La Voluntad D

Capítulo 5

La Nueva Era se había convertido en el objetivo prioritario de uno de los hombres más importantes de la Vieja era, de uno de los hombres que mantenían la calma en el Nuevo Mundo y mantenía el equilibrio de poderes con la Marina. Ese mismo hombre había iniciado uno de los eventos más importantes de los últimos años, uno de los eventos que marcarían para bien o para mal la historia. Y ese mismo hombre había puesto por encima de sí mismo la vida de sus "hijos" a la suya propia abandonando su vida y seguridad aceptando su propio destino y final del camino en aquella batalla del infierno, portando siempre su naginata con su mano derecha siendo la guía de tremenda arma legendaria.

La Marina tenía como objetivo la muerte de Portgas D. Ace y, si era posible, matar al hijo de Dragon y al segundo hijo de Gol D. Roger que había aparecido al poco de iniciar el conflicto entre marines y piratas aliados de Shirohige. Y también habían convertido al Yonko como un objetivo para sus ataques, más ahora que lo tenían peleando completamente solo contra ellos, como si fuera algún tipo de hombre inmortal.

Edward Newgate era conocido por su inmensa fuerza, por el poder de su fruta paramecia que lo hacía capaz de "destruir el mundo con sus propias manos" y dejar cientos de muertos con un simple movimiento de sus extremidades. Causar maremotos, tsunamis y terremotos capaces de destruir Marineford si él realmente lo quería, lo que dejará a la Marina sin el cuartel emblemático que tenían, sin una base desde la que organizar los movimientos contra los piratas y rebeldes. Sin embargo, Edward no deseaba la destrucción de Marineford o de la muerte de los almirantes y marines presentes en la guerra. Como el padre que era, Shirohige se sacrificó para dar tiempo a sus hijos de sobrevivir, para que la Nueva Era creciera bajo la mirada angustiada de los marines. De Marineford saldrían aquellos piratas que cambiarían el mundo, o ese era el pensamiento del viejo pirata que está parado frente a los hombres más importantes de la Marina, sin bajar la mirada, sin retroceder.

Con ojos oscurecidos, con la sangre goteando de su torso y rostro, Edward Newgate se mantuvo de pie ante los envites de los marines sin demostrar temor. Sin embargo, los marines que pelearon con él fueron llevados al fondo del mar, con los dioses del océano.

―Akainu―la voz salió gutural, cavernosa. El Haki del Conquistador había estado presente segundos antes, provenientes de Sombrero de Paja, quien ahora estaba completamente inconsciente, con los ojos blancos―. Yo voy a arrancar tu cabeza hoy.

La "victoria" había llegado a las manos de la Marina momentos antes, después de que Shirohige separara a piratas y marines por una enorme brecha en la tierra, dejando a los piratas mucho más cerca del mar que a los marines. Pero Sakazuki había llegado hasta el objetivo del Gobierno Mundial. Había utilizado a Sombrero de Paja como un señuelo sabiendo que Ace protegería a su hermano y mató al hijo de Roger con su propia mano tras provocarlo con palabras lacerantes, con insultos hacia la figura de Edward, quien fue como un segundo padre para Portgas D. Ace.

Por supuesto esto generó reacciones diversas.

Monkey D. Luffy presa del dolor generó una onda de Haki del Conquistador tan fuerte que desmayó a cientos de piratas y marines por igual, convirtiéndose en el objetivo de los almirantes y marines a ser verdaderamente un peligro. Pero esto generó dos reacciones. Shirohige lo reconoció y procedió a convertir al hermano de Ace en un icono y un pirata a seguir protegiéndolo y dejándolo bajo su ala y se convirtió el objetivo de protección del segundo hijo de Gol D. Roger.

La segunda reacción provino de Monkey D. Garp, abuelo biológico de Luffy y abuelo adoptivo del mismo Ace. El vicealmirante de la Marina fue a por Akainu. Iba a arrancar su cabeza, pero fue detenido por su viejo amigo Sengoku, quien lo empujó contra el suelo conociendo los pensamientos de Garp, siendo uno de ellos su propio reproche contra sí mismo por no ayudar a Ace a pesar de las palabras de su nieto adoptivo, una herida que levaría por el resto de su vida.