Soledad en un día de verano

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Asuka, esta noche no voy a poder llegar. Te he transferido dinero a tu cuenta... Puedes pedir lo que sea. Nos vemos mañana.

El mensaje de su tutora, el mismo de siempre, ya no la sorprendía. Hace casi un mes desde que Shinji quedó atrapado en el corazón de su [EVANGELION]; un mes donde ella ha vivido sola en medio de la oscuridad y el desorden.

—Mejor dime que sólo deseas cuidar del tercero... Que no deseas verme nunca más.

Sus palabras, llenas de odio, ya no iban dirigidas hacia Misato, mucho menos para Shinji quien no tenía la culpa de lo que sucedió aquella noche donde el ángel atacó el Geo Frente. Al contrario, la única persona que se merecía toda la culpa de lo ocurrido era ella, o al menos así lo creía.

—No tenías que ser el héroe, no tenías que regresar y salvar a todo el mundo—masculló con ira mientras sus puños golpeaban contra la mesa del teléfono—. ¡No tenías que ser otra vez el Invencible Shinji!

Asuka, lejos de sentirse feliz por la perdida del tercer niño como creía en un inicio, se vio envuelta en un espiral de tragedia que día con día iba borrando aquella sonrisa con la que llegó al suelo japonés.

Nadie le decía nada, todo el mundo guardaba silencio. Su tutora, quien prometió cuidar de ella, se la pasaba encerrada todos los días en aquella pirámide esperando encontrar ese milagro que le permitiera recuperar al hijo que nunca pudo tener. Misato, lejos de velar por ambos, se centró en supervisar las maniobras de extracción sin siquiera voltear a ver a su segunda niña.

—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué regresar cuando podías huir? —no importaba cuanto lo pensara, ninguna de las acciones que realizó Shinji tenían sentido. Él pudo huir lejos, tal y cómo siempre deseó, pero al final, sin haber sido ordenado por su padre o Misato, él regreso a ellos luchando para salvar aquella vida que era la única que conocía—. ¿Qué buscabas demostrar con esto? ¿Acaso querías recibir los halagos de los demás?

Dando un fuerte pisotón, se alejó de ahí buscando refugio en una habitación que no era la suya propia.

Una vez más, aquel almacén pequeño donde pateó a Shinji tras reclamar su antigua habitación, se volvía aquel refugio donde sus demonios no podían entrar y donde la niña que perdió a su madre podía darse el lujo de llorar una vez más.

—Estoy sola... Todo el mundo siempre me deja sola.

Cruda Realidad Tras Caer De Lo Más AltoWhere stories live. Discover now