Epílogo.

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2 años después.

Deslizó sus manos por su cabello tratando de calmarla. Las pesadillas eran su nuevo enemigo. Alice parecía no tener descanso.
Thomas soltó un gran suspiro y se levantó a buscar un vaso de agua. Maldijo al sentir el frío en sus pies pero siguió a pesar de eso. Nada lo detenía cuando ella necesitaba algo.
Llenó el vaso con agua y volvió a la habitación.
-Aquí tienes, cariño.
Alice sintió el agua deslizándose por su garganta y cerró los ojos tratando de relajarse.
Se sentía tan mal por haber despertado a Thom. Era como la décima vez que sucedía. Antes, cuando no vivían juntos, las pesadillas solo la despertaban a ella y nadie más.
-Lo siento -susurró con la voz ronca debido a los gritos.
Thomas simplemente sonrió. No tenía que lamentar nada, no le molestaba en absoluto. Es decir, a cualquiera le molestaría despertar con el corazón en la boca a eso de las 03:00 am debido a los gritos de alguien, pero cuando el amor estaba de por medio las cosas se suavizaban.
Volvieron a tomar su posición habitual (Alice en el lado derecho y Thomas en el izquierdo, ambos abrazados entre sí con las piernas entrelazadas y juntos a más no poder) y cerraron los ojos.
Él se durmió fácilmente, ella se quedó despierta unos minutos más. A veces le costaba reconciliar el sueño. Cuando eso sucedía se dedicaba a pensar en Thomas y de una forma casi mágica lograba sentirse en paz. Las pesadillas huían cuando ella era feliz.
Su historia no era única, ni mágica, ni de cuento de hadas. Su historia era una historia y nada más. Y una historia... es para siempre.
Ellos eran para siempre.
Su amor, un amor tan fuerte, crearía cosas maravillosas.

***

Al día siguiente, Thomas se despidió de ella con un beso y se subió a su auto. Trabajaba en el estudio de Julie, reemplazándola mientras ella se tomaba unas vacaciones en alguna playa repleta de solitarios millonarios.Esa mañana debía continuar con la sesión de fotos de Elyra, una joven de 18 años con un futuro asegurado en el mundo de la moda.
-¡Hola, Thom! -la energía que ella siempre emanaba le parecía irreal. Anormal. Pero cuando lo pensó bien se dio cuenta de que era debido a que Alice jamás había emanado esa energía.
-Hola, Elyra -lo miró atentamente, frunció el ceño y soltó un suspiro. Elyra lo entendía todo con una simple mirada.
-¿Pesadillas? -asintió-. ¿Has pensado lo del psicólogo?
-Ella no está loca.
-Loa psicólogos no son para gente loca, Thomas. Ella pasó por muchas cosas.
-Lo sé -susurró frustrado-. Ella no quiere, no la obligare.
-Oye -se acercó y lo miró con un brillo en los ojos-. Tengo una súper idea que te encantará.
Él dudó. Elyra podía llegar a ser extrema.
Ellos dos se conocieron hace un año atrás, en una sesión de fotos. Thomas admitía su belleza, pero esa belleza no le producía nada. La de Alice lo dejaba sin respiración.
A veces>, pensó esa noche mientras manejaba a casa, la vida nos pone pequeños ángeles en el camino. Ángeles que nos iluminan el camino por el cual debemos ir.>
Alice estaba triste y lo notaba. Cuando salió del hospital nada volvió a ser lo mismo. Las cicatrices se habían borrado pero no del todo y ella misma se torturaba en sueños. Tenía miedo de que algo como aquello volviera a suceder. No, tenía miedo de que algo malo sucediera. No podría afrontarlo. Se sentía tan frágil y rota que ningún pegamento uniría sus partes.
Lo siento, mamá. No podré lograrlo jamás>, pensó.
-¿Alice? -la voz de Thomas la hizo salir de sus pensamientos y con una pequeña sonrisa se puso de pie.
-Hola -susurró. Había recuperado su voz, pero seguía siendo amante del silencio.
-Te traje un pequeño regalo.
Ella lo tomó entre sus manos y miró el pequeño sobre con curiosidad. Lo abrió y encontró 2 boletos de avión para Venecia.
-¿Venecia? -lo miró con emoción.
-Si, y no sé si no lo has notado pero son pasajes de ida. No hay vuelta, Alice.
-¿Qué? -Thomas se acercó y tomo su rostro entre sus manos.
-Necesitamos un nuevo comienzo.
-Pero, ¿y Julie?
-La visitaremos todas las veces que quieras. No quiero alardear pero mi familia tiene mucho dinero y parte de ese dinero es mío. Hablé con ellos y confesaron tener una casa en Venecia. Accedieron a regalarnosla siempre y cuando tengamos las puertas abiertas a ellos.
-Uhm, creo que mejor nos quedamos -bromeó. Thomas rió y entrelazó sus manos.
-Te amo y si quieres la luna te la daré. Te daré lo que me pidas.
-¿Qué tal un beso? -ambos sonrieron y se unieron en un beso. Las manos de Thomas no soltaron nunca las de Alice y percibían el calor de sus corazones.
Se amaban de una forma tan fuerte que nadie ni nada podría alejarlos jamás.

***

Una semana después y luego de una triste despedida con Julie, ambos subieron al avión y, al llegar a Venecia, Alice volvió a tener paz. No... Alice sintió paz por primera vez.

×××××××××FIN×××××××××

"Ella estaba rota.
Él la abrazó tan fuerte como pudo.
Ella se arregló.
Él sonrió.
Ambos se amaron.
Y su final feliz esperaron.
Hasta que hubo llegado." -Extracto de 'Divagando y algo más', Camila Steel.

Palabras Mudas: SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora