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Rechazar todo lo que venía de spreen era difícil, no estaba acostumbrado a verlo tan tranquilo e introvertido, era como si fuera una persona totalmente diferente, pero a la vez, siendo él mismo. Lograba notar hasta la más mínima cosa, dándose cuenta que de cierta manera, estaba cambiando. No quería caer ante esas cosas, mentir era demasiado fácil, pero seguía sin entender por qué hacía todo eso si se supone que no lo quería como antes, él mismo se lo había dicho, y ya no quería caer ante más mentiras, estaba muy desconfiado.

El día de clases por fin había acabado, caminó con su mochila y algunos libros hacia la salida, pero un auto negro brillante muy llamativo captó su atención rápidamente.
Era el auto de sus padres.

Muy confundido siguió caminando, ni siquiera quería saber qué hacían ahí, solo le interesaba que su cuenta tuviera el dinero suficiente cada mes para seguir manteniéndose, porque desde pequeño, sus padres le habían demostrado que con dinero siempre estaría bien, que no los necesitaba a ellos como su familia.

-¡Juan!- lo llamaron, pero él siguió caminando como si nada, sintiendo el enojo apoderarse cada vez más- ¡Juan, detente!- volvieron a gritar, y no le quedó de otra más que ser obediente para no seguir llamando la atención de los que pasaban a su alrededor.

Se giró hacia ellos, su madre lo saludó desde lo lejos con una enorme sonrisa, vestida con ropa lujosa y algunas joyas, al igual que su padre que no hizo más que hacer un movimiento de cabeza como saludo. Camino hacia ellos, sintiéndose nervioso, habían pasado años desde la última vez que los vio, y no podía decir que estaba feliz con su presencia.

-Juan... Hola, hijo-saludó su madre al tenerlo enfrente.

-¿Qué hacen aquí?-preguntó con frialdad.

-Queremos hablar contigo, sube al auto-ordenó su padre antes de entrar, ignorando completamente lo demás.

-No, yo me largo, no tengo nada que decirles y no quiero escucharlos-
empezó a caminar en sentido contrario, pero su madre tomó su mano rápidamente y lo detuvo.

-Ven con nosotros, por favor-lo miró con suplica, algo que no había visto en ella nunca.

juan se soltó de su agarre, y sin decir nada más, se metió al auto, auejándose en voz baja y sin dirigirles la palabra.

En la salida de la universidad, Iván y Rodrigo vieron la escena un tanto confundidos, Spreen reconoció a los padres de su ex novio y sabía perfectamente que eso significaba problemas.

[...]

Juan: Diecinueve

spreen: Veinte

Juan no creyó que necesitara a sus padres, no después de haberlo abandonado cuando tenía cuatro. Luego de la muerte de su abuela, se sintió verdaderamente solo, su única familia eran spreen y la señora Buhajeruk, ni siquiera sus propios padres se sentían familiares para él. No los odiaba, eso era seguro, sin embargo, no quería saber nada de ellos, y mientras más pasaba el tiempo, supo que sus padres tampoco querían saber nada de él.

Pero ese sábado, había dejado una huella de dolor en su corazón, ese sábado que se encontró a sus padres en aquel centro comercial. No se detuvo a pensarlo, por lo que, sin darse cuenta, ya se encontraba caminando hacia ellos dentro de un lujoso restaurante, solo quería saber por qué estaban ahí, y porque no le habían avisado, según él, estaban viviendo en otro país, se sentía herido, porque por más que dijera que no le importaba, sus acciones demostraban lo contrario. spreen trató de detenerlo, quiso hacerlo entrar en razón, pero ya la situación se le había escapado de las manos, no podía incluso meterse, era asunto familiar en el que él no tenía nada que ver, solo le tocaba estar pendiente de que Juan estuviera bien.

We can try again | Spruan auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora