capítulo 30

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Una semana había pasado en la que Jungkook se encontraba muy nervioso, lo cual Taehyung sentía por el lazo y lo ponía igual.

Jungkook lo estaba evitando ese día y eso lo tenía un poco triste.

En cualquier lugar que entraba y se encontraba al pelinegro, este salía rápidamente sin hablarle o darle una explicación.

Suspiró pesado y subió con mucho cuidado las escaleras. Al doblar el pasillo, lo miró entrar muy apresurado a una habitación. Sonrió y entró él también.

Cerró con llave la puerta para evitar que Jungkook se le escapara como lo estuvo haciendo todo el día.

Jungkook maldijo al darse cuenta de la presencia del omega y gruñó con fastidio al mirar la puerta ser cerrada con cerrojo.

— Taehyung, habré la puerta y sal de aquí, por favor.

—No… Vamos a hablar.

Suspiró. Si quería que su sorpresa saliera según lo planeado, lo tenía que hacer. —¡Maldición, que no puedes dejarme solo un momento!

Taehyung bajó la cabeza, intentando que no le afectara, que Jungkook, su alfa, lo ignorara y le gritara. Las lágrimas querían salir de las cuencas de sus ojos. — Jódete, maldito, imbécil—, quitó el cerrojo y abrió la puerta, saliendo dando un portazo.

Jungkook suspiró. Le había dolido gritarle a su omega. Esperaba que su sorpresa le gustara, que valiera la pena lo triste que su lobo se sentía ese día al no estar cerca del omega.

[…]

Seokjin entró a la mansión Jung y se dirigió a la habitación de Hoseok, encontrándolo sentado al borde de la cama.

Entró y cerró la puerta, frunció su ceño. Hoseok no le había contestado sus llamadas durante una semana.

—Hoseok—, suspiró, —¿por qué no atendías mis llamadas?—, se cruzó de brazos.

Hoseok posó sus ojos en el regalo, dando una sonrisa que lo hizo quedarse estático en su lugar.

—Ya cumpliste con tu venganza. Supongo que ya no me necesitas.

Seokjin se acercó hasta Hoseok y se hincó, quedándose a su altura. —¿Por qué no te necesitaría, Hoseokie?—, sonrió, —no te insistiría tanto si no me importaras.

—Seokjin", ya deja de confundirme más, por favor… habló, evitando la mirada de Seokjin.

— Confundirte… Mírame—, Hoseok se rindió y lo miró a los ojos, suspirando. —Dime qué pasa. 

—Estoy cumpliendo con lo que dije. Tú terminaste tu venganza. Yo me iré de tu vida— la sonrisa de Seokjin se borró, reemplazándola por una mueca y el ceño fruncido.

Feromonas agrias inundaron la habitación. —¿Quién te dio permiso? Yo no lo hice…

—Seokjin, es lo mejor. Tú solo me confundes. Siento que solo estás confundido. Lo mejor es alejarnos.

Jin lo tomó por el mentón y sonrió. —Hay, cariño… Lo que pasa es que tú eres mío desde que aceptaste ayudarme. Solo mío—, susurró, dejando en shock a Hoseok, lo que Seokjin aprovechó para besar su mejilla.

[…]

Taehyung se encontraba bajo muchas cobijas que tenían el olor del pelinegro para sentirse protegido.

Tenía sus ojitos hinchados y rojos por el llanto y, para tranquilizarse, buscó el olor del alfa.

Ya era de noche y Jungkook no lo había buscado, solo le había mandado una charola con comida para que se alimentara.

Eres Mio [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora