Capitulo 12 - Desesperación.

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En el capítulo anterior.

Sus pasos eran fuertes, firmes y poderosos. Guiados por la más profunda oscuridad de donde nació. Las llamas del infierno ahora protegerán su espalda. Y no habrá dios que pueda proteger a sus enemigos, ni que pueda detenerla.

Porque ella viene a reclamar su puesto, su trono, su nuevo legado.

Viene a desterrar al nuevo rey que se alza sobre todas la cosas, sobre toda la humanidad, y sobre todos los seres.

Abriendo sus ojos, la muerte se representaba en ellos, como también la esperanza.

La reina del infierno, y de los demonios ha nacido.

En el capítulo de hoy.

Horas antes.

—¡Mierda! ¡Maldita sea! — su voz era en extremos agitada, al igual que sus pulsaciones cardíacas, estas ya habían el número normal.

Corría lo más que podía en busca de una choza, casa, o alguna mierda que sea seguro tanto para ella como para él.

También buscaba no lastimarla más de lo que la había encontrado con las ramas.

Recientemente había visto muchísimas cosas que su cerebro no asimilaba del todo, lo único que pudo hacer fue escabullirse y evitar hacer ruido, ya que sí lo hacía, su cabeza dejaría de estar unida a su cuerpo.

No sabe qué carajos había pasado, la CCD estaba hecho un caos cuando despertó después de haber perdido la conciencia cuando intentó ser de ayuda en aquella pelea tan devastadora contra el segundo demonio más fuerte de todos.

Sacudió su cabeza, después organizaría el revoltijo que tenía en su mente. Tenía que salvarla.

Diez eternos minutos transcurrieron hasta que pudo encontrar una pequeña choza abandonada. No molestó en tocar, y más cuando aquella vivienda dejó de tener puerta gracias a él.

Puso su cuerpo sobre una mesa y se dedicó a buscar apuradamente alguna señal de vida en ella.

—Carajo.

Maldijo al aire cuando notó que su piel había perdido su color, estaba demasiado pálida. La presencia de sus venas, la cuales eran visibles bajo su piel lo hizo alterar más, eras oscuras y retorcidas.

Agarró su brazo y puso dos de sus dedos sobre la muñeca. No sentía nada. Rápidamente cambió de lugar y ahora sus dedos estaban en su cuello, debajo de su mentón. Hizo una presión leve buscando pulso, aunque tuvo el mismo resultado.

—¡Me lleva el carajo! —. Gritó desesperado, sus ojos reflejaban lo que sentía, y sus acciones también.

Estaba desesperado, y muchísimo. No quería perder a una compañera de esta manera.

Rápidamente cruzó sus manos y las colocó sobre el pecho de ella y empezó a subirlas y a bajarlas en un intento de hacer presión y de hacer que el llegue oxígeno a sus pulmones y corazón. Pero no sabía si funcionaría, o de lo que estaba haciendo.

El chico de puntas amarillas ya no tenía ideas, ni opciones de cómo poder salvarla. Aunque cuando lo encontró y huyó de ellos, ya estaba así.

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