La policía invadió el lugar. Sólo hacían preguntas y más preguntas.
¿Eran idiotas? Las preguntas no salvarían a Alice.
Habían pasado 3 horas desde que Alice no volvía y 5 desde que su padre había huido de prisión. Ya era tarde. Estaba oscuro y habían enviado a unos oficiales al cementerio.
El cansancio me estaba matando pero el hecho de pensar en ese hombre poniendo una sola mano sobre Alice me mantenía despierto.
-¿Café? -asentí, Julie pasó una mano por mi espalda.
-Me está matando. Simplemente no puedo comprender por qué.
-¿Qué cosa?
-Todo estaba yendo tan bien y de repente... Algo tiene que arruinarlo siempre -tapé mi rostro con mis manos-. ¿Por qué tardan tanto en encontrarla?
-Podría estar en cualquier lado, Thomas. Con él o sin él. Quizás se enteró y huyó. No lo sé.
-Ella no huiría, tía.
¿Dónde podría estar? ¿A dónde podría haberla llevado?
-Su casa -susurré-. Tiene que estar ahí.
-Fue el primer lugar que buscaron.
-Si -dije-. Pero eso fue hace 3 horas atrás -me puse de pie y tomé las llaves del auto.
-Thomas -su mano se aferró con fuerza a mi brazo-. Ese hombre es peligroso.
-Lo sé y, es por eso que, debo encontrarlo.
Salí con cuidado y subí a mi auto. Lo encendí con rapidez y tomé el camino más corto.
El viaje se me hizo eterno y los latidos de mi corazón no dejaron de acelerar.
La vieja casa se cernía sobre mi. Aún estando así de destrozada, frágil y arruinada, seguía manteniéndose firme.
Sigilosamente me acerqué y entré. El primer piso estaba completamente vacío. Era terrorífico.
-¿Alice? -susurré.
Miré las escaleras. Parecía que se vendrían abajo en cualquier momento.
Traté de subir con cuidado y sin hacer mucho ruido. A pesar de la oscuridad trataba de enfocar mi vista en todos los escalones, asegurándome que todavía seguían firmes. Para mi suerte, pude subir.
Supe que estaba allí incluso antes de encontrarla.
Estaba contra la pared mohosa, tenía sus rodillas aferradas a su pecho y el rostro oculto entre ellas. Su pelo caía sin dejarme verla. Temblaba y sollozaba sin parar. Más allá de ella estaba su padre. Inconsciente.
Tomé mi teléfono y marqué al teléfono de Julie mientras mes acercaba lentamente a Alice.
-La encontré, vengan rápido.
-¡Gracias a Dios! ¡La encontró! -se oyó el ruido de gente movilizándose y supe que estarían aquí en menos de 10 minutos.
Corté la llamada y me acerqué cauteloso.
-Alice -susurré mientras estiraba mi mano para tocarla. Dio un grito y se pego más a la pared. Todavía no podía ver su rostro-. Alice, soy yo. Thomas -alejé mi mano y me arrodillé frente a ella-. Cariño, por favor, mirame -de a poco sus ojos surgieron de la oscuridad.
Todavía temblaba y las lágrimas salían de sus ojos como cascadas. Noté que tenía la respiración agitada.
-¿Te hizo algo? -volvió a esconder su cabeza entre las piernas.
Dios santo.
-Hablame, por favor, usa las señas, muestrame...
Sus manos se movieron con temblor.
"Prometiste protegerme"
Y luego de eso, todo fue un caos. La policía apareció y se llevó a Alice. A su padre lo esposaron y también se lo llevaron. Analizaron el lugar y me pidieron que me fuera.
Había fallado en la única cosa que me propuse alguna vez, había fallado protegiendo a Alice.
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Palabras Mudas: SIN EDITAR
Novela JuvenilThomas está cansado de la vida que tiene y de los recuerdos que lo acechan día tras día, por lo que decide abandonar su hogar e ir a vivir con su tía Julie. En su nuevo hogar, conocerá a una joven que marcará su vida para siempre. Alice, con tan s...