Capítulo 2

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El laberinto

Alissa.

Parpadeo deludiendo la oscuridad que espesa mi vista, teniendo una mejor visión del panorama y... 

Un hacha viene volando directamente a mi cabeza. La esquivo con rapidez y veo como penetra la puerta por donde Cruze. Silbo por lo bajo al ver el tamaño de esa cosa y pongo la mirada en mi agresor.

—Que modales... 

Arrugo las cejas al detallar al hombre que tengo a unos cuantos metros. Viene vestido con un traje de carnicero y porta un horripilante costal en la cabeza. El mandil blanco se encuentra repleto de manchas de sangre y el costal solo tiene dos orificios que externan sus ojos. Mierda, el tipo es alarmantemente grande y gordo. El carnicero sangriento hiperventila como un toro que esta apunto de atacar mientras se dedica a observarme como si fuera su presa. 

Me encuentro en una especie de pasillo iluminado con antorchas. Las paredes constan de arbustos altos con florecitas rojas esparcidas en toda la longitud. Por un momento siento que estoy en laberinto de la pelicula "El perfume" pero a diferencia de, mi techo no es una noche estrellada, solo una cavidad honda y oscura. 

—¿A la de tres? —suelto con sorna y el carnicero se abalanza contra mí con cuchillo en mano. 

Soy rápida a la hora de tomar el hacha incrustada en la pared y rebanarle la mano, el cuchillo cae, sin embargo, recibo un golpe de parte del puño que le queda. Me impacto contra la pared, pero no suelto el hacha. El golpe apenas y dolió, por lo tanto, le propino una patada a su gran barriga. 

—Detesto que me toquen —siseo mientras le clavo el filo en su hombro. 

Maldigo cuando no logro sacar el hacha de su cuerpo, dándole la oportunidad de volverme a aporrear contra la pared al mismo tiempo que, con el brazo que le queda me ahorca, su mano es lo suficiente grande y fuerte para privarme del aire mientras mis pies dejan de tocar el suelo. Me retuerzo y busco el mango del hacha. Batallo para desencajarlo y el comienza a reírse entre gruñidos mientras se me nubla la vista. Mis nudillos se aflojan, sin embargo, una ráfaga de furia me obligar a tomar el mango con más fuerza y en un movimiento lo separo de su hombro. Aprovecho la altura y alzo en el hacha soltando un gruñido al momento de encajárselo en la cabeza una y otra vez. 

Cae inerte al suelo conmigo encima suyo, pero no me detengo, ensamblo el hacha en su cabeza hasta el cansancio, hasta que su rostro sea irreconocible entre sangre, piel y rafia. Me levanto con hacha en mano cuando me doy por satisfecha, observando la sangre derramada en mi rostro que reluce en el metal de la hoja del hacha. Ladeo la cabeza ante la singular sensación que transmite tener un cadáver a mis pies.   

Así que era esto. 

Parpadeo y achico los ojos al ver la punta de una hoja de papel sobresalir del bolsillo del mandil, me inclino y alargo la mano para tomarla, la desdoblo y sonrió al ver el mapa que me dice que camino seguir hasta mi siguiente objetivo. Reafirmo mi agarre sobre el mango y presiento que voy a tener una fijación con las hachas. Avanzo por el pasillo, dejando el cuerpo atrás, tomando el segundo camino que me presenta el laberinto, sigo las sendas que me indica el mapa que me he aprendido mentalmente y detengo los pies al llegar a un espacio crucialmente espacioso. 

Hallo dos caminos y las entradas se encuentran a los lados. Respiro con tranquilidad a la vez que dos mujeres aparecen, una en cada entrada, vestidas con un mono igual al mío, rubias y de cabello corto, gemelas al parecer. La de mi lado derecho tiene un látigo hecho de bumerangs afilados y la otra solo porta una navaja. 

—Mira eso, hermana —dice una mientras me evalúa con una sonrisa felina—. Nunca le había sentido tanta envidia de una mujer.  

Las dos caminan en círculos conmigo en medio de ellas, dispuestas a atacar en cualquier momento. 

Shadows In The DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora