Después de la tormenta viene la calma. Era una buena línea, pensó, casi firme en su ritmo y suave.
Se le había ocurrido mientras movía su cuchara en su desayuno esta mañana, irrumpió en su mente justo cuando el cubito geométrico de azúcar había caído. No tenía idea de qué hacer con él: ¿hacer qué? sólo tenía un pequeño cajón cerrado polvoreado en la pared de su antigua-actual sala, por lo que no tenía un tocadiscos que le dijera qué pensar o le preguntara cómo se sentía, ni músicos brillantes, ni plantas de mirada tranquila y amables. Tampoco matones rebeldes de buen corazón que escuchen.
Los hubo, por supuesto. El caballero que conoció cerca del inicio, que le habló del cambio constante de la tierra: no puedes meterte dos veces al río, dijo. La mujer que tocó su mano jugando con sus venas de color, mientras pintaba sus ojos de negro. El cantante que engatusó su corazón con su voz, el único que lo llamó amor; aunque en su mayoría, después de verle cambiar de peinado en los 80's: Era también la única persona en un radio de 200 millas que había colaborado con Freddie Mercury.
El hombrecillo que traía sus pedidos del supermercado. El trozo de caña que se movió lo suficiente para dejarle un poco de dulzura para su café; quizá con ayuda de uno de esos osos blancos que no pudo participar en su creación: una lástima, se le hubiese ocurrido algo mejor.Esta suposición no fue ni el primero ni el peor de los errores de Crowley, de sus equivocaciones. Ahí está otra vez el divino, brillante, confuso, difuso. En el inicio se había equivocado, ¿no? Las manos llenas de luces, la boca derramando modales y chistes de estrellas. Por favor y bonito y cómo y sí, educados y desatados, no pecadores y abandonados. Salió de las manos de Ella con los pies por delante, su primer acto fue una brecha, (con el pie equivocado). Fue, sin embargo, lo que lo mantuvo en silencio durante la interminable e inevitable rotación del día alrededor de la creación. Justo en la que sería hoy, hora de desayuno.
Desayuno; una cosa pequeña, para cualquier hombre acostumbrado a vivir. Huevo, pan, fruta. El café que bebe cada mañana y que se cuaja en su boca, lo reseca al beberlo. Lo toma claro, limpio y amargo desde que sintió el peso de la gravedad entre sus piernas y brazos. Oraciones y sentencias repetidas en su cabeza. (En el cielo había tenido el casco lleno de dulzura y la caída - desayuno- se había quedado en la lengua, picando).
Algunas mañanas, alguien desayunaba con él. Hoy estaba solo (el silencio cambió). Había estado solo la mayoría de las mañanas, la mayor parte del tiempo. Creía que era su estado natural: estar solo. Caminaba con la vista tan fija al frente, por miedo a mirar de más, que sintiera algo si miraba a otros ojos.
-¡Bien! -. Lo dijo en voz alta y enfáticamente, una caída de agua y una línea rompiéndose. Resonó en el interior de la tacita vieja. Resonó en la habitación vacía e hizo un débil esfuerzo por agitar las cortinas. Resonó en los huecos detrás de sus dientes, su boca como un casco vacío, sólo la carencia más dura que raspaba el barril en el centro de él.
La habitación no dijo nada, excepto lo que él le había dado (una broma, sus muchas décadas, un recuerdo del cielo. Ya nada).
Un gran reloj marcaba su tiempo en el pasillo. Es una época normal y no sonaron alarmas.
En este punto, un observador cuyos ojos estuvieran dispuestos a mirar más allá de pequeños algodones en sus plumas, podría haber notado tres cosas:
Primero, el hombre-no-hombre no estaba solo. En un rincón de la habitación, un termo con decoraciones cuadradas se quedaba quieto y parecía quemar la mesa donde estaba.
En segundo lugar, el hombre-no-hombre (a pesar de la fuerza de su voz y el efecto tranquilizador del desayuno) había estado llorando. Sollozos agitados, como un bebé envuelto en pañales. Había un montón de sal en sus manos.
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de sonidos fantasmales, tristezas profundas / Good Omens.
Short StoryEn este punto, un observador cuyos ojos estuvieran dispuestos a mirar más allá de pequeños algodones en sus plumas, podría haber notado tres cosas: Primero, el hombre-no-hombre no estaba solo. En un rincón de la habitación, un termo con decoracione...