quemando como si hubiese pasado ayer, sobre todo porque ellas después de que me dejaron de lado, siguieron siendo un grupo y hacían todas las cosas que yo siempre quise hacer. También pensaba en cómo hubiese sido la primera vez que le dije al chico que me gustaba, tal vez no me hubiese rechazado de esa manera, o al menos hubiese sido más amable; yo siempre había sido muy amable y educada con él pero al parecer, eso no importa cuando te vez como yo me veo. Seguí pensando en todas esas cosas, dejando que mi imaginación volara en el "hubiese" que tanto anhelaba tener.
-Hola, ¿Qué estás haciendo?- Escuché que me decían mientras tocaban mi hombro.
Abrí los ojos de golpe y me quité los audífonos, frente a mi estaba Edward sonriéndome y con una ceja ligeramente encorvada.
-Holaa, nada más escuchaba algo de música mientras disfrutaba del fresco del día, ¿Y tú?- Le contesté mientras cruzaba mis brazos sobre mi abdomen. (Era algo que había comenzado a hacer hacía muchos años para cubrir cuanta panza se me veía).
-Pues, había venido con unos amigos para pasar el rato porque íbamos a irnos todos juntos en el carro de un amigo al cine, pero al parecer se canceló a última hora y como todos se fueron pasé a saludarte antes de irme.
-Ahhh, jajajajaja, muchas gracias por pasar a saludar, entonces mejor no te atraso más- dije mientras guardaba mi teléfono en el bolsillo y comenzaba a levantarme de la banca.
- No tengo mucha prisa realmente, ¿Te molesta si te hago compañía un rato? – Dijo mientras me señalaba la banca como pidiendo permiso para sentarse.
-Claro, sin ningún problema – Dije, mientras intentaba pegarme lo más posible al otro lado del banco para que el se pudiese sentar. Comencé a sentir de nuevo esas mariposas, siempre llegando en los peores momentos, pero intenté dejar de pensar en ello.
     Se sentó junto a mi, sacó su teléfono del bolsillo y cuando prendió la pantalla para ver la hora, de reojo pude ver que su fondo era negro. Tal vez no tenga novia, podrías tener oportunidad dijo una voz en mi cabeza y eso hizo que las mariposas que ya sentía revolotearan aún más. Que tonta me sentía por siquiera pensar en eso.
-¿Y que harás hoy Kirs? – Me preguntó mientras guardaba de nuevo el celular.
- No mucho, creo que solo vine aquí para distraerme y de ahí volveré a casa a perder el tiempo.- Dije mientras me mordía la lengua para no preguntarle el porqué no me había mandado mensaje. No era quien para reclamarle nada, hasta mucho era que me hubiese saludado.
- Te entiendo; por cierto, te quería pedir una disculpa por no haberte enviado mensaje, la verdad es que después de irnos de la cafetería, había querido hacerlo, pero no sabía que enviar y luego sentí que ya era muy tarde para hacerlo.
    Fue como si me hubiese leído la mente, pero al escuchar eso me hizo que sonriera para mi misma, ¡Había querido mandarme mensaje!, levanté un poco la vista y pude sentir como mi cara se sentía caliente, me estaba poniendo roja, traté de disimularlo soltándome el cabello para cubrir mis mejillas.
-No pasa nada, enserio, pero muchas gracias por la disculpa- Dije, intentando que no se escuchase la emoción en mi voz. – Al menos nos volvimos a encontrar por coincidencia- Dije con un tono risueño
-Eso veo, al parecer tengo una pequeña acosadora – Dijo mientras me empujaba de un modo juguetón el hombro.
    Me reí un poco, pero, ya no sabía que hacer, me estaba poniendo muy nerviosa, una parte de mi quería coquetear un poco, pero a quien engañaba, no sabía hacer eso, más bien, nunca lo había hecho. Opté por levantarme para irme, ya inventaría una excusa que pudiese sonar creíble.
-    Ya me tengo que ir, acabo de recordar que no dejé abierta la puerta al patio para mi gatita y si no, luego me hace un desastre en la casa, si no es que ya lo hice – Dije mientras intentaba alejarme.
-    No te preocupes, fue un gusto volver a encontrarme contigo, enserio, me gusta mucho hacer amigos nuevos. – Dijo mientras el también se levantaba de la banca.
Escuchar eso fue como si una corriente eléctrica hubiese pasado por todo mi cuerpo, amigos, que tonta me sentí por siquiera haberme imaginado que podría haber sido algo más.
-    Hasta luego Ed -Dije mientras me despedía con la mano.
-    Hasta luego Kirs, nada de estarme siguiendo eh, -Dijo mientras se iba del lado contrario.
Me di la vuelta y caminé hacia mi casa, absorta en mis pensamientos, ni me di cuenta que ya había llegado, solo hasta que vi el auto en la cochera me fijé. Metí la llave en la cerradura y cuando entré a la casa, lo que más temía había sucedió.
-¡Luna! ¡Cómo es posible que hayas hecho todo este desastre en tan poco tiempo! -Grité mientras veía como había tirado el control de la televisión de la sala al piso y se había orinado en medio de la sala.
Busqué a mi gata con la mirada y la encontré, bien dormida en el sofá de la sala.
-¿Estás cansada mamita?- Le dije mientras me acercaba a darle un beso en la cabeza. -Eres una ingrata, ¿Lo sabías?- Le reproché mientras me ponía a limpiar todo su desastre.
Unos minutos más tarde todo se veía limpio y ordenado, satisfecha subí a mi habitación para darme un baño rápido con agua fría para refrescarme y quitarme el olor a sudado. Me desnudé y como siempre, me miré al espejo, deseando poder tener unas tijeras mágicas que cortasen todo lo que no me gustaba de mi cuerpo y se viera bien. Me di un baño fresco y relajante, tanto así que lo que me hizo salir de la regadera fue el zumbido de mi celular que anunciaba había recibido un mensaje. Tomé la toalla y me envolví en ella, me sequé las manos y revisé mi celular, era una notificación de Edward, mi corazón dio un vuelco y sonreí mientras leía.
-    Oye, ¿Tienes planes el próximo viernes?
-    No, son vacaciones así que no tengo nada planeado más que perder el tiempo – Teclee nerviosa. Apenas se lo envié vi que lo leyó, lo que hizo que me pusiera más nerviosa aún.
-    Perfecto, ¿Hacemos algo ese día?
-     Sí, me parece bien. -Envié mientras daba un pequeño baile de alegría.
Salí del baño con una sonrisa de oreja a oreja, si bien él solo me veía como una amiga, ya era ganancia poder salir con él aunque fuese de esa manera. Me puse el pijama y estuve leyendo hasta que me quedé dormida con el libro en mano.

Desperté de la siesta improvisada sin saber la hora, estiré la mano para tomar mi celular, eran las 6 de la tarde, había dormido 5 horas. Me senté en la cama y me pasé los dedos por el cabello tratando de espabilarme un poco, tenía hambre, así que decidí bajar a la cocina y calentarme un pedazo de la lasaña que quedaba de hacía unos días. Pero esta vez, opté mejor por comer en la mesa del comedor, no pensaba volver a recoger lo que tirase mi gata, además de que clavarme el cristal me dolió como un demonio. Bien dicen que solo a la mala aprende uno.  Después de comer y lavar mis platos subí de nuevo a mi habitación, definitivamente esto de estar de vacaciones y no tener amigos es muy aburrido. Tomé mi celular y a pesar de dudar, decidí mandarle mensaje a Ed.
- Hola, ¿Qué haces? – Le envié antes de que pudiese arrepentirme de haberlo escrito. A los pocos segundos me llegó su mensaje.
- Nada, ando jugando videojuegos con unos amigos, ¿Y tú?
- Nada, solo ando aburrida.
- Es una pena saber que solo me mandaste mensaje porque te estás aburriendo, al menos yo te dije que salgamos.
- JAJAJAJAJA, cómo crees, solo estaba intentando sacar plática. – Envíe bastante apenada porque no sabía que más decir, tal vez había sido muy tonto haberle escrito.
- Estaba bromeando jajajaja, pues si quieres podemos platicar ahora que termine esta partida.
- No no, no te preocupes, estás divirtiéndote con tus amigos, no quisiera interrumpirles, pásenla bien.
- No es molestia, en unos 10 minutos estoy libre, ¿Te parece?
- Claro, me parece perfecto, me avisas entonces. – Envié mientras no dejaba de sonreír como tonta viendo al teléfono.
Finalmente, la parte de mi corazón que había estado reprimiendo la dejé salir, ¿Podría ser posible que estuviese coqueteando conmigo? O tal vez me había visto muy triste y patética que por eso estaba intentando hacerse mi amigo, todos estos pensamientos eran muy confusos, unos me hacían sentir emocionada y otros me lastimaban. Pero fuese como fuese, agradecía que estuviese intentando.

Después de los 10 minutos, tal como él había dicho, me llegó su mensaje.
-    Una disculpa por la tardanza, ¿Sigues despierta?
-    Si, aquí ando, ¿Qué tal estuvo?
-    Pues bastante bien, aunque en la última perdimos.
-    No me digas, que mal jajajajajaja.
-    Si,pero mejor, así ya podemos platicar.

Al leer ese mensaje, una pequeña lagrima corrió por mi mejilla, pero esta vez no era de tristeza; sonreí y ya no pude contener las lágrimas, no podía creer que estuviese llorando por algo tan tonto, pero, al final, ¿No es lo que todos queremos? Ser tomados en cuenta, y de una u otra manera esto era algo que yo siempre había querido, pero hasta este momento, nunca había notado cuando lo añoraba y cuánto esto me había afectado. Parecía ser que le había caído lo suficientemente bien como para que quisese seguir conversando conmigo. Decidí no centrarme en todas esas cosas y mejor disfrutar de los inicios de una nueva amistad, aunque yo realmente quisiese que esto llegase a ser algo más.
Después de esa noche, platicar entre nosotros durante el día comenzó a hacerse costumbre, tanto así que esperaba con ansias las notificaciones de él; gracias a eso mis días comenzaron a ser un poco más alegres, ya no me sentía tan sola; había olvidado lo bien que se sentía tener un amigo con quien conversar durante el día y decir puras tonterías para hacer reír al otro.  Tristemente mis días se vieron opacados cuando vi la camioneta del aeropuerto en la entrada de la casa, mucho me había durado el gusto de estar sola y tranquila, ahora que ya estaban mis padres de vuelta en casa, todo sería como antes, incómodo y tenso.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2023 ⏰

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