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Tres días después recibí tu llamada, muy inoportuna si te digo que me llamaste a las 4 am; bastante oportuna si te digo que yo tampoco podía dormir.

Me puse una camisa de franela, mis pantalones de chandal y Vans rojos. Salí caminando de mi casa, con cuidado de no hacer ruido y fui hasta el café.

Me pediste estrictamente que nos viéramos ahí, pues allí te sentías segura.

Abrí la puerta y saludé a Greg con la mirada, quien usualmente tenía el tomaba el turno de la noche.

Estabas sentada en la mesa donde nos conocimos, un frapuccino caliente frente a ti con la marca de tu lápiz labial rojo en uno de los extremos.

Me senté y por fin pude ver tu rostro con claridad.

En ese momento creí que las bolsas debajo de tus ojos eran aún más bonitas que cualquiera de diseñador.

Me sonreíste sin ninguna razón, recuerdo perfectamente que la mayoría de tu labial había desaparecido de tus labios, pero aún había un rastro que le daba algo de color a tus labios.

Tus manos temblaban, agarrabas con nerviosismo el vaso de cartón y me hizo preguntarme si pensabas llevártelo a casa.

Me mirabas a mí, al café, a Greg, al piso y a cualquier parte.

Tu cabello se veía enredado, a lo mejor así era siempre. Llevabas un abrigo de piel marrón y una bufanda rosa que no combinaba ni un poco con tus botines rojos.

Reíste mientras las lágrimas caían por tu hermoso rostro, las limpiaste con rapidez e intentaste poner una sonrisa. Una sonrisa que pronto se torció y mojó con todas esa lágrimas que venían de tus ojos.

Estiré mi mano y agarré la tuya.

Tus dedos largos, tus uñas descuidadas y tu piel suave y morena parecía encajar perfectamente conmigo.

Acaricié tus nudillos y sorbiste tu nariz, mientras con tu mano libre limpiaste las lágrimas.

"¿Qué está mal?" Te pregunté.

"...todo." Me susurraste, y a pesar de que estaba seguro que te sentías como la mierda en ese momento, pusiste la mejor sonrisa que he visto en meses.

Llena de fuerza y valentía.

Porque, Shae, me di cuenta que a pesar de que la vida fuera mala para ti, tú siempre decidías ver el lado bueno. Vives el hoy, no el mañana o el ayer.

Vives en el presente y siempre sabes cómo salir adelante.

Por eso, justo por eso, me gustas.

Me gustas de azul, me gustas de blanco, me gustas de rojo y de todos los colores posibles.

Me gustas con coraje, me gustas con tristeza, me gustas con dolor.

Me gustas cómo la nieve y el frío invierno.

Me gustas llorando o sonriendo.

Me gustas cuando estás conmigo...o cuando no.

Somebody♛a.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora