Sucy Manbavaran

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*regalo*

En las frías y congeladas montañas nevadas, entre la nieve el rastro de pisadas qué se hundían en la nieve se desvanecía en el viento gélido, un hombre encapuchado y abrigado hasta los dientes daba grandes saltos para escalar este infierno.

Conocido por muchos como la montaña más alta del mundo, el santuario de más de 500 muertes hasta el siglo XXII, el Himalaya, aunque claro, su montaña más famosa, el everest no sería por suerte protagonista hoy.

El sujeto en cuestión, usando pequeños orificios de su traje, usaba estos para pegarse firmemente al suelo con látigos oscuros, al tratar de saltar, el aire sentía que se le hiba de los pulmones y se estrellaba a la nieve.

Aún con todas las medidas de seguridad, aun con todo planeado, sentía que podría morir por una fierza natural superior en cualquier momento, sintiendo como su energía quería irse, pasos débiles e incluso somnolencia.

Sacudía con todas sus fuerzas su cabeza para no desmayarse en el camino, no se permitiría morir, apretando los dientes, pudo ver adelante un cuerpo inerte, congelado desde hace ya muchas décadas, mismo, con el cual pudo ver cercano una caverna donde descansar, todas sus fuerzas, caminaba directamente a esta zona relativamente segura.

No fue fácil, no fue sencillo, pero pudo desplomarse dentro, el sonido de su golpe amollado por su chaqueta gruesa. Sacando su maleta de su espalda, saco varias cosas rápidamente paea poder sobrevivir, iniciando con un disco el cual dejo caer al suelo.

Rápidamente se creo una capsula de energía lo suficientemente grande para cubrirlo bien, de la misma maleta sacando un tanque metálico, rápidamente se descubrió la cara para mostrar su cabello verdozo y sus pecas frías.

Con la mascarilla en su boca, empezó a recuperar oxígeno en su sangre, lo más pronto posible, para seguir con su aventura más estúpida que pudo dar.

Pero ¿porque izuku midoriya esta en el Himalaya? ¿Cual a sido la razón por la cual arriesgar su vida de esta manera escalando montañas de esta cordillera? Solo había una respuesta a esa incognita, y esa era amor.

Amor a una chica amante de los hongos filipina, piel pálida hasta el grisaseo y un pelo morado del mismo tono.

Con su respiración recuperada, sus ojos sin perder profundidad, sintiendo que su cuerpo no estába al borde de la hipotermia, dio un suspiro aliviado.

—cuanto... Faltara —se dijo así mismo en la soledad del lugar, sacando de su bolsillo una foto particular— me pregunto... que tan lejos estaré de su ubicación.

La imagen sostenida por el héroe en entrenamiento mostraba un hongo sin duda, singular.

Un hongo creciente en el cuerpo de una lombriz, buscada y codiciosa, más cara que el oro, ciendo capaz de costar más de 8

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Un hongo creciente en el cuerpo de una lombriz, buscada y codiciosa, más cara que el oro, ciendo capaz de costar más de 8.000 millones de euros, un kilo valiendo 100.000 € en Tokio, casi diez veces más de lo que suelen cobrar los recolectores nepalíes que cada primavera se juegan la vida en el Himalaya.

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