Capítulo 1

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Un bosque primitivo frondoso lleno de vegetación con abundante vida, a unos metros estaban un arroyo impecable cristalino libre de suciedad, el sol brillando en lo más alto, el viento de la naturaleza era tan puro que limpiaba los pulmones y arrastraba las pocas nubes en el cielo, donde surcaban algunas aves difíciles de distinguir por la altitud del vuelo.

Todo parecía una fantasía de ensueño, muy hermosa en verdad.

En medio del bosque, reposando sobre una gran y angosta roca había una chica de cabello castaño rizado revuelto hasta los hombros; de piel clara y suave; había un tenue camino de pecas en su rostro, atravesando la mitad del puente de su nariz de punta redonda; pestañas largas encrespadas; ojos marrones; labios rosados naturales; rostro redondeado; cuerpo robusto y formado.
Vestía una pijama kigurumi de color negro, portando una cola y capucha con orejas anilladas para asimilar la apariencia de la criatura en la que fue inspirada para su confección (Umbreon), y andaba descalza.

Ella era Adilet.

---Está muy dura la cama... ---murmuró con clara incomodidad, sus ojos almendrados permanecían cerrados.

Intentó cambiar a una posición más favorable, cosa que no funcionó. Sus manos se deslizaron y cayó rodando de la roca hacia el suelo, manchando con polvo y tierra la prenda de vestir.

Su sueño fue espantado gracias a la dolorosa caída.

---Ayyy~ ---estando boca abajo trató de levantarse, pero dejó salir un leve quejido adolorido y solo se sentó.

Miró las palmas de sus manos, estaban raspadas y con rasguños superficiales, aunque la mano derecha tenía un gran corte diagonal, como si hubiera manipulado mal un cuchillo de cocina, y la sangre brotaba lentamente.

---¿Por qué me...? Oh, mierda.

Percatándose del entorno que le rodeaba comprendió que fue transportada a otro universo aleatorio cuando se durmió, algo común para ella y que ocurría en el momento menos adecuado: cuando quería tener una noche de sueño tranquilo y relajante.
Sin embargo, esta vez le llamó la atención aparecer en medio de un ecosistema libre de contaminación y sin la intervención del ser humano.

Respirar el aire tan limpio parecía una adicción.

---Igual no está mal ---una sonrisa se estaba formando en su rostro, la cual no duró demasiado al apoyar las manos en el suelo para tratar de levantarse, causando que los raspones y el corte ardieran por la exposición a la tierra---. ¡Ay, cochinada! ¡Se me olvidó!

Sin dudar se levantó apoyando los codos en la roca, siseando por el ardor de sus manos, dirigiéndose hacia el arroyo que estaba a unos metros de distancia. Las piedritas en el suelo dificultaron su andar, lastimando un poco sus pies. Agachándose al borde del arroyo metió las manos en el agua, refrescando y aliviando las heridas.

---Que satisfacción ---suspiró reconfortada, haciendo movimientos circulares para librarse de la suciedad de sus manos. Con las manos metidas en el agua las volteo comprobando el estado de sus palma, pensó---. El corte está feo, duele y es incómodo mover la mano derecha... ¿Habrá alguna ciudad o pueblo cercano por aquí?

No alcanzó a mover ni un músculo cuando de repente una silueta enorme pasó volando por arriba de su cabeza, la velocidad había provocado una ráfaga de viento que le bajó la capucha y su cabello rizado bailó al compás del movimiento. Al mismo tiempo, algo se estrelló contra el suelo, generando una cortina de polvo en el área.

---¡¿Qué pasó?! ---exclamó ya en pie.

Volteó entrecerrando los ojos, posando el brazo delante de su nariz y boca evitando inhalar el aire. Espantando la cortina de polvo con la mano izquierda se acercó cautelosa hacia el gran bulto desigual que estaba quieto en el suelo, mayor fue su sorpresa al descubrir que ese bulto se trataba de un gran animal de hermoso pelaje gris azulado, rayas oscuras y parte inferior tan blanca como la nieve.

✨Las Bellas Bestias y Yo... ¿Ah? ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora