Parte 3. Bello día

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Temprano en la mañana los pájaros ya empezaban a cantar, caía un roció que humedecía las hiervas, el astro se asomaba por el este, dejando vislumbrar haces de luz, el viento estaba en calma, hacia algo de neblina.

El señor Ajekatl luego de despedirse de su esposa con un beso, partió a su trabajo con uno de sus colegas llamado Jiok el cual lo estaba esperando, y como eran amigazos muy cercanos se contaban sobre lo que ocurría en el pueblo y a sus alrededores, pero cuando le comento lo del niño encontrado en el lago, su amigo se asombró y se inquietó.

—Es raro hallar un mocoso en ese lago, no creo que sea buena compañía para tus hijos, en tanto se haya a algún pariente suyo. Si me lo hubiera encontrado, al menos no dejaría que conviviera con mis hijos, ya que no me daría confianza.

—Entiendo, también desconfío, aunque no creo que sea un chamaco, su voz me sonó a la de un adulto. No, mas bien a la de un ser eminente, pero no estoy seguro, ni sé si sea bueno o malo.

—Si, cuando era más chico vi un ser inusual en un rio, era como un hombrecillo chiquito y peludo, con pico de pato, extremidades largas, que canturreaba, mientras hacia un bailecillo. Al ir a decírselo a mi abuelo, el menciono que, debía ser un ser eminente, pero luego ya no le volví a ver mas que en dos ocasiones.

—¡Oh!, y crees que este chamaco pueda ser un ser de esos.

Afirmo de sentón con la cabeza, aun inquieto, y luego dijo mientras caminaban que; sea lo que sea no se confié tanto. Entonces ambas siluetas se iban alejando en ese bello paisaje selvático con florestas.

Los 3 niños se despertaron, tendieron sus mantas se cambiaron, lavaron sus manos porque su mamá, ya les tenía listo el desayuno y se sentaron a desayunar charlando un poco y bromeando.

—Hay, te digo, que quiero que Acoatl sea nuestro hermanito.

—Sera, tu hermanito Huitzili, no el mío y tú lo cuidaras.

— Pero, ya se que tú lo quieres, es lindo, si fuera una mocosa no la querías.

Oh bueno, pero no lo consentiré, oye no te me acerques, ¡Me oíste! —Exclamo mientras Acoatl se le acercó y le tomo de un brazo, y Yaotzy le acaricio la cabeza, mientras decía. —También eres sordo o que.

Después fueron a recolectar con su mami frutos silvestres y hierbas medicinales en cestas, mientras se entretenía conviviendo y observando el paisaje, muy atentos para que no les picara algún animal. Huitzy era un niño muy curioso que veía con asombro las cosas que la naturaleza le mostraba y desde pequeñito podía oír sus susurros, le encantaba salir mucho, pero quería igual pasar mas tiempo con su papi que se ocupaba mucho en su labor, el cual antes tenía un poco más de tiempo para sus retoños.

Una suave brisa paso cerca del pequeño susurrándole un; "Mi pequeño", por lo cual el niño rio, sonrió y le susurro algo cariñosamente, mientras le acariciaba las mejillas, y si prestaba atención podía oír los murmullos de los árboles y arbustos. Mientras recolectaban frutos rojos, el viento jugueteaba, arremolinaba las hojas y soplaba las pocas nubes formadas, un conejo corrió velozmente hacia su madriguera, volaban mariposas entre las flores y los pájaros seguían cantando alegremente.

Al ir de camino a su hogar vieron a un chupaflor muy colorido con un bello plumaje, prosiguieron caminando y había un charquito con plantitas y animalillos. Luego de terminar de hacer quehacer, les dio tiempo de jugar un rato afuera, lo cual hicieron; jugaron a las carreritas, con una pelota, a las atrapadas, a la cacería y más juegos divertidos que les entretuvieran, y se la pasaron requeté bien los 3 pilluelos. Mas de rato charlaron ambos hermanos un poco sobre varias cosas; como de gustos, aficiones, sueños, se contaban cuentos cortos, reían los 3, etc.

Hasta que su madre sonriente, les llamo a cenar y ellos fueron a sentarse alrededor de la mesa acomodados uno cerca de los otros. La cena constaba de leche con calabaza dulce, unas frutillas y bocadillos dulces.

—¡Mami!, podemos adoptarle. Dijo el menor mientras masticaba trocitos de calabaza.

—Si amor, mientras que esté a nuestro lado, lo trataremos como alguien de la familia. Menciono, a sabiendas de que su esposo no lo querría, pero no quería desilusionar ni un poquitín a su pequeño pilluelo.

—Ni quien quisiera adoptar a ese mugroso. Dijo en tono de broma el hijo mayor, mientras le tocaba un poco el niñillo sus manitas.

—¡Ay!, solo mira la carita tierna que pone cuando esta junto a ti, es obvio que quiere que tu le adoptes hijito.

—Nop, solo quiere que le de mi comida y que le mime, es un bobo— Le agarra sus suaves cachetitos y él se chapetea muy poco.

Al final, luego de charlar un poco más, se fueron a sus camitas a dormir, luego de desayunar juntos, darse un besito en la frente y darse las buenas noches. Aunque esta vez decidieron dormir el trio junto, en una misma habitación, ya que sabían de antemano que su papa no llegaría y se quedaría a dormir en la intemperie esa noche, en la que no reinaba la luna en el nocturno firmamento. 

Los 5 Grandes Guerreros MexicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora