Vasto y desolado es el océano, y se ha dicho que todas las cosas que un día salieron de él volverán tarde o temprano a so seno. Nadie caminará por la superficie de la tierra cuando transcurran los ciclos del tiempo; sólo las aguas eternas continuarán agitándose bajo la noche. Seguirán desparramando nubes de espuma sobre tenebrosas playas, y nadie observará, en un mundo muerto y frío, la luz enfebrecida de la luna, iluminando ondulantes costas de granulada arena. En la orilla, la espuma de las olas acariciará los huesos de las muertas existencias que un día poblaron sus aguas. Inmóviles, silentes caparazones golpeados por el batir del mar: su precaria vida hace tiempo terminada.
Todo será negro entonces, incluso la blanca luna dejará de enviar reflejos sobre las aguas. No habrá nada, ni por encima ni por debajo de las tenebrosas agua. Y en ese último ciclo, cuando todas las cosas hayan desaparecido, el mar seguirá batiendo y agitándose bajo la negra noche.