La ruptura con Darío pasó con más pena que gloria, la tristeza se me fue entre exámenes y cuando me di cuenta el semestre había terminado. Tras firmar la última calificación volvimos a nuestro pequeño paraíso, con un hambre voraz y un André tan agotado que nos dejó poner Aladdin sin oponer resistencia.
—Lo merecemos, amigos, la última y nos vamos.
A la mitad de la película Daniel me descubrió mirándolo y su sonrisa burlona me hizo sonrojar, las cenizas de la noche en que había acudido a mi rescate seguían tibias y me habían mantenido en pie los últimos días. No podía dejar de pensar en él, de recordar la sensación de estar entre sus brazos escuchando su corazón latir. En este momento, no podía evitar imaginarnos juntos en un mundo ideal, él y yo.
Al día siguiente los cuatro fuimos a la terminal para tomar el autobús a casa, André partiría por su lado, Esmeralda y yo viajaríamos juntas y Dani solo estaba ahí para despedirse. Después de un café endulzado con risas nos abrazamos, prometimos no ignorarnos los próximos dos meses y mi coprotagonista y yo tuvimos una despedida digna de dos estudiantes de arte dramático.
Al día siguiente Daniel nos acompañó a la terminal para tomar el autobús a casa, André partiría por su lado y Esmeralda y yo viajaríamos juntas. Nos abrazamos, reímos, prometimos no ignorarnos los próximos dos meses y Daniel y yo tuvimos una despedida digna de dos estudiantes de arte dramático.
—Alma mía, la hora de separarnos ha llegado— dijo tomando mi mano—, pero aunque no puedas escucharme estaré a tu lado, yaceré contigo cada noche y velaré tu sueño hasta que llegue la hora de encontrarnos.
—Luz de mi vida, me parte el alma separarnos, pero solo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor.
—¿Jane Austen?
—Te lo dejo de tarea— respondí guiñándole un ojo.
—¡Es cierto! —exclamó Esmeralda en voz tan alta que nos sobresaltamos— Lo olvidé por completo, pero antes de irnos quiero invitarlos a mi casa. Las vacaciones coinciden con la temporada de luciérnagas y me encantaría que vengan, podemos acampar, distraernos un rato antes de volver a clases y...
—Si eso significa que por fin vamos a probar el pan recién horneado que tanto presumes, yo estoy dentro— interrumpió André.
—Yo también estoy dentro— agregué.
Nuestras miradas se dirigieron a Daniel y no perdió la oportunidad de responder como solo él podía hacerlo.
—Si eso, amiga mía, significa que la agonía de estar lejos de mon amour será más corta, lo acepto, acepto la invitación a vuestra morada y el regalo de ver a mi amada.
Las risas se vieron interrumpidas por el anuncio de nuestro autobús, era hora de abordar, dimos los últimos abrazos y nos dirigimos a la puerta. Mientras cruzaba el detector de metales miré hacia atrás y mi mirada chocó con la de Daniel, sonreímos con nostalgia, como si nos negáramos a dejarnos ir. El remolino de emociones en mi mente despareció tras unos minutos, ver la ciudad alejándose por la ventana me recordó que después de un largo tiempo estaba volviendo a casa.
...
Casa me recibió con los brazos abiertos, era mi segundo verano dentro del club de los hijos que regresan de la universidad y mis padres no podían estar más felices por tenernos de vuelta a Mario, mi hermano, y a mí; en realidad, Mario ya se había recibido como ingeniero, pero su trabajo estaba lejos de casa y no venía muy seguido. Todo el mundo decía que éramos idénticos, pero yo siempre creí que no podríamos ser más diferentes; él era un prodigio para los números a los que yo renuncié a una edad temprana y a él siempre se le negó la bondad del arte que a mí se me daba de manera natural. Físicamente éramos copias idénticas de nuestros padres, él de papá y yo de mamá, con la pequeña excepción de que ambos teníamos la nariz de nuestra madre, cosa que nunca le perdonamos.
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Los sabinos nos siguen
RomanceMiranda está en los mejores años de su vida, estudia arte dramático, tiene amigos increíbles y un novio de ensueño. Pero cuando el universo hace lo suyo y de repente un buen amigo la mira con otros ojos, las líneas entre amor y amistad se van difum...