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"Lo siento, Will, no está aquí. Creo que fue al bar de Foolish hoy" Dijo Melissa, tomando un sorbo de su cerveza. "Dile que le mando saludos"

Wilbur le sonrió. Salió del bar. De nuevo al frío de la noche.

Lo que no sabía era que Alex estaba en la misma situación. El las calles húmedas, lluviosas, frías. Lo habían echado del bar. Ni siquiera sabía por qué. ¿Era por querer trabajar?¿Había sido por una ligera propuesta indecente a un hombre?

Las calles estaban solas. Tomó algo de aire.

“¡Todos son unos imbéciles!”

Sonrió en cuanto gritó eso. Sonrisa que pronto se convirtió en una sonora risa. Necesitaba sacar todo eso. Se sentía bien reír, gritar.

De repente, su cuerpo, ese hermoso cuerpo, con anchas caderas y marcadas curvas, se sintió como su hogar.

“Con que así es sentirse bien con uno mismo…”

Deshizo su peinado, conformado sólo por ese lindo listón rojo que tanto significaba para él. No lo dejó, claro que no. Lo guardó en su abrigo. No quería perder esa parte tan preciada de su historia.

“Yo creo que este hermoso chico se merece algo de amor” Dijo, para volver a soltar una risa descontrolada.

Caminó, cantando canciones a todo pulmón. Cualquiera que lo viera pensaría que había enloquecido. Cualquiera que estuviera en la misma situación diría que por fin parecía estar feliz.

Gritos, risas, insultos, canciones salían de esos hermosos labios rojos. Gotas de lluvia mojaban sus hombros expuestos.

Chocó contra alguien. Su sonrisa se amplió más, si eso era posible.

“¡Wilbur!”

Lo abrazó con fuerza. Inhaló el fuerte olor de su colonia. Soltó un gemido ante eso. Wilbur, al escucharlo, se sonrojó.

“Alex…¿Qué haces aquí?”

“¡Aquí trabajo!” Lo miró, sonriente. “Paso más tiempo en los brazos de pervertidos, como tú, que piden mis servicios, que en mi propia casa”

Wilbur no sabía cómo reaccionar. Alex se acercó más a él.

“Wilbur, quiero que me toques…” Murmuró Alex, ya sin sonreír. “Quiero que me toques, cometer tantos pecados, sentir tantas cosas”

Miraba sus labios. Acariciaba su pecho. Tomó sus manos y las puso en su cintura.

“Por favor, Will…en serio te necesito…”

“No puedo aquí, Alex” Acarició su cintura. “Vamos a mi casa. Ahí te puedo hacer todo lo que quieras hasta que estés satisfecho”

Alex volvió a sonreír. Asintió, emocionado. Wilbur devolvió la sonrisa. Tomó su mano y lo llevó hasta su casa. En cuanto cerró la puerta con llave, Alex se abalanzó sobre él. Lo besaba.

Apasionado.

Necesitado.

Desesperado.

Wilbur correspondió al beso. Le quitó el abrigo a Alex, sin importarle a dónde cayera. Lo cargó por los muslos. Subió las escaleras hasta su cuarto.

No podía tener una casa tan grande y vivir solo. Era evidente que estaba divorciado.

Tiró a Alex a la cama y se puso encima de él. Fue a su cuello. Besó, mordió. Los labios de Alex estaban separados. Soltaba quejidos y gemidos. Decía el nombre de Wilbur.

Wilbur acariciaba los muslos de Alex. Abría sus piernas cuando él las cerraba. Estaba casi seguro de que hacía eso para molestarlo. Subió sus maños hasta los finos tirantes de su vestido, bajándolos poco a poco.

Dark alleys| QuackburDonde viven las historias. Descúbrelo ahora