Italia, 1958.
Habían pasado dos años desde la última vez que Irene y Valak se enfrentaron, los días fueron tranquilos para la joven monja, regresó a Italia y continuó sirviendo a Dios con gran fervor. Todo cambió una fría noche de octubre, el viento azotaba con fuerza y la oscuridad parecía una niebla densa inundando el convento. Irene saltó de la cama, estaba exaltada y con sus ojos bañados de llanto «Sólo fue un sueño» «No pasa nada», trataba de autoconvencerse.—¿Pasa algo, hermana? —Preguntó preocupada la hermana Debra encendiendo la lámpara.
—He tenido una pesadilla, es que todo —dijo Irene para tranquilizar a su compañera de dormitorio.
Debra no insistió con preguntas, colocó su mano suavemente sobre la de Irene y la acompañó mientras se tranquilizaba.
—¿Esa pesadilla tiene algo que ver con Valak?
—Si... Y con Maurice -aseveró preocupada. —él estaba ahí, al fondo de un largo pasillo, bajo la luz de una opaca lámpara que me permitía verlo entre la oscuridad circundante, de pronto aparecieron las huesudas manos de Valak posándose sobre sus hombros, la monja demonio lo arrastró consigo hacia la oscuridad, desapareció, no pude hacer nada para salvarlo... Ahora tengo miedo de que Maurice esté en peligro.
—Hermana, tenga sosiego, ambas vimos a Valak arder en llamas y desaparecer, no puede hacer más daño.
—Hermana Debra, algo maligno se quedó en Maurice, lo presiento.
—Hay que orar -sugirió Debra.
Ambas monjas rezaron hasta que Irene recobró completamente la tranquilidad y se sintió lista para volver a dormir.
Francia.
La tarde de aquel domingo pasaba, era soleada pero templada, mientras Maurice revisaba sus cultivos de tomate, en una recién adquirida granja, sintió un fuerte espasmo en el vientre, se dobló del dolor e inevitablemente cayó al suelo, se levantó la camisa y miró en su abdomen, aparecer bajo su piel, una cruz invertida.—Maurice ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —Gritó Sophie quien recién aparecía en el horizonte.
Sophie llegó hasta donde Maurice yacía, el francés no quería preocupar a la hija de su ya esposa, Kate; así que reprimió su dolor y terror.
—Todo está bien, pequeña -pronunció.
—Mamá me ha enviado para avisarte que la comida está lista, ven a acompañarnos.
Maurice y Sophie caminaron a casa, en medio los rojos sembradíos, entre las pláticas fugaces y las risas, Frenchie escondía sus verdaderos pensamientos, no se iba de su recuerdo lo que sucedió hacía un rato, no era la primera vez que le sucedía y cada vez era más frecuente la aparición de cruces invertida bajo su piel, llegaban repentinamente entre infernales dolores, y no sabía cuanto más podría ocultárselo a su nueva familia.
Después de la comida, Sophie había vuelto al internado para comenzar clases el lunes temprano; después de dejarla, Kate y Maurice regresaban en el vieja Ford pick up.
—Gracias por ser como un padre para ella —dijo de repente Kate, refiriéndose a las atenciones de Maurice hacia Sophie.
—No tienes que agradecer nada, gracias a ti por darme la oportunidad de tener una familia... Aunque sea sólo una mentira piadosa para la sociedad.
Hacía unos meses, Maurice y Kate se casaron para guardar las apariencias y por mutua conveniencia. Kate necesitaba darle a Sophie una figura paterna y un hogar lleno de amor, Maurice necesitaba ese apoyo incondicional e intuición de mujer mientras echaba a andar la granja tan próspera que siempre quiso tener.
La camioneta se detuvo a las afueras de la granja y la supuesta pareja bajó, ya no había besos ni abrazos como cuando estaban frente a Sophie, cada uno iba por un camino diferente, al entrar a casa seguían siendo amigos, no esposos.
ESTÁS LEYENDO
La monja 3
FanfictionLa hermana Irene tiene una horrible visión sobre el destino de Maurice, está decidida a evitarlo, para ello deberá encontrar una reliquia sagrada aún más poderosa para acabar definitivamente con Valak y salvar a Maurice de su desafortunado final que...