Cap. 47: Dolor de estómago

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La puerta se abrió.

Y de ella emergía el rostro sonriente de James, con la mano todavía en la manilla, el paso firme, la silueta de Daria a sus espaldas parloteando con tanta velocidad que se tornaba incomprensible. Ethan fue más consciente que nunca de las reacciones de su propio cuerpo, algo lo había dejado helado, se miraba las manos apretadas contra la mesa. Adam estaba parado frente a él, cualquiera que en ese momento los viera sólo pensaría que habían estado hablando de algo, nadie creería que acababan de besarse. Lo único que lo preocupó fue el destello de luz que hicieron los ojos verdes del otro hombre, como si tramara algo. Y si intentaba llamar la atención, por muy indirecto que fuera, Daria podría descubrirlos con facilidad.

Deseó que James hubiera estado solo. Nada más fácil que esconderle algo a James.

Pero la niña...

La hermana de Phoenix se adelantó al doctor, que dejaba su chaqueta junto al perchero de la puerta, y se internó en la sala gritando de alegría una sarta de sentencias: que había sido el mejor día de su vida, que Edd era una persona maravillosa, que quería volver, que no quería ver a sus primos sino volver a ver a Edd, que salió a pasear y hace mucho no paseaba. Su sonrisa estiraba todo el rostro, las manos apretadas en dos puños eufóricos producto de la emoción, las piernas saltando. El silencioso departamento se llenó de ruido, Ethan se llevó una mano a la frente, soportando todos los estímulos que en ese momento estaba viviendo, tanto los mentales como los físicos. Echó una mirada disimuladamente a Adam, notó que estaba cohibido y extrañado. Quiso burlarse de él, pero no le daban las fuerzas.

-¡Eth! ¡Eth! –Gritaba Daria-, ¡conocí al doctor Eddward! ¡Es una persona hermosa! ¡Quiero ir, quiero ir de nuevo, quiero ir todos los días! ¡¿Puedo?! ¡Eth, ¿puedo ir todos los días?! ¡Quiero ver a Edd todos los días! ¡Eth, ¿puedo?!

-Eth –susurró Adam al borde de una carcajada. Él lo miró con dos intimidantes ojos grises. La niña seguía saltando a su alrededor pero Ethan no contestaba, Daria había llenado tanto el ambiente de su protagonismo que probablemente James estaba igual de confundido por la presencia de aquel hombre extraño que se paraba ante sus ojos. Pero no había oportunidad de presentarlos.

Las dos tazas de café seguían en la mesa, vacías.

Y un cenicero con los cigarros de Adam.

Ethan oyó el paso calmo y paciente del doctor, que se acercaba, y pronto lo vio aparecer en su campo visual, con una sonrisa dulce y poniendo dos manos sobre los hombros de Daria, que inmediatamente salió de su trance y se volvió para mirarlo. James reía en silencio.

-Claro que puedes seguir yendo, Daria –dijo con voz suave, como si hablara con un niño. Ethan mismo se sintió más relajado al oírlo hablar así-, pero lamento decirte que hoy Edd te acompañó porque tuvimos que improvisar... -aguardó un segundo, ella lo miraba-. Por desgracia, Edd suele tener otras labores en el hospital, no podría cuidarte si visitas todos los días.

La niña se mostró triste, su actitud eufórica se desinfló tan rápido como había nacido. Los hombros bajaron, la cabeza también, los ojos miraron el suelo y los labios quedaron sellados. Hubo silencio por unos segundos, Adam observaba curiosamente la actitud del doctor. Ethan sabía que estaba sacándole una radiografía, celoso como era. Además, sabía bien que James, en el último tiempo, ocupaba un lugar privilegiado en su mente respecto a sus celos. Era comprensible, el doctor estaba viviendo con él, y hasta durmiendo en la misma cama. Era como el sueño imposible que Adam arrastraba hace casi cuatro años, y que James había conseguido cumplir en menos de uno. Ethan sabía todo eso, y también sabía que aquel hombre era demasiado orgulloso para admitirlo.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2023 ⏰

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SI ESTOY LOCO, ES GRACIAS A TI {Yaoi} (resubida, editada, mejorada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora