Shudder

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-No lo entiendo- su voz era ya un susurro doloroso, incluso para quien lo escuchaba. Lastima que esas personas no sentían nada. Eran solo maldad.

-Ellos... ellos prometieron cosas- dijo el sirviente, quien incluso no levanto la cabeza para mirar

-Pude haberte dado todo lo que me pidieras y más-

Las cadenas que lo aprisionaban podían quedar hechas polvo si solo dedicaba un segundo de su esfuerzo. Pero no lo hizo, pues su corazón roto le dijo que nada de eso ya valía la pena.

-Lo siento... - murmuro por lo bajo el sirviente antes de marcharse

Baja su cabeza, suspira. En sus fosas nasales, el paladar, la lengua, su garganta, su estómago e incluso su piel y cabellos, en cada parte de su cuerpo aún persiste la sensación, el aroma de la carne quemada.

Los gritos desgarraron sus tímpanos.

El resuello al final de la vida, su alma.

Y entonces ya no le quedo nada.


No recuerda como fue que llego a donde en ese momento se encontraba

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No recuerda como fue que llego a donde en ese momento se encontraba. Había caminado a ningún lugar, sin pensar llego a donde se sentía seguro y amado. Pero si el día en que volvió a ver la luz del sol.

Radiante y doloroso.

Todo había cambiado a su alrededor. Los aromas, los colores, la ropa. El idioma. Pero el odio que salía a raudales de su corazón seguía siendo el mismo.

Le costo un año adecuarse a toda la novedad, a la nueva vida de este; un mundo extraño, extraño y sin él.

Cuando inicio su instrucción educativa, elogio la excelente institución juvenil, pero un poco reacio por lo rápido que se camuflo en el ambiente. Podía; después de todo, gracias a su poder insertarse en cualquier familia y ser uno más.

Para ese momento ya tenia una lista de todas sus víctimas.

El internet y las redes sociales eran tan asombrosas como un arma de doble filo. Sabiduría y poder al alcance de un clic que uso a su favor y sus fines vengativos.

Con el pasar de los años le fue fácil encontrar información o al menos de la forma de dar con las líneas de sangre que les descendieron, de aquellos quienes les hicieron daño.

Y tampoco se le dificulto asesinarlos.

¿Por qué tener piedad por alguien que no le tuvo?

No sintió ni el mínimo remordimiento al arrancar cada órgano vital con sus propias manos, cuando estas se llenaban de sangre, cuando sus ojos enrojecían cual llamaradas al consumir cada gota de esa sangre maldita.

Cuando esa sangre impregnaba sus manos, su rostro, su ropa.

Cada gota que le cubría y consumía no quitaba el inmenso dolor de su perdida, pero quitaba un poco su ira.

Un día una de sus victimas le pregunto el porqué, que era lo que había hecho para merecer tal castigo, para ver a sus seres queridos morir de tales crueles maneras.

-En tu sanguinario pasado esta tu respuesta, todo lo que eres hoy, se cimento en la muerte de inocentes. Un inocente- le había contestado -Quizá en el infierno, con los tuyos, puedas encontrar un poco de paz. Pero ten por seguro que un día nos encontraremos ahí y volveré a sellar sus destinos-


 Pero ten por seguro que un día nos encontraremos ahí y volveré a sellar sus destinos-

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-¿De que te ries Kagami?-

El pelirrojo volvió a reír, tanto que su risa era escuchada hasta al final del pasillo. Acaban de volver de las aulas y entrado al gimnasio.

-Es que me recordaste a un perro cuando se sacude el pelaje mojado-

Fue el momento justo cuando la luz de un rayo iluminó el cielo a las afueras del gimnasio.

-Pensé que te aterrorizaban los perros-Respondió Kouki, afilando la mirada hacia su amigo

Kagami por un momento sintió un escalofrio extraño recorrerle entero, pero así como le llegó la sensación está se marchó luego.

-Es que tu si eres adorable... - volvió a responder entre risas -Ya sabes... un chihuahua-

-Ka-aa-gaaa-miiii- parloteo Kouki, avergonzado y molesto al mismo tiempo

-Los chihuahuas son una raza con algunas características consideradas tiernas- dijo una voz - Pero también uno de los más violentos, si bien tengo entendido -

-¡Kuroko!- gritaron ambos chicos

-Es la verdad- respondió calmadamente -Yo solo venia a decirles que la tormenta parece se intensificará -

-Nos mojaremos demasiado cuando salgamos; más bien, mientras nos dirigimos a nuestros hogares- menciono un poco preocupado el castaño

-Akashi-kun me envió un coche para que me lleve a nuestra reunión, puedo pedir que los acerquen a donde sea-

-¡Genial! Vamos Kuroko, llevanos a ambos a casa, Akashi puede permitirselo-

Kagami movió sus ojos de una forma que hizo ver a su cejas aun más graciosas, sin embargo Kouki esta reacio a aprovecharse del pelirrojo emperador.

-No es necesario Kuroko, puedo caminar, a mi realmente no me importa mojarme - les dijo a ambos, pues discutían el camino a seguir para pasar por sus hogares

-A mi si me preocupa - le dijo Kuroko, volteando a verlo -Los días e incluso las noches como estas son muy peligrosas -

-Pero... pero Akashi- san... él... ¿Él no se molestara? -

-Y aunque lo hiciera - le respondió el peliazul -Merezco los beneficios-

Kouki vio a Kagami rodar los ojos mientras atraía al peliceleste entre sus brazos, aparto la mirada ante la vergonzosa escena, pero en el fondo le encanto ser espectador de su dinámica.

-Esta bien, pero solo cerca -

Siguieron hablando de cosas poco importantes, susbtareas sus clases, el próximo partido de practica, todo mientras terminaban de limpiar el gimnasio tal y como les tocaba.

Pronto corrían hacia las puertas abiertas de una lujosa limusina que los esperaba. Kouki sacó su toalla deportiva, listo para secarse lo mejor posible y así no dejar suciedad en los prístinos asientos, cuando una voz un poco grave lo saludo.

-Hola Furihata-Kun-

Kouki casi que escucho el tronar de los huesos de su cuello, cuando giro con rapidez.

-¡Akashi-san!- le grito -¡Hola!-

Su rostro enrojecido terriblemente cuando una sutil sonrisa se marco en los labios del pelirrojo, así que lo único que alcanzo a hacer fue bajar la mirada.

Sabes... si quieres, puedes llamarme por mi nombre...

Estoy aquí, contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora