El desencadenante #21

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Wolframio Wolferson ~

−Wolframio...− murmuró la ajedrecista al borde del llanto− ¿Qué... qué es esto? −

El Tigre se maldijo por mirar fijamente los ojos transparentes de Xiomara. Hubiese preferido mirar a Medusa y convertirse en piedra. Pues los ojos de la joven eran tan transparentes, tan cristalinos que vio su reflejo diminuto atrapado en sus pupilas como en un espejo empañado.

Wolframio sintió un escalofrío. Quien mostraba el reflejo no era él. Aquel Wolframio que reflejaban los ojos de Xiomara era el Wolframio que ella veía. Y desde sus ojos, Wolframio se veía como una versión mejorada de sí mismo que no se parecía en nada al real.

Una versión que acababa de romperse en pedazos; pues cada vez las lágrimas empañaban más sus pupilas y el Wolframio ideal se disolvió con el vaho hasta desaparecer.

−Creía que...− continuó la prisionera

− ¿Creías que habías hecho un amigo? – acabó Flouraura por ella− Siento decepcionarte, pero solo te estaba utilizando− señaló a Wolframio− Que sepas que él es El Tigre, el asesino más despiadado y escurridizo de todos los tiempos−

La ajedrecista le buscó con la mirada para corroborar que lo que decía era verdad

−Es cierto− admitió él sin mirarla a los ojos

−No creas todo lo que ves, bonita− terminó diciendo la espía

Xiomara estaba al borde del colapso. Más que el terrible descubrimiento acerca de la verdadera identidad de Wolframio, lo que más le importaba era que el campeonato del mundo estaba a punto de empezar.

Y si no acudía la eliminarían del torneo.

−Por favor, ¿podríais soltarme? − suplicó− Llego tarde a un sitio, y si no me presento se alarmarán−

−Dejarla ir− pidió Wolframio− No ha hecho nada−

Sin embargo, Melnikov no estaba dispuesto a soltarla tan rápido:

− ¿Cuál es ese sitio tan imprescindible al que no puedes faltar? – se interesó

Xiomara se mordió el labio. No podía decirles la verdad, no podía decirles que era Mulán, la ajedrecista del momento, la candidata favorita de las encuestas a pelear por la corona mundial e hija de uno de los hombres más ricos de China.

Porque en cuanto contactasen con su padre, la arrastraría a su casa y la encerraría hasta envejecer.

−Una cena familiar− se inventó

−No pienso arriesgarme a que le cuentes todo a tu familia−

−No lo haré− se apresuró a aclarar− Lo prometo−

−Una promesa no vale nada, ¿cómo sé que cumplirás tu palabra? – el presidente seguía con escepticismo

−Por favor, déjeme ir− suplicó Xiomara entre sollozos− Necesito verlos, hace años que no nos reunimos todos, por una vez quiero sentir que somos una familia unida, que no estoy sola frente al mundo, quiero sentir su calor y su apoyo, sus palabras bonitas y su mirada comprensiva, quiero... −

No pudo continuar. Se le inundaron los ojos y la garganta de lágrimas porque sabía que esa familia nunca sería la suya.

−Cálmate− le ordenó Melnikov− Te dejaré ir con tu familia, pero a cambio deberás trabajar para mí−

Al escuchar esas palabras los músculos de Flouraura se tensaron

−Acepto−

Xiomara aún estaba a tiempo de llegar a jugar la primera partida del campeonato. Había hecho muchos sacrificios para conseguir su sueño, y ahora que estaba tan cerca otro más no parecía suponerle un gran impedimento.

Sin embargo, no sabía que estaba firmando un trato con, como Wolframio diría, un manipulador. 

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