Remembering

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Samantha

Cuando tuvimos nuestro "despertar" por decirlo de una manera, fue realmente extraño, eramos unos "niños" de seis años, con la mentalidad de unos adultos de veintinueve años, si contamos los seis que fuimos "niños" claro. Nos fue tan extraño el poder razonar como adultos, nos dimos cuenta que las personas que la chica destino nos dio como padres, eran unos incompetentes, el que era mi padre nos abandono cuando nací y la que era mi madre me dejo cuando tenia diez; Andrew solo tenia al que le dieron como padre y también lo abandono a los diez.

-Hey. -me sonrió al entrar a mi habitación.

-Hey. -le devolví la sonrisa.

Desde que tuvimos todos nuestros recuerdos, comenzamos con los entrenamientos, la señora destino nos apareció muchos grimorios, libros de las sombras, entre otros escritos, ambos nos concentramos en controlar nuestra magia, nuestros poderes y también aprendimos muchas artes marciales, un amigo del que era padre de Andrew nos dio entrenamiento de Marine y creanme, no somos débiles.

-Algo me llama al bosque. -lo mire de reojo.

Beso mi frente y asintió.

-¿Crees que sea otro compañero? -me miro con curiosidad.

Negué y después alce los hombros.

-No lo se... -lo vi durante unos segundos. -Mejor hagamos los anillos pendientes, Slater ya nos contacto y con el vamos a ganar mas dinero. -le Sonreí.

-Me gusta esto de exprimir a los sobrenaturales. -me guiño el ojo.

Me reí por eso, encuentra la debilidad de un sobrenatural y explotala al máximo.

-¿No es extraño que vivamos en Beacon Hills y aún no conozcamos a Stiles o a Scott? -lo mire curiosa.

-La señora destino sabrá porque aún no los ponen en nuestro camino. -levanto los hombros.

Asentí, tiene un punto.

-Lo único que no me gusta es volver a tener las hormonas de diecisiete. -hice una cara rara.

El soltó una carcajada y asintió.

-Yo no me quejo, todo lo contrario, te puedo ayudar. -subió y bajo las cejas.

Me reí y le di un leve golpe en el hombro.

Un rato después terminamos los anillos, mañana los llevaríamos y también mañana comenzamos la preparatoria, de nuevo.

...

Me desperté de golpe, no podía enfocar bien la mirada, gire un poco y ví a Andrew abrazando mi cintura; por alguna razón me levante y salí de casa como si estuviera hipnotizada.
Mis pies tenían vida propia, no sabia a donde me dirigía, solo se que ese sentimiento que me llamó hacia el bosque, es lo que estaba actuando. Mi cabeza estaba en blanco, no tenía idea a que ni a quien andaba buscando... solo sentía que el tiempo se me acababa. Quería correr pero mis piernas en modo automático avanzaban sin dejarme otra opción. A pasos lentos y seguros.

Por otro lado, el bosque estaba oscuro, cubierto por una manta de neblina y un frío que calaba hasta los huesos. Mi cabello se mecía con el aire y me hacía sentir en un constante nirvana; como si este fuese mi destino. Cerré los ojos siguiendo el movimiento de mis pasos y sonreí agudizando todos mis sentidos.

A lo lejos escuché jadeos y respiraciones agitadas, sus pasos eran inseguros. Escuché como se aplicaba el inhalador a cada rato por el miedo que le tenía al bosque.
Abrí los ojos y escuché como se acercaba una estampida. Me escondí detrás de un árbol mientras los animales escapaban. Me asomé y habían derribado al sujeto que llevaba tiempo escuchando. Lo miré de pies a cabeza. Era como observar a una hormiga sin saber cuales serían sus siguientes movimientos.
Lo seguí escondida de árbol en árbol.

Mi corazón latió más fuerte.
Y mi cuerpo sufría de una excitación cada vez más grande. Lo que estaba buscando se estaba acercando. Mi olfato se agudizó... mi nariz captaba la presencia de un animal, el olor de su pelaje era incomparable, el aire que salía por su boca y entre sus colmillos. No estaba segura de qué animal se trataba. Andaba buscando al chico.

Seguí observándolo, alumbró con su teléfono el suelo y para su desgracia se encontró con un cuerpo desmembrado. Se asustó y fue a dar cuesta abajo. Di saltos acercándome a él y a la excitación que me tenía dominada. El animal estaba cerca.
El chico dejó de caminar.
Me detuve.
Giró la cabeza y se encontró con el animal, igual lo vi. Mordí mi labio inferior con la cara llena de risa.
Acto seguido... el animal se lanzó contra el chico y no hice nada más que observar la escena.
Lo mordió y lo dejó escapar.
Mi respiración estaba muy agitada y respiraba por la boca. El animal comenzó a olfatear y giró su cabeza a mi. Me escondí detrás del árbol con una sonrisa esperando a que me encontrara. No estaba asustada, todo lo contrario.

Cerré los ojos y escuché sus pisadas.
Se acercaba por el lado derecho; me fui girando por el lado contrario. Le vi la parte trasera y me cambié de árbol, zigzagueando, probando sus sentidos, que tan buen rastreador era. Me comenzó a seguir los pasos, revisando todos los árboles, gruñía por no dar conmigo.
Reí e inmediatamente cubrí mi boca.
Me giré en busca de él por un costado del árbol, ya no estaba. Típico de las películas de terror.
Sabiendo dónde se encontraba di pasos en reversa sintiendo el calor emanar de su cuerpo. Mi cuerpo tocó el suyo y esta vez no se trataba de un animal. Estaba segura que era una persona.
Me quedé estática.
Su nariz bajo por mi cabeza, por el costado derecho, olfateando desde mi oreja hasta mi cuello. Jadeé bajito con los ojos cerrados.

Sus pies comenzaron a caminar, pasaron por mi lado derecho... sus ojos conectaron con los míos y desde ese momento no pude desviar la mirada. Me rodeó una vez y su mano agarró mi brazo. Miré su gesto. Mi otra mano fue a parar a su pecho, que, por cierto... estaba desnudo.

Con movimientos lentos acerque mi rostro a su abdomen y aspiré su aroma. Fui subiendo lentamente llenándome de ese olor tan increíble.
Gruñó y en un movimiento me tenía sentada sobre sus caderas y pegada contra el árbol. Había sido brusco. Mi espalda recibió todo el golpe pero no me dolió. Es más, su cuerpo estaba tan excitado como el mío, pude sentirlo.
Acercó su rostro al mío y mostrándome sus intimidantes dientes de animal me gruñó otra vez:
Quién eres.

No le quise decir nada.
No quería que escuchara mi voz todavía ni mucho menos que me sonara emocionada.
Mordí mi labio y negué con la cabeza sin quitarle la mirada, diciéndole: "nadie" como respuesta a su pregunta.
Acerqué mi mano a su rostro y con mi dedo índice acaricié su mejilla. Subió su mano bruscamente y agarró mi muñeca sacando lentamente sus garras y una a una la fue metiendo en mi delicada piel.

Nos miramos y sin más, él dio el último empujón escondiendo sus dientes filudos.
Sus labios fueron a parar a los míos y nos fundimos en un beso ardiente. Desesperado. Acelerado.

Mordí su labio hasta sentir correr sangre, no lo solté hasta que fuertemente me bajó de sus caderas y me dejó libre. Di una risita y salí corriendo sin mirar atrás. Me sentía como una niña jugando a los "pillados" en la calle, o "atrapadas", como suene mejor.

El viento mecía mi cabello y sabía muy bien que aquel olor lo traería detrás de mi hasta la casa.
Reí y recordé al chico que había mordido, ¡se trataba de Scott puberto! ¡Madre mía, tremendo chisme que Andrew se desayunaría!

Llegué a casa con los pies rotos por haber corrido por el bosque descalza, sudada por haber zigzagueado a través de los árboles y con el corazón a mil por sentir a la bestia tan de cerca.
Al estar a centímetros de la puerta me giré pero él ya no se encontraba.

Bring Me To LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora