Sunghoon se sentía extraño en ese lugar repleto de omegas. Él era un niño sobresaliente y curioso, pero aún así había algo que su inmadura mente de doce años no terminaba de asimilar.
¿Por qué su padre podía tener otras omegas además de su madre?
Él no pudo quedarse quieto, la duda se lo comenzó a comer vivo y no resistió guardársela cuando se encontró con una criada limpiando los lindos y enormes ventanales de su castillo. Su hogar.
—Porque él es el rey, su alteza.— fue su simple y asustadiza respuesta.
Aún así, Sunghoon no encontró que aquello fuese una respuesta adecuada. ¿Es que todos los reyes tenían tantas omegas? ¿Era aquello normal? ¿Por qué solo ellos? ¿Por qué las querrían acaparar?
Mientras caminaba junto a su padre dentro de ese gran vestíbulo adornado de cristales de tonos dorados no pudo evitar preguntarse. Aquel lugar estaba repleto de brillos y lujos, las omegas lucían vestuarios hechos a la medida y con los encajes más bonitos que jamás antes había visto en su vida. Sin embargo, sus rostros pálidos demostraban inquietud y vacío, como si no aspirasen a algo más allá de esas enormes paredes de gruesos ladrillos de hormigón armado y roble blanco.
—¿Por qué están aquí?— cuestionó luego de haber enlistado cuidadosamente sus notas mentales, listo para saciar su hambre de conocimiento.
Su padre continuó su caminata firme, con el mentón en alto, sonriendo con un sentimiento que Sunghoon nunca antes había visto en él. Era raro. —Porque son lindas y jóvenes.— él contestó con la misma sencillez que momentos antes la criada había usado.
El pequeño heredero pareció pensarlo. Lindas. Ellas lo eran, lucían como muñecas de porcelana, pálidas y frágiles. Su padre tenía razón, ellas eran dignas de ser vistas con ojos de admiración, como si mirasen a la Diosa Luna reflejada en agua cristalina de sus muchos cuerpos de agua; un mismo origen, pues ellas lucían muy parecidas entre sí. Él sonrió, ellas eran bendecidas con esa belleza, pero no pudo evitar pensar en el otro punto. Jóvenes. Muchas de ellas lo eran, tal vez algunas de su edad, o tal vez de la misma edad de su hermano Jungwon.
—¿Te gustan, hijo?— la voz de su padre le sacó de sus pensamientos. Él simplemente asintió con una sonrisa que fue correspondida por el gran rey mientras caminaban por la excéntrica habitación. —Tú tendrás uno igual o incluso más grande que este, todo dependerá de cuanto te gusten las omegas.— explicaba su padre mientras mostraba con orgullo lo que hacía llamar su harén.
El pequeño heredero hizo una mueca. ¿Lo tendría? Sunghoon se removió incómodo, él no estaba seguro de que querría tantas amigas con él. Seguramente se sentiría abrumado y celoso entre tantas caras bonitas, probablemente terminaría preguntándose por qué la Luna había bendecido de tal forma a esas muchachas sacadas de cuentos de fantasías o prosas que solo una deidad podría escribir con tanta delicadeza.
Aquello sería inimaginable, totalmente inaceptable. Él se amaba, pero nada evitaría que se comparase con aquellas féminas semejantes a pequeñas hadas. Él preferiría que volasen e hiciesen lo que sea que a ellas les apasionase, no las obligaría a verle echar rayos y centellas por una envidia a algo tan tonto y superficial como lo era la belleza externa.
—Piensas mucho, hijo, pero debes saber que los matrimonios no son para siempre.— la voz irritada de su padre llamó su atención. Su mirada gris estaba oscura y apagada como de costumbre, sin embargo un brillo extraño parecía prender sus orbes en fuego, un fuego raro. —Algún día tendras a tu esposa, la futura reina, tendrás a tus cachorros pero una reina no es suficiente para los alfas de nuestra clase, ¿comprendes?
El de cabellos negros como el carbón se limitó a asentir con obediencia. Él sería el rey algún día, debía escuchar y catar los consejos que su padre le daba. Él era un buen rey con su gente, no podría decepcionarlos de esa forma jamás.
Su mente codiciosa de preguntas vagó en aquel extraño consejo. Una no era suficiente. ¿Por qué no lo era? ¿Acaso era de buena suerte tener tantas esposas? ¿Ellas le darían la bendición cuando fuese a liderar a todo un ejercito? ¿Acaso ellas eran todas diosas? Un ejercito de diosas, entonces era por eso que nadie tocaba a su reino.
Él sonrió. Su padre era digno de admirar.
—No vayas a decirle a tu madre que te he traído. Comenzará a hacerte ideas extrañas y no necesitamos a esa inútil para que seas el hombre del mañana.— rugió el rey.
Él asintió con desconfianza. Inútil. ¿Por qué habría de serlo? Toda persona tenía un propósito en el mundo, ¿entonces por qué serlo? Sunghoon creyó que su padre había exagerado, por lo que no tomó aquel consejo. Era un niño grande, podía diferenciar entre un gran consejo y una tremenda burrada.
—Venga, cambia esa cara, cuando seas un poco mayor podríamos extender el harén y solo tal vez encontrar a un omega macho al que dominar.
Aquellas palabras salieron de su progenitor con tanta frialdad que los cabellos del heredero se erizaron. Dominar. ¿Por qué lo haría? Aquella palabra era agresiva, algo que solo una cosa semejante a una bestia haría. Pero su padre se había referido a ello con naturalidad.
¿Acaso él lo hacía? Dominar, ¿se le hacía común y corriente? Sunghoon no quería algo como aquello. Encontraba la idea aterradora. Dominar tierras era algo, ¿pero una persona? ¿Acaso aquello era posible? Él se comenzó a preguntar.
Lo meditó unos segundos. Él tendría que hacerlo cuando fuese el rey. Y de pronto la preocupación invadió su cabeza. Su padre lo hacía, entonces él tendría que hacer algo similar cuando creciese y se convirtiese en rey.
Un hormigueo sacudió sus extremidades y fue imposible el no frotarlas entre sí. Vio a cada una de las omegas, todas le veían con aquellos ojos grises, oscuros y apagados como los de su padre. Él intentó pensar que solo le estaban deseando el bien en sus cabezas, después de todo en ellas la Luna se reflejaba. Y la Luna no desamparaba a sus hijos.
Él formó una sonrisa fingida hacia su padre cuando lo recordó. Él haría todo eso necesario cuando fuese mayor, y solo hasta entonces habría perdido el miedo a hacer las cosas que las personas grandes hacían.
Por supuesto que lo haría. Él lo haría. Sería un gran rey como su padre. El rey que su pueblo necesitaba.

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GEFANGEN [JAKEHOON]
FanfictionSunghoon nació en una cuna de oro, él nunca necesitó ni necesitaría algo más que seguir la tradición familiar para tenerlo absolutamente todo. Historia corta y actualizaciones lentas. 9/22/23 ?????