Tú y tu cuchillo

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—¡¿Tú otra vez?!

Me sometió con su agilidad, en una posición vulnerable con la navaja amenazando mi cuello y Sunny contemplando mi rostro con reconocimiento.

Lo tenía frente a mí nuevamente, todo estaba pasando exactamente igual que esa vez. Por fin pude ver su cara con claridad, había algunos detalles que no noté en el oscuro callejón. Tenía ojos de un color marrón claro, y el brillo en su mirada era el mismo de esa noche, su cabello oscuro le llegaba casi hasta el cuello, tenía un mechón en frente de su oreja izquierda en el cual llevaba dos pasadores de color blanco. Era de una tez clara oscura, sus cejas no eran ni muy finas ni muy pobladas y sus largas pestañas se doblaban hacia fuera formando arcos peculiares, se notaba una cicatriz en la parte superior de sus labios carnosos. Tenía un collar negro y piercings en la oreja y sobre su ceja izquierda, las perforaciones lo hacían ver más rudo y callejero.

Llevaba una camiseta negra con un estampado floreado en tela fina fajada a medias, con dos botones del pecho desabrochados, cargaba consigo la misma bolsa de cuero de aquella noche. Combinaba la parte superior con un pantalón azul claro, ligeramente desgastado, sostenido por un cinturón ancho de imitación de piel. Sus facciones corporales se notaban mejor que con la gabardina, era delgado pero no escuálido, de hombros anchos y piernas largas pero gruesas. Había en su apariencia un balance entre masculinidad y feminidad que lo hacía lucir de una forma muy interesante.

Me sostuvo por la camisa bruscamente y me zarandeo con fuerza. No podía creerlo todavía, me sentía como el hombre más dichoso en ese instante. Durante días me sentí atrapado en un laberinto. No pude dormir, ni comer correctamente; vivía con la urgencia de descubrir qué estaba ocurriendo, que me estaba ocurriendo. Era difícil expresar el alivio que sentía en ese momento.

>>¡¿Que demonios estás haciendo aquí, como me encontraste?!

Estaba muy cerca de mí y pude apreciar su aroma floral, lleno de frescura. Sentí su calor corporal sobre mi regazo. No tuve la necesidad de moverme o de siquiera reprochar acerca de eso, causaba un contraste con el frio piso de madera, lo cual lo hacía parecer cómodo.

>>¡Responde desgraciado! ¡¿Le dijiste algo a alguien sobre mí?! —presionó el filo de la hoja contra mi garganta, lo que me provocó un corte ligero. No me importó, estaba dispuesto a que siguiera con su espectáculo, la felicidad de estar ahí mismo me hizo reír, no pude evitarlo.

Al ver que yo no daba ninguna respuesta me azotó contra el suelo y se apartó de mí dejándome tumbado con una sensación fría sobre mi entrepierna. Cerró la ventana por donde yo había entrado a la vez que miraba por el exterior, supuse que le pareció una locura todo el asunto. Se mantuvo de pie dándome la espalda y poniendo sus manos sobre su pelo.

>>Debe ser una maldita broma. —murmuró. Volteó en mi dirección después de un rato, se veía confundido. Caminó hacia mí y me dio una patada ligera sobre el hombro—. Oye tú, ¿cómo era que te llamabas?

—Miguel —respondí en seco.

—Claro, ahora si respondes. Mira, no preguntaré como cruzaste —dijo con un tono de desconfianza, mientras guardaba la navaja en su cinturón—. Pero me dirás si alguien sabe que estás aquí, vas a decirme todo, ¿alguien te vio mientras entrabas?

—Y-yo...

—Por dios. ¡Te juro que si llego a tener problemas por esto, si alguien fue testigo de tus estupideces te juro que voy a...!

—Lo hice.

—¿Disculpa?

—Te atrapé...

Levanté la vista, notando la mezcla de irritación y curiosidad en su rostro. Estaba claro que no esperaba encontrarme aquí, y mucho menos después de todo este tiempo. Hubo un silencio devastador entre los dos.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2023 ⏰

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