Capitulo 42 Ganaste

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Hola espero que me perdonen, cuidense los quiero.
Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi, solo me pertenece la trama.

***

Habían pasado algunas semanas desde el terrible día en que Darién muriera. Reih se encontraba en su juicio por el secuestró de Chibi chibi. Se había vestido lo mejor posible, para dar una apariencia de falsa seguridad, pero a pesar del vistoso traje, ya no era la misma, pues su larga cabellera azabache había sido sustituida por las terribles cicatrices que se hiciera al caer del edificio, su hermoso cuerpo aún era el mismo, pero en su cara también habían quedado cicatrices que la hacían verse tan horrible como era su interior, en verdad su aspecto físico era muy desagradable e incómodo de ver.

 Se había vestido lo mejor posible, para dar una apariencia de falsa seguridad, pero a pesar del vistoso traje, ya no era la misma, pues su larga cabellera azabache había sido sustituida por las terribles cicatrices que se hiciera al caer del edif...

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En la sala se encontraba Diamante, Zafiro, Molly y Kelvin, Mina, Amy, Yaten, Taiki y por supuesto Seiya.
- Señorita Hino... tiene usted serías acusaciones... Y en base a las evidencias presentadas, tengo ya un veredicto. - Dijo el juez. - En el juicio por fraude, evasión fiscal y abusó de confianza se le encuentra culpable y se le sentencia a diez años de prisión... En el juicio de intentó de homicidio en contra de la señorita Serena Tsukino se le encuentra culpable y se le condena a diez años de prisión... En el juicio de secuestró, en contra de la menor Serena Kou se le encuentra culpable y se le condena a veinte años de prisión, esto suma 40 años de cárcel, cumplirá su condena en el penal de máxima seguridad de Tokio. No saldrá libre hasta que pague su deuda con la sociedad. Es todo... Pueden retirarse. - Dicho esto el juez se levantó y dejó la sala entre los murmullos de las personas ahí reunidas.
- ¡No! ¡Seiya... No dejes que me lleven... Todo lo hice por amor... ¡Te amó! ¡Por favor! ¡Ayúdame! - Gritaba con desesperación, pero Seiya no respondió, se limitó a mirarla en silencio, preguntándose en que momento se había convertido en un monstruo, y también odiándose, por haber creído amarla alguna vez.
- Es mejor que nos vayamos. - Le dijo Taiki.
- ¡Pobre Reih! De verdad que todo le salió mal, ahora pagará todo el daño que ha causado. - Dijo Amy con cierta tristeza.
- Sólo tiene lo que se merece. - Dijo Molly con rencor.
- Vamos Molly, no me gusta oírte hablar así. - Le dijo su prometido.
Ella asintió con resignación y se despidió.
Todos la imitaron y salieron de ese lugar que estaba cobrando un poco de justicia a los muchos sufrimientos de Serena.
***
Reih nunca se imaginó que podría estar en un lugar tan deprimente, sólo de saber que estaría ahí el resto de su vida, la hacía estremecerse de rabia y miedo mezclado.
- Entrega aquí tus pertenencias, cuando salgas se te regresará. - Le dijo una mujer de aspecto robusto y mirada intimidante, el sarcasmo en su voz era evidente.
- ¡Esto es muy caro! No puedo dejarlo aquí. - Replicó.
- Mira - Dijo la mujer sujetando el escaso mechón que le quedaba. - Tú no vienes a decir lo que tenemos que hacer. Y dejame recordarte que aquí no eres nadie, y si no obedeces te puede ir muy mal. - Dijo soltándola con brusquedad.
- ¡Ponte esa ropa! Pero rápido que no tengo todo el día. - Le dijo otra arrojándole un traje de presidiaria.
Reih obedeció mirándolas con odio puro, mientras ellas sonreían con cinismo.
La guiaron a una celda tan deprimente que sintió náuseas de solo sentir el fétido olor que salía de ahí.
- ¿A la Princesa no le gusta? ¿Prefiere que le dé la Suite Presidencial? - Dijo con ironía.
- No puede dejarme aquí... Con esta mujer. - Dijo, al ver la mirada de la mujer que iba a ser su compañera.
- Vamos Primor, nos divertiremos mucho tu y yo. - Respondió mientras acercaba su nariz. - Hueles bien... Hace mucho que no tenía una mujer limpia aquí... Te aseguro que me encargaré personalmente de tí. - Dijo pasando la lengua por su mejilla, ante la cara de asco de Reih que de sólo sentir su horrible aliento no pudo evitar vomitar.
- ¡Vamos muñeca! Tú tampoco eres una belleza, estás coja y horrenda con esas cicatrices, aunque se ve que fuiste muy atractiva. - Dijo empujándola al camastro.
- ¡No puede dejarme aquí! - Gritó tratando de levantarse, pero las mujeres se encogieron de hombros y se fueron.
- ¡Siii! ¡Carne fresca! - Gritaron más mujeres afuera de la celda.
- ¡Hey! ¡Es mía! - Les gritó la que estaba adentro.
- ¡No es justo, tú siempre quieres a las nuevas! -
- Ya sabés... La que manda soy yo, y si digo que quiero probar a la nueva, así será, después pueden seguir ustedes. - Dijo volviéndose a Reih para quitarle la ropa.
- ¡No! ¡Por favor! ¡Le hablaré a la celadora! - La empujó tratando de defenderse.
- Ya te dije... Aquí la que manda soy yo... Nadie vendrá a ayudarte... Además... Ya escuché de ti... Se que secuestraste a una niña... Mira que eso es muy enfermó, ni yo me atrevo a dañar niños... Eres tan perversa como nosotras... Así que cállate y coopera... Te va a gustar más que los hombres... - Dijo sacando de abajo del camastro varios juguetes sexuales. - Ya estaba preparada... Además... No tendrás hombre en lo que te queda de vida... Y de una vez te digo que serás mía siempre que quiera... Y de mis compañeras... - Dijo tocando su cuerpo de forma obscena.
Reih nunca se imagino vivir ese infierno... Que irónicamente alguna vez deseo para Serena, cuando contrato a Darién para que la violará.
- ¡Maldita Serena! Todo esto es culpa tuya... Te odio. - Pensaba mientras las mujeres la violaban, una lágrima resbaló por su mejilla, por las terribles humillaciones que estaba sufriendo.
- ¡No llores! - Grito exasperada la cruel mujer y le dió un golpe que la hizo sangrar.
Los días se sucedieron igual uno tras otro, si no era ella, era otra... Siempre haciendo con ella toda clase de cosas que jamás imagino siquiera... Había días en los que deseaba haber muerto junto a Darién... Pues vivir en ese infierno era peor que la muerte.
Por fin días más tarde decidió que no podía seguir viviendo, así que en cuanto tuvo oportunidad se cortó las venas para por fin dejar esos espantosos días en la cárcel que fueron como el pago a todo el daño causado a Serena.
***
Seiya fue al reclusorio al ser avisado para reclamar el cuerpo.
La sorpresa fue muy desagradable, Reih tenía innumerables golpes y la ropa estaba rasgada, se veía que no la había pasado nada bien ahí en la cárcel.
Decidió que debía hacer un funeral pues a pesar de todo lo que había dañado a la mujer de su vida, era un acto de humanidad hacía ella, que lo había amado con un amor de esos que ahogan.
***
El funeral fue aún más deprimente que el de Darién, pues solo fueron Amy y Mina, ya que Taiki, Yaten y mucho menos Molly quisieron asistir.
Seiya se quedó unos minutos ahí, era la despedida, por fin dejaría en paz a Serena, todo había terminado, él estaría tranquilo junto a su hija, pero sin su amada Bombón. Al final Reih había logrado separarlos.
- ¡Ganaste! Lograste lo que querías, me separaste para siempre de mi Bombón. Aún aquí no puedo entender porque nos hiciste tanto daño... Sólo Dios sabe lo que tú mente perversa máquinaba. Hasta nunca Reih. Esperó poder perdonarte algún día, pues estoy tan muerto como tú, desde que mi Bombón se fue. -
***
Serena salió del hospital semanas después, su estómago había crecido unos centímetros y se veía encantadora, la Reina Rubí y Esmeralda estaban con ella platicando de cosas del reino pero ella no ponía mucha atención aún sentía tristeza por la muerte de Darién y se preguntaba qué había pasado con Reih.
- Alteza, su majestad... Hay una persona esperando a ver a la Princesa. - Dijo una doncella, haciéndola volver a la realidad.
- ¿Quién es? - Preguntó la Reina.
- El señor Seiya Kou. -
La Reina se puso de pie, a la defensiva, sabía que Seiya le había causado mucho daño a la esposa de su hijo, y eso lo convertía en alguien indeseable para ella.
- Pídale que se marche. - Dijo la Reina.
- No... Hazlo pasar... Deseo hablar con él. - Dijo Serena.
- Pero... -
- Estaré bien... Hicimos las pases por el bien de mi pequeña. Diamante lo aprueba. - Dijo para tranquilizarla.
- Está bien... Me marcho a mi habitación, si me necesitas sólo habla. - Dijo con cierta renuencia, y Esmeralda la siguió.
- Así lo haré. -
Seiya entró en la lujosa estancia, que en cierta forma lo hacía sentir algo pequeño, a pesar de ser un hombre millonario, jamás podría comparar su fortuna con un Reino, la estancia era exquisita al igual que su amada, que se miraba maravillosa con su carísimo traje de maternidad hecho a medida.
- Me alegra verte mejor. Te ves preciosa. - Dijo con nerviosismo.
- Gracias... Ehhh... Toma asiento... A qué debo tu visita. - Dijo acomodando un mechón rubio tras la oreja con nerviosismo, algo que a Seiya le pareció adorable.
- Reih... - Dijo y notó la tensión que el nombre le provocó a Serena. - Ella... Murió. - Dijo por fin.
Serena se llevó la mano a los labios en un intento de ahogar un gritó, por la impresión que la noticia le causó.
-Por favor... Tranquilízate... No quiero que te pongas mal... Tenías que saber... La empresa y lo poco que quedaba de su fortuna ahora pasarán a tus manos... Será el pago de la deuda que tenía contigo. - Añadió.
- Ese dinero no me pertenece... No lo quiero... - Dijo con voz llorosa.
- Ya está hecho... La ley asi lo dispuso. -
- ¡No! Lo regalaré si es necesario, pero no lo quiero. -
- ¿Es que ahora ya tienes tanto dinero que no lo quieres? ¿Te parece muy poco? - Dijo con ironía.
Serena lo miró con rabia y el desvío la mirada avergonzado.
- Puedes realizar ese proyecto que deseas, para las mujeres que sufren violencia y drogas. - Dijo para convencerla.
- Está bien, lo pensaré y tal vez acepté hacer lo que me dices. -
- Gracias... Se que harás lo mejor, Yo... Me retiró... Eso fue lo que tenía que decir. - Dijo, levantándose y se fue, Serena se sintió muy preocupada de lo que su marido pudiera decir, pero era algo que no podía ocultar.
Salió cabizbajo, se daba cuenta de que su Bombón nunca sería suya nuevamente y él debía olvidarla, aunque se le fuera la vida en eso.
***
Bueno este es una parte del final, esperó que les guste y cuidense muchi
Los quiero...
Dam Frost.

engañó de amor 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora