Capítulo 9.

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(Esta historia es solo una adaptación la
autora es @AllysonDeVil)

Freen despertó temprano, como siempre No recordaba haberse dormido. Tampoco recordaba haberse recostado en su cama.. Pero siempre le sucedían cosas de este tipo, así que no se preocupó.

Se levantó con mucho cuidado, sabiendo que si hacía un movimiento brusco podría terminar bastante mareada, todo a causa de sus riñones y su corazón. Se restregó los ojos con ambas manos y estiró ambos brazos hasta que estuvo lo suficientemente despierta. Tomó sus medicinas en cuánto las vio.

Finalmente, caminó hacia la ventana.

Recordó el día anterior, y lo increible que se la había pasado mientras hablaba con la chica de la ventana. También recordó haberla esperado sentada en el borde de la ventana, luego de comer... Pero el cansancio la había vencido y...

<¡Tienes que recordar más que eso,
idiota!> pero no podía hacerlo.<No puedes hacerlo porque eres una idiota>

Ignorando sus pensamientos, Freen
dirigió su mirada a la ventana de su
vecina.

Había un papel pegado en el vidrio.

"Un gusto conocerte, Freen Sarocha. Soy Becky Armstrong  y posiblemente soñare contigo"

Una sonrisa se dibujo en sus labios e hizo escapar un suspiro. ¿En realidad estaba aquella hermosa joven soñando con ella? ¿En realidad había sido un gusto conocerla?

Y más importante que todos estos
detalles...La chica de la ventana ya tenía nombre.

Becky susurró, no pudiendo creer que
era el nombre de la chica lo que sus
labios estaban pronunciando. Aquello.
realmente, debía de ser un sueño.

<Si este es un sueño, no despiertes. No lo hagas jamás>

Fue entonces cuando decidió mirar a su
vecina. A la chica de la ventana. A Becky.

Sí iba a despertar, lo iba a hacer sabiendo que la había visto una última vez.

La chica de ojos marrones aún estaba
durmiendo, con un pie fuera de la cama y el dedo gordo de su mano derecha dentro de su boca. Freen sintió tanta ternura al momento de verla que un ligero "Owww" escapó por sus labios.

-Aun chupas tu dedo, chica de la
ventana... ¿Qué otros secretos tienes?

Fue entonces cuando su madre entró a
la habitación. Freen se separó lo más que pudo de la ventana y comenzó a fingir que estaba reorganizando su escritorio. Su madre no se extrañaría. Siempre lo hacía.

-No lo reorganices de nuevo, Freen. Ya lo hiciste tres veces ayer, antes de las clases con la señora Bregoli.

-Y antes de mi ataque de pánico.

-No estuvo tan mal, Freen. En este solo
lloraste...¿Recuerdas aquel en el centro
comercial? ¡Estabas gritando!

-No me lo recuerdes.--pidió Freen con
los ojos humedecidos. Recordaba ese
ataque. Había sido el primero de sus
muchos ataques de pánico. La psicóloga
decía que eran provocados por las
muchas medicinas de Freen y sus muchas experiencias traumáticas. No había ninguna medicina que detuviese los ataques sin hacerle daño, así que Freen solo podía intentar mantener la calma y contar hasta diez.

-¡Freen...Freen...Freen!

Asustada, Freen soltó lo que tenía
entre manos y se alejó unos pasos de
su escritorio. Se había perdido en sus
pensamientos, como siempre.

Perdona, yo. Estaba pensado...¿Qué
decías?

-Te decía que deberías bajar a desayunar.

Lo cierto era que Freen preferiría
almorzar un poco más tarde.. Pero no
pudo decirle esto a su madre, pues esta la tomó del brazo y la llevó escaleras abajo.

La chica de la ventana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora