5. No, I can never let her go

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Danielle salió del aula con el peso del arrepentimiento apretándole el pecho. El recuerdo del fin de semana anterior la perseguía como una sombra insistente. Había dejado ir a Haerin, y ahora se daba cuenta de de lo mucho que lamentaba esa decisión.

Buscó a su mejor amiga, Hanni, entre la multitud de estudiantes que llenaban los pasillos. La encontró apoyada contra su casillero, texteando en su móvil con una tonta sonrisa en el rostro. Danielle se acercó con pasos decididos y puso una mano en el hombro de la azabache, quien la miró con una ceja arqueada.

—¿Qué pasa, Dani?— preguntó Hanni, guardando su dispositivo y notando la preocupación en los ojos de su amiga.

Danielle suspiró, buscando las palabras adecuadas. —Hanni, necesito hablar contigo sobre Haerin. No dejo de pensar en lo que pasó ese día en la fiesta en casa de Heeseung.— dijo finalmente, con la voz ligeramente temblorosa.

Hanni asintió y caminó tomando la mano de la contraria, indicándole que la siguiera para llegar a un pasillo poco concurrido y tranquilo. Conocía la situación y entendía el remordimiento que Danielle sentía. 

—¿Qué piensas hacer?— inquirió.

—No lo sé, ugh, ¿qué se supone que se debe hacer en estos casos?— Pasó las manos por su rostro, verdaderamente frustrada.

—Para empezar, no te culpes. Es obvio que no esperabas que esos tontos llegaran a arruinar todo.— Hanni rodó sus ojos. —Si te sientes mal por no haber hecho algo al respecto, pues... todos cometemos errores. No es relamente tu caso, pero si sientes que cometiste uno, también tienes la oportunidad de enmendarlo.— Danielle asintió, agradeciendo el consejo de su amiga. 

—...¿Por qué no la buscas? Quizás sea el momento de hablar con ella.

—¿Hablar con ella? ¿Qué puedo decirle?— Cuestionó en un tono apagado.

La solución que Hanni propuso fue clara y directa. 

—Deberías ir a la biblioteca y hablar con ella. Sé sincera, Dani. Haerin merece saber cómo te sientes.— La vietnamita palmeó con suavidad la espalda de la contraria. —Te veré a la salida con Wony... o si tal vez hoy irás a casa por tu cuenta, avísanos.

Hanni guiñó divertida y se puso de pie para ir a su última clase, la cual no compartía con Danielle. Esta última quedó inundada de pensamientos, pero ya decidida a hacer algo de suma importancia después de clase.



Tal y como se lo había propuesto a sí misma, llena de convicción y valentía, se dirigió hacia la biblioteca con el corazón latiendo fuertemente en su pecho. 

Al llegar estudió el lugar hasta encontrarla. Allí, entre los estantes repletos de libros, encontró a Haerin sentada en una esquina, en su lugar de siempre, absorta en un libro de lo que parecía ser el mito clásico de Eros y Psique.

¿Cómo es que puede verse tan atractiva haciendo algo tan común y cotidiano como lo es leer un libro? 

Fue algo que no pudo evitar pensar observando desde la lejanía. Finalmente tomó aliento, intentó disipar sus nervios y se acercó con determinación.

—¿Haerin?— la llamó tímidamente.

Haerin levantó la mirada, sorprendida al ver a Danielle. Sus ojos se encontraron y, por un instante, la australiana creyó perderse en esos bellos orbes.

—Danielle.— dijo Haerin con una sonrisa suave. —¿Qué haces aquí?

La castaña se mordió el labio inferior, nerviosa pero decidida. —Necesitaba hablar contigo. ¿P-podemos salir un rato? si no estás muy ocupada, por supuesto.

𝘿𝙄𝙏𝙏𝙊 - 𝘿𝘼𝙀𝙍𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora