S I N H A M B R E

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Habían pasado como cinco días desde tal suceso con Ron, y parecía no haber algún cambio. Parecía.

Pero esa mañana, prometía ser el inicio de un gran caos.

Estaban desayunando, otra vez, y luego Ron dijo lo inimaginable:

— No tengo hambre, mamá.

A Molly, se le cayeron los vasos con juego de calabaza; Arthur, escupió el juego que estaba tomando y salpicando a todos; los gemelos, que estaban comiendo, empezaron a toser; Ginny y Potter se detuvieron, antes de que sus comida llegará a sus bocas, procesando las información y Granger, ella fue la primera en levantarse y confrontar a Ron.

— ¡Ron! — fue casi un grito, que se llevó el aire cuando fue ella la que captó toda la atención de la mesa —... ¿Qué te está pasando?. Tú sabes que te- todos te queremos y... Nos preocupas, y hablando por todos, la razón de tu extraño comportamiento, es el mensaje que recibiste hace unos días.

Ron, puso una mala expresión de enojo en su bella cara — ¿De qué hablas, Hermione?.

— Lo que dice Hermione es cierto, Ron. Desde lo de la carta, te has comportado raro. — Ginny afirmó lo dicho por Granger, levantándose de su silla.

Ron, hijo, nos preocupamos por ti. — Weasley Padre, aún sentado, miro directamente a los ojos de Ron.

Sabemos... — Empezó George.

— ... Lo que tienes. — Finalizó Fred.

Potter siguió sentado en la mesa, dejando su desayuno, con temor de hasta donde crecería está discusión. Limpiándose la cara del jugo de calabaza que escupió el Sr. Arthur.

¿Qué es lo que tiene?. — Preguntó Granger.

¡Silencio!. — Por fin, Weasley Madre intervino.

Ignorando todo peligro, Ron dijo: — No tengo nada, Hermione. Déjame en paz, ¿Quieres?. — Gruñó Ron con fastidio.

Ron se levantó de su asiento y se retiró corriendo del Comedor, llendo directamente a su cuarto.

— ¡Ron, espera!. — Potter lo siguió, igual corriendo, hasta entrar al cuarto con él.

Abajo, Molly seguía gritando y ordenando que Ron y Harry bajarán.

Ron... ¿Hay algo que no sepamos... Ni siquiera yo?, ¿Por qué solo los gemelos saben. — Declaró Potter, con temor y timidez.

Pero su única respuesta fueron las lágrimas de Ron, así que lo dejo en paz. Solo. Fue abajo para disculparse con la señora Molly, y si es posible, guardarle algo del desayuno a Ron para más tarde.

Mientras tanto, Ron seguía llorando debajo de su manta, en su cama; pensando, en que solo es el inicio de su cambio. Mañana le pedirá a Granger que lo ayude a establecer una dieta.

Valía la pena todos sus sacrificios, aunque su estómago rugiera, no probaría otro bocado de comida.

Para mantener su mente alejada, fue en búsqueda de sus libros en su baúl, cualquier materia estaría bien. Luego le pedirá a Granger que se lo traduzca.

Las Actitudes Preocupantes de Ronald WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora