𝐏┇Brian sintió que él no era suficiente para su novio, que un Beta no podía complacer a un Alfa, y tenía muchas dudas ya que Ignacio nunca lo había tocado de ese modo, pero haría todo lo posible para tratar, aunque sea, una vez.
Y una compra en int...
⋆ tags: omegarverse, alfa x beta, mención de juguetes sexuales, anudamiento
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Brian agradeció al repartidor luego de firmar la confirmación de identidad para la entrega del paquete. Cerró la puerta con rapidez, impidiendo totalmente al repartidor ya su mirada inquisitiva que le provocaba mucha pena, haciéndose sentir juzgado. Claramente sabía qué había dentro de la caja. ¿Para qué demonios puso, entonces, la opción de entrega discreta? O ¿Quizás sólo era él siendo paranoico y se sentía juzgado hasta por las plantas? Bueno, de todas formas, no importaba.
Se quedó estático en la entrada del departamento, pero dando vueltas en círculos en sus pensamientos mientras veía la caja de cartón con la marca de quien lo fabricó estampada en la tapa.
¿Realmente había comprado lo que acababa de comprar?
Lo vio en internet unos días atrás, un tonto anuncio en la esquina del sitio web en la que estuvo navegando, acompañado de un letrero gigante que decía «¡Atrae a cualquier Alfa y déjalos a tus pies con tus encantos!». Ahora mismo sonaba totalmente ridículo, una estafa garrafal de la que él había sido una ingenua —y boba— víctima más. Era un perfume de procedencia dudosa de una marca para nada reconocible que prometía cosas imposibles; absolutamente nada confiable. No obstante, tuvo un momento de debilidad y de toneladas de esperanzas que le hicieron apretar el botón de comprar.
Caminó hacia la sala de estar y dejó la caja sobre la mesita frente al sillón en el que se sentó a contemplar el objeto en cuestión. Se quedó unos segundos mirándola, todavía sin creer que había comprado algo extraño de internet, pero ya que estaba allí, la curiosidad lo consumía. Al mismo tiempo se reía sin mucha gracia de sí mismo, recordando la suma un tanto alta de dinero que gastó e imaginando que, al abrir la caja, encontraría de todo menos lo que pidió, como generalmente sucedía en ese tipo de estafas.
Esperaba ver un frasco con agua o directamente una piedra, pero grande fue su sorpresa al encontrarse con una linda cajita violácea con letras doradas decorando la parte superior y rodeada de muchas virutas de papel blanco para que no se dañe en el viaje. Al abrir la caja más pequeña se encontró con una nota y una botellita un poco más pequeña que la palma de su mano con un líquido rosáceo. Bien, un punto a favor por no ser una piedra, pero ahora debía comprobar si servía —y qué hacía—.
