𝐏┇Brian sintió que él no era suficiente para su novio, que un Beta no podía complacer a un Alfa, y tenía muchas dudas ya que Ignacio nunca lo había tocado de ese modo, pero haría todo lo posible para tratar, aunque sea, una vez.
Y una compra en int...
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Trataba de ser escéptico, pero a su vez tenía cierta curiosidad sobre si habría una respuesta inmediata de Maestro en cuanto lo vio ingresar al departamento y sacarse los zapatos para colocarse las pantuflas.
No iba a mentir, se decepcionó al notar que Ignacio sólo le miró, sonriéndole con el amor del mundo y como si él fuese un cálido sol en un día de frío. Bueno, ya qué, al menos el perfume olía fresco y rico en su piel.
Al igual que siempre, Brian se derritió por la hermosa sonrisa que el Alfa le regaló y el meloso "Bri" para llamar su atención. El Beta le devolvió el gesto y se arrojó a los brazos de su novio, recibiendo besos en su cuello y mandíbula. Rió por las cosquillas que el acto de afecto le causaba.
"Hola amor."
Lo escuchó a la perfección, un gruñido retumbó contra su piel como respuesta. Podía sentir las pesadas manos de Maestro apretar el agarre en su cintura.
"Hola corazón..."
La voz temblorosa del Alfa le provocó escalofríos desde la coronilla y perdiéndose bajando a lo largo su espalda. Sonó tan grave y ronca que dejó sin palabras a Brian estaba acostumbrado a un volumen de voz dentro de todo masculino, pero siempre tratado con el típico tono cariñoso y chillón que usaban los enamorados. Maestro nunca hizo una voz como la de recién, ni siquiera cuando acababa de despertar, y a Brian le estaba encantando.
Tomó el rostro del Alfa para sacarlo de su cuello, donde se ensañó en enterrar su nariz e inhalar repetitivamente mientras acariciaba con lentitud su cadera. De manera dócil, Maestro se dejó manejar por la suavidad de las manos que acariciaban sus mejillas, sintiendo que no debía despegarse jamás de aquel tacto que calmaba un fuego anormal que estaba creciendo en su interior y de ese extraño aroma desconocido que se mezclaba con el de su Beta.
Brian se asombró cuando una mirada de orbes terriblemente oscura reemplazaba los iris grisáceos. Deseo y algo cercano a un frenesí se fijaron en él, sentía que lo atravesaban debido a su intensidad, soltando graves ronroneos que a veces se transformaban en pequeños gruñidos, pero todavía permanecía la característica calidez con la cual el Alfa solía verle.
