M.A.R.T.E.S.

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Izuku con cansancio y todavía bastante estrés del día anterior, se levantó de su cama, procesando todo lo que había ocurrido.

Con resignación, solo pudo aceptar su destino, ya había desperdiciado un día por completo por un favor, pero eso no le molestaba, le molestaba que le vieran la cara de idiota como para mentirle, pero hey. Tal vez con lo que le dijo a Momo, ya no habrían más problemas. ¿No?

O bueno, eso era lo que pensaba el pecoso mientras terminaba de cepillarse los dientes en su baño personal, y se vestía, preparándose para su entrenamiento matutino, que ya era una costumbre bastante saludable que desarrolló. Aún que por la situación que pasó, el día anterior el no pudo realizarlo, eso no importaba ya, pasado pisado y no se puede cambiar.

Ya con su ropa deportiva puesta, se dirigió hacia su puerta, y soltando un gran y cansado suspiro, tomó energía para comenzar ese nuevo día, que por la apariencia que daba el sol, iba a ser uno muy bueno.

O bueno, al menos eso esperaba.

Antes de darse cuenta, al abrir la puerta, se encontró con su primer problema del maldito día.

M.A.R.T.E.S.

Ahí estaba, delante suyo, justo enfrente pasando por el pasillo, estaba una de las personas que era más extraño ver levantadas a tan tempranas horas.

Eijiro Kirishima estaba pasando por el pasillo con prendas deportivas, al igual que Izuku, el planeaba irse a entrenar temprano, ya saben, para probar cosas nuevas, hasta que observó al peliverde que abrió la puerta de su habitación, y el con una sonrisa lo saludó.

- Hey! Midobro! Buenos días. - saludó con su personalidad extrovertida, mientras se acercaba al pecoso, quien se sorprendió por su presencia, pero se le hizo grata.

- Hola Kirishima. ¿Que haces despierto a estas horas? - preguntó con genuina curiosidad el peliverde, por más que sea obvia la respuesta, quería asegurarse.

- Tan solo iba a entrenar, y por lo que veo, tu también... - el pelirrojo hizo una pausa, dejando en duda al pecoso, quien estaba confundido por las acciones de su compañero.

Antes de que se diera cuenta, una idea se le cruzó por su cabeza vacía, cosa sorprendente para más de uno.

El pelopincho lo tomó por los hombros con fuerza a Izuku, quien por el shock de la acción del tiburón no pudo reaccionar del todo hasta escuchar lo que le propuso el chico.

- Midobro! Vayamos a entrenar juntos! - le ofreció con alegría.

"Maldito seas, cualquier dios que esté ahí arriba..."

Izuku quería destruir a cualquier ser superior que lo haya puesto en esa situación...

Pero hey, ahora podría destrozar a un pedazo de piedra rojo que se movía, tal vez no sea una mala forma de desestresarse.

Además, eso era lo que quería, ¿No? Entrenar, y tal vez la compañía del chico de rojo lo pueda ayudar a mejorar.





























Navidad EstresanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora