Capítulo Único.

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¡Hola! Primeramente me gustaría agradecerles por elegir este oneshot para leer y agregar a sus bibliotecas. Es mi primer escrito sobre TMNT y espero sea de su agrado. Soy primerizo en esto así que lamento si tengo errores!

En segunda instancia, recordarles que este NO es un relato T-cest. Comentarios haciendo alución a lo opuesto serán borrados. Muchas gracias por su comprensión.

¡ZAP! Ahí estaba otra vez el estruendo que dejó los ojos celestes de un asustado Miguel Ángel tan redondos como la luna llena. Chop, chop, chop... También resonaban las gotas de la furiosa tormenta que se filtraba por los canales de desagüe e inundaba las alcantarillas de Nueva York.

Era un alivio tener el innovador intelecto de Donatello en el clan, pues éste se las ingenió para construir un desnivel que desviara el agua hacia otros lugares del subsuelo. De no ser por él, estarían durmiendo con los pececitos.

Y hablando de dormir... el pequeño Mikey, de tan solo once años de edad, se mantenía acurrucado en sus mantas naranjas adornadas de estampados simpáticos, envolviéndose cada vez más con cada relámpago que impactaba en la superficie. Ese clima le ponía los nervios de punta, y ni sus peluches más apachuchables ni sus lámparas más cálidas le ayudaban a cerrar sus ojitos.

Rodó unas últimas veces de esquina a esquina en su colchón hasta que decidió levantarse y llevarse consigo su característica bandana naranja, abandonando su frío cuarto. Pronto, se vió en un pequeño debate mental cuando sus piecitos estuvieron frente al pasillo principal que conectaba con las cuatro habitaciones de cada ninja que habitaba las alcantarillas.

Su mirada se posó primero en aquella puerta que tenía escrito, con delicadas cursivas violeta, Donatello. Sin embargo, pronto pensó en la posibilidad de que su hermano ni estuviera allí. Sus noches las acostumbraba a pasar recostando su cabeza en un frío escritorio de su laboratorio, usando montañas de papel  como almohadas. Soñando fantasiosamente con elementos químicos y quién supiera qué otras cosas ñoñas que solo un genio entendería.

Luego, esos pedacitos de cielo los posó en la puerta de Raphael. No tenía su nombre escrito, pero si toda su personalidad impregnada en el metal y en las marcas que solo un fuerte guerrero de color rojo podría hacer, hundiendo sus puños.
Al principio pareció una buena opción, pero luego recordó la pequeña y ridícula pelea de hermanos que habían protagonizado en la tarde y pensó que quizá o sería recibido con los brazos abiertos, o con los puños cerrados.

Ladeó su cabeza de lado a lado para sí mismo, descartando también a Rafael de su lista. Por último, quedaba la bien cuidada puerta de Leonardo. Con su nombre escrito en azul perfectamente en el centro, utilizando la letra prolija e impecable del maestro Splinter.
No pudo empezar a considerar sus opciones cuando otro fuerte relámpago sacudió todo su cuerpo y, ante el susto, buscó refugiarse en el cuarto del intrépido líder.

Una vez ahí, intentó que sus ojos obtuvieran visión nocturna entrecerrándolos, pero lamentablemente todavía no era un superhéroe de cómics o un súper gato de helado napolitano. Solo logró divisar vagamente un bulto acurrucado en sábanas limpias, que descansaba plácidamente. Sin pensarlo demasiado, el menor de los hermanos Hamato se arrastró hábilmente por debajo de las mantas, desde los pies de la cama hasta las cómodas almohadas que se asemejaban a pedacitos de nubes regordetas e increíblemente pulcras.

Leonardo se removió en su lugar por tanto traqueteo, somnoliento y desorientado mientras tallaba sus ojos de safiro.
— ¿Mikey? ¿Qué te pasó?... – dijo, confundido, mientras se calmaba al entender que solamente se trataba de su hermanito y no de un mutante malvado que quisiera arrancarle el cuerpo fuera de su caparazón.

— Discúlpame Leo, es que no puedo dormir... ¡Ay! Otro estruendo natural azotó la superficie. Ver al menor ocultar sus pequitas temblorosas con las mantas a la altura de sus ojos, fue todo lo que necesitó para familiarizarse con la situación. — No quería despertarte. — Agregó lamentado.

— No te preocupes. — Se apresuró a responder Leo, acomodándose en su cama para cederle espacio al ninja más bajito. Los ojitos de Miguel Angel brillaron al verse aceptado por su hermano mayor. Sin tiempo que perder, se acurrucó cómodamente entre los brazos de Leonardo y sus sábanas aroma a incienso.
—Es sólo una tormenta, mañana será un día maravilloso.— Dijo Leo con una voz suave, apaciguando los nervios del pecoso.

—Más te vale no roncar.— Agregó luego de un bostezo, ganando una sonrisa como respuesta. Así fue como, arrullado por el suave cariño fraternal de su hermano, la calidez de su abrazo y el sonido de la tormenta que ya no podía asustarlo, Mikey cerró sus ojos.

Fin. Buenas noches, Miguel.

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"𝗧𝗼𝗿𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮" - 𝗠𝗶𝗸𝗲𝘆 & 𝗟𝗲𝗼 (𝗢𝗻𝗲𝘀𝗵𝗼𝘁)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora