Una mariposa que no conoce su rumbo, que no conoce su objetivo ni su destino.
- "Prometiste que me protegerías... Kawaki" -
La telaraña que me ata, incluso si llegara a atar todo mi cuerpo, no podrá romperme.
- "Es momento de que renazcas... Uzumaki...
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ਏਓ MARIPOSA BLANCA DEL MAJUELO ਏਓ
Ambos se abalanzaron contra el otro comenzando un combate a muerte.
– Elemento Rayo: Bestia de Rayo Rastreo de Colmillo – el de orbes rojizo brillante fue el primero en atacar.
– Elemento Viento: Danza de la Corriente de Aire – se defendió y protegió con aquella técnica, desviando el ataque de Raiden.
– ¿Puedes sentirlo, Kyo-chan? – preguntó en un tono muy extraño.
« ¿Y ahora qué? » pensó hastiada.
– La adrenalina que recorre cada parte de mi cuerpo... tú eres la razón de ello – le hizo saber a la chica, quien hizo una cara de desagrado y asco. – Kyo-chan, si no te detienes, me veré en la obligación de usar el keirakukei en todo su esplendor – advirtió. – Y bien sabes que ni el byakugan puede contra mí – le recordó con una sonrisa cero amigable.
– Con o sin el byakugan te venceré – dijo dejando ver esos ojos perlados, dejando ver el byakugan. – Aún recuerdo cuando eramos felices – dijo Kyoko mientras daba un paso al frente. – Cuando no había maldad en nuestros corazones – los orbes zafiro habían desaparecido. – Cuando la inocencia rebosaba de nuestros cuerpos – la sonrisa que siempre acompañaba a la de ojos zafiros ya no estaba.
– Deja el pasado en el pasado, y acepta la maldad en tu corazón... Kyo-chan – enunció Raiden, acomodando sus lentes. – Una vez que la aceptes, serás totalmente de mi propiedad – le dijo.
– ¡Yo no soy ni seré tuya! – gritó molesta por la forma en que era tratada.
– No lo entiendes, Kyo-chan – comentó. – Saiiki no pudo tenerte, ese chico tampoco te tendrá porque tú serás mía – le dijo.
« Solo se la pasa diciendo que soy suya, que estupidez, ¿No sabe decir otra cosa? » detestaba en su totalidad aquella situación, trataría de acabar lo antes posible. – ¿Ese chico? ¿Quién? ¿Kawaki-kun? – no sabía a quién se refería, pero tenía la leve sospecha de que hablaba del chico de orbes grisáceos.
– ¿Así que es ese idiota, eh? – murmuró molesto.
– ¡Ko-kokyo la cagaste pero muy grande! – gritó Inoin con esfuerzo.
– ¿Lo conoces? – ignoró completamente el comentario de la Yamanaka, necesitaba saber de dónde conocía a Kawaki.
– Desafortunadamente – afirmó.
– ¿De dónde lo conoces? – interrogó.
– No tienes porqué preocuparte por él, no vale la pena – le comentó. – Pero solo porque eres tú, te diré de dónde nos conocemos – haría todo por ella. – Kara – fue su respuesta.