La hermosa chica de pómulos altos recibe su retrato con una brillante sonrisa, tomando la hoja con ambas manos y una amable reverencia.
Spreen se despide agitando su mano manchada de grafito por un costado, sin abandonar su rostro esa sonrisa orgullosa. Cuando Elisa aceptó ser dibujada e incluso pidió ver el resultado más tarde, al pintor le brillaban los ojos, porque esa chica irradiaba tanto brillo, su voz rasposa y tonos bajos junto a ese largo cabello rubio anaranjado cautivaron los ojos de Spreen, quien no resistió tejer entre el cabello de su dibujo, flores de naranjo.
Un rotulador marrón y mucha paciencia, junto a lápices blancos y de tomas naranjas terminaron el dibujo y, su musa de esa tarde, se fue dejando una bonita sonrisa como paga.
Vegetta se despide de ella deseándole una buena tarde junto a su siempre amable "¡Gracias, vuelva pronto!" desde detrás de la barra. La taza vacía a un lado de Spreen descansa sobre un plato de porcelana y ya es hora de irse, porque además de ser demasiado temprano para su salud, ya no encuentra nada más que hacer en la cafetería.
-Me voy a dormir- declara Spreen estirando sus manos con los dedos entrelazados hacia arriba, un bostezo largo y varios parpadeos bajo las gafas -No debería ni siquiera estar despierto...
Vegetta se rie, melifluo y bajito, mientras acciona la palanca de la cafetera para servir un Irlandés. -De hecho fue muy extraño verte aquí tan temprano, tu no despiertas antes del medio día jamás.
-Pero algo me llamaba a venir- De pie, el azabache recoge sus lápices, cierra su bloc y recoge la viruta de la mesa -Y mira, te dije que soñé con naranjas y me llamaste loco.
-Sostengo lo dicho, su cabello era rubio.
-Rubio anaranjado.
Antes de que el barista objete contra el aparente daltonismo de su amigo, la campanita repiquetea sobre la puerta de entrada, llamando la atención de ambos hacia esta, por la que va cruzando el mismísimo Juan.
Lleva una camiseta holgada de algodón color azul cielo, pantalones de mezclilla y tenis blancos. Su cabello castaño tan alborotado cómo Spreen recuerda y como tanto le gusta, enmarcando su rostro de esa brillante sonrisa.
-Me alegra encontrarte- Juan se mete las manos a los bolsillos traseros, mirando solamente a Spreen, al grado que Vegetta se siente sobrante y prefiere retirarse en silencio, sonriendo.
-Estás de suerte, nunca vengo aquí en la tarde- Spreen corresponde esa sonrisa, ajustando la correa de su mochila estampada de los super héroes de DC Comics sobre su hombro -También me alegra verte...- lo último lo dice más bajito, con su puño rodeando la correa de su mochila que cruza su pecho y los dedos encogidos bajo sus mocasines negros sin calcetines.
Juan se aclara la garganta y sus talones suben, jugando nervioso mientras trata de hilar una frase entera -Yo, bueno, hm, vine a buscarte...
-¿Buscarme?- los ojos delineados brillan bajo las gafas, Spreen empuña la tela de su pantalón a cuadros bajo sus dedos, su corazón latiendo rápido.
-Sip- una nueva sonrisa resplandece en su rostro y Spreen trata de corresponder, nervioso. Juan está buscando algo entre sus bolsillos, torciendo los labios. -Tengo...¡aquí está!- y sujeta orgulloso entre sus dedos, una tarjeta -Una membresía para el Bubble Tea y hoy sirven mi favorito.
Spreen se ríe bajito, mirando la tarjeta -Suena como que eres un cliente importante.
-En realidad, no- el chico se encoge de hombros -Aparentemente, solo hace falta ir una vez para que te la den- la suave risa de Spreen le genera una enorme sonrisa a Juan, quien mira hacia abajo al pelinegro. -¿Aceptas ir conmigo?
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pinceladas sabor chocolate ★ spruan
Fanfic❛ 𝘀𝗽𝗿𝘂𝗮𝗻 | spreen pasa sus tardes buscando musas en un café cerca del estudio que le sirve como hogar. siempre pidiendo un café americano con dos de azúcar, una cámara en mano y un lapicero junto a un bloc de notas. juan entra al mismo café de...