El viejo los miraba divertido: un porquero montaba un bellísimo caballo blanco, en una mula iba su esposa, sus hijos sobre cerdos y perros, y a su alrededor una multitud los rodeaba como si fueran reyes y príncipes. Esta nueva realeza imitaba el porte de los nobles. A lo lejos, algunos nobles se habían unido a la fiesta, e iban a pie, con ropas sencillas; se apartaban; pero respetaban al rey porquero. Una mujer iba azotando a su esposo con un cinturón, mientras otra llevaba escudo y espada y presumía altanera su valor de caballera. La música, los bailes y juegos inundaban la villa; los comerciantes compraban y la gente vendía. Unos niños regañaban a sus padres por su mal comportamiento, y otros se vestían ropas de capitanes; para algunos niños el carnaval era todos los días.
El viejo se reía y aplaudía en ocasiones. Le gustaba ver a la gente, y a veces hasta bailar y jugar con ellos, con quién fuera y cómo fuera. Después de todo, él podía hacer lo que fuera. Una anciana la pasaba sensacional, casi todos los días la gente contaba que era una bruja; en cambio, ese día, la mujer podía ser una más. La cerveza y el vino abundaban, así como la buena comida. Lo mejor era que ese día no tenían porque guardar compostura: todo el mundo podía emborracharse hasta desmayarse, y comer hasta vomitar. Por supuesto, no faltaban las mujeres y hombres jóvenes desnudándose; ese día no había límites para follar.
Se contaron algunos robos y asesinatos. En esas fechas toda ley desaparecía. No obstante, la fiesta seguía. Era el inicio de temporada de cosechas, y debían aprovechar la abundancia para festejar.
Terminó entonces otro día de carnaval. Los campesinos y nobles, tumbados sobre la paja, reposaban en el mismo sitio; los niños trataban de despertar a sus padres para volver a casa; la mujer caballero le devolvía sus armas al herrero, y éste último salía a toda prisa de la cocina.
El viejo salió de la villa para regresar a su hogar. Pensaba en el rey porquero, y en el propio rey, y reía. No los envidiaba; él siempre estaba a la altura del rey. Volvía a los bosques, a su día a día de soledad y libertad.
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Sueños en el tiempo
FantasyMe alegra verlos por aquí. Llevaba tiempo esperándolos ¿Qué hago aquí? Ordenando los manuscritos ¡Son tantos! Esta biblioteca está muy desordenada. Tenemos relatos de fantasía, terror, amor, melancolía y tanto más. Algunos ya fueron subidos al blog...