𝖨𝖦𝖭𝖠𝖢𝖨𝖮 𝖬𝖠𝖳𝖨́𝖠𝖲 𝖲𝖯𝖠𝖫𝖫𝖠𝖳𝖳𝖨.
Me encontraba en mi cuarto, mirando mi serie, mientras comía unas papas, desde arriba se escuchaban los gritos de mi hermano y sus amigos que habían estado jugando al fifa toda la tarde, bah, que digo toda la tarde, Ignacio estaba metido en mi casa hace ya tres días desde que se fueron mis papás a Brasil.
Yo no había cruzado palabra alguna con ninguno de los dos, no los soportaba cuando estaban juntos, no me dejaban tranquila.—¡Pedazo de puto!, ni un gol me pudiste hacer— Gritó el morocho burlándose.
—Callate gil, no juego más— Respondió Joaquin y seguido de eso escuché una carcajada por parte de Nacho.
Rodé mis ojos y me levanté de la cama ya harta de escucharlos gritar, abrí la puerta y me asomé a las escaleras.
—¿Pueden cerrar el orto? Pajeros— Les grité y ellos se dieron vuelta a mirarme.
—Dejate de joder, Martina pelotuda— Me dijo Ignacio y yo bufé.
—Joaquin, más te vale que este pelotudo se vaya hoy mismo o le voy a contar a mamá que no hiciste nada— Amenace a mi hermano y él mordió su labio, sin prestarme mucha atención.
—Sos una histérica, tini tini tini— Volvió a hablar Nacho, yo lo miré enojada, odiaba que me haga ese chiste.
Yo solamente bufé y volví a mi habitación, dando un portazo.
Estaba harta de Ignacio y sus chistes, de las cargadas que me comía siempre que venía a casa, le encantaba descansarme, y yo no lo soportaba, detestaba tenerlo cerca.
Tomé mi celular que estaba sonando y pude ver reflejado en la pantalla el nombre de Camila, mi mejor amiga.—¿Qué querés?— Pregunté llevando el aparato a mi oreja y ella rió bajo.
—¿Así de mal me hablas?— Dijo ella —Nada, esta noche vamos al boliche sí o sí, así que para las doce te quiero lista— Terminó de hablar y yo bufé, no tenía ganas de salir.
—No quiero pero ya te cancelé el finde pasado, así que te llamo cuando esté lista— Le respondí y pude escucharla reír.
Sin dejarla responder, corté la llamada, dejé mi celular arriba de la cama y me metí al baño para tomar una ducha.
Cuando terminé, volví a mi cuarto y miré la hora, ya eran las ocho de la noche y tenía que comenzar a prepararme ya que me demoraba bastante.
Sequé mi cabello, lo planche, me maquille y finalmente me puse a pensar en que podía ponerme.
Rápidamente me decidí al ver colgado en mi placar un vestido rosa flúor que nunca había usado, esta era la oportunidad perfecta.
Me miré al espejo e inconscientemente sonreí, me gustaba como me quedaba, algo bastante complicado en mi. Terminé de completar mi outfit con unas bucaneras negras que se había olvidado Camila en mi casa la última vez que salimos juntas, pero como lo suyo es mío y lo mío es suyo, no dudé ni un segundo en usarlas.
Tomé una cartera negra con brillos y metí en ella un poco de plata, mi perfume y algo de maquillaje.
"Ya estoy" teclee en el chat de Cande y guardé el celular en la cartera, para luego salir de mi cuarto y bajar las escaleras con cuidado.