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Estaba en la casa, embarazada de unos siete meses pero eso no me impedía trabajar.

—Cariño, ¿cuantas veces te he dicho que descanses? —dijo mi esposo, llegando detrás mío.

—Niall, no puedo estar acostada todo el rato. —respondí mientrás limpiaba el mostrador.

Dejo un cariñoso beso en mi frente:— Me voy a trabajar, mi amor por favor, sólo tómate un descanso.

—Está bien, lo haré.

Después de limpiar me fuia hacer algunas compras al mercadillo.

Cuando regrese, Niall estaba de vuelta.

—Has vuelto temprano. —comenté, dejando la comida en el mármol.

Suspiré, sentándome en el sofá.

—Cariño, creo que necesito un coche más grande, ya sabes, para cuando llegué el bebé.

Él me miro y asintió ante la idea, desempaco la comida que traje y yo me puse a leer un libro.

Me quedé tan atrapada en la trama que no me dí cuenta en el momento en que Niall salió.

Confundida, lo llamé por teléfono, al segundo tono el me cojio la llamada.

—¿Dónde estás? —pregunté.

—Nena, ven fuera.

—¿Afuera?

Me levanté para dirigirme afuera.

Nada más salir por la puerta de casa, vi a Niall y a su lado un coche de cinco plazas.

—¡De ninguna manera! —casi grité emocionada, acercándome a Niall— Sólo te lo pedí hace como veinte minutos. —dije sin creérmelo.

—Sabes qué lo que pidas lo tienes, mi amor. ¿Te gusta?

—Por supuesto.

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