1. ¿Quien eres?

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Sus manos estaban casi congeladas, sus dedos se entumecian con una rapidez que parecia improbable considerando lo grueso de sus guantes, y sentia que la falda que le hacia usar la escuela no la cubria lo suficiente del frio. Esa gelida mañana de noviembre ciertamente no era el mayor de sus problemas, aunque siendo la persona enfermiza que era, lo mas probable era que su mediano conflicto con la temperatura agravara al poco tiempo.


Su mirada se marcho lejos cuando su vista se fijo en el vidrio de la ventana, contemplando el urbano exterior como si fuera lo mas interesante del mundo mientras el material se encargaba de mostrar un tenue reflejo de su rostro. Quien la hubiera visto en ese instante, habria sabido de inmediato que se encontraba demasiado perdida en sus propios pensamientos, intentaba evadir cierto tema de interes en su mente como si fuese a morir de lo contrario.


"Te amo".


Con solo pronunciar aquellas palabras dentro de su propia cabeza escalofrios enormes eran enviados por su espalda, dejandola aun mas helada de lo que estaba, y agregando como bonus un sabor amargo en su boca. Resultaba demasiado complicado para su mente femenina e infantil procesar lo que habia sucedido el viernes pasado, y queria evitar hablar al respecto a toda costa. Aunque, Eliza tenia 15 años ya, pronto iba a cumplir 16, no podia seguir diciendose a si misma que era demasiado joven para estas cosas solo porque Debbiant asi lo creia.


Bajo rapidamente del autobus y se dirigio al instituto a paso veloz, encontrando bastante dificultad en no entrellarse contra otros estudiantes durante el apresurado recorrido hacia el salon de clases al que pertenecia. Esa mañana habia dormido de mas, y el primer transporte hacia su escuela ya se habia ido para el momento en que poso sus pies en la parada; con algo de suerte llegaria antes que la inoportuna campana se hiciera presente y arruinara el comienzo de lo que seria otro dia muy cansado.


Eliza rezo dentro de su mente para que al abrir la puerta ubicada a solo unos metros de ella, la profesora no estuviera mirandola con suma desaprovacion, y por una vez en la vida quien fuera que se ocupara del destino le envio una pequeña y reconfortante sonrisa. Sin embargo, lo que encontro al entrar a la habitacion era mucho, mucho peor que una maestra enfadada por su retraso...


Era un amigo muy responsable y muy enfadado por su retraso.


-Llegas tarde, Eli -exclamo Debbiant, luciendo su muy caracteristico cruze de brazos y su mirada de disgusto; Eliza suspiro ante esto.


-Exageras... Denuevo -respondio ella.


-¡No exagero! -replico el joven con rabia-. Estaba preocupado... ¿Que habria pasado si te lo encontrabas en el pasillo y no estaba contigo?


La ultima parte dejo muda a Eliza, una vez mas su amigo tenia razon. Debbiant Quinnsfield siempre tenia la razon, y como su mejor amigo desde hacia 3 años tenia el deber de usar este "poder" para protegerla, aconsejarla, y darle un par de sermones cuando fuera necesario. Se conocieron durante su año de novatos en la secundaria, y ambos por obra del destino se unieron al club de pintura del colegio, pero... ¿Que mas tenian en comun como para que se hicieran amigos? Sencillo, ambos eran horribles para ello.


Con solo verlos uno no pensaria que eran tan cercanos, y tenian razon al tener dudas con respecto a ello. Debbiant era moderadamente atractivo, atletico, sacaba buenas calificaciones, y apesar de su ineptitud en el ambito social era ligeramente popular; por otra parte Eliza era... Eliza. La cabellera castaño claro y los ojos color miel quemada de el resaltaban imperfectamente con los negros mechones y los ojos azul safiro de ella. Sin embargo, sus diferencias fueron lo que llego a forjar una amistad incorruptible y perdurable.


Tan corruptible y perdurable era su amistad, que habian acordado no guardarse secretos en lo posible, y justamente por ello Eliza tuvo que relatarle lo ocurrido el viernes pasado.


Las clases se habian dado por terminadas, y mientras todos los alumnos se encaminaban hacia la salida y hacia la libertad del fin de semana, Eliza permanecio sentada en su pupitre y suspiro con algo de pereza. Era su turno de hacer la limpieza en el salon; borrar el pizarron, barrer el suelo, acomodar los escritorios, etc.. Y Debbiant, su mejor amigo y compañero dijo que la esperaria en el estacionamiento para acompañarla a casa en lugar de ayudarle a limpiar el aula como lo haria un caballero.


Todo habia marchado como de costumbre, lo unico que quedaba era asear el suelo de madera del salon. Y mientras Eliza se disponia a usar la escoba para desenpolvar la habitacion, escucho un toque en la puerta tan inesperado que su breve sonido la sobresalto al destruir el pacifico silencio en el ambiente.


-¡P-Pase! -logro exclamar Eliza de manera nerviosa.


Detras de la puerta aparecio una figura que, a los ojos de la joven con la escoba en mano, era desconocida. Un muchacho de su edad, tal vez un poco mayor, de cabello castaño oscuro y un par de gafas sobre los ojos se asomo hacia adentro sin moverse un centimetro del umbral de la puerta.


-Ah, um... Buenas tardes -dijo el en un tono tan bajo que se le podria confundir con un murmullo.


-Hola... -respondio ella aun mas nerviosa que antes, ¿quien era el? -. ¿Se te.. ofrece algo?


-Yo, eh... -musito el joven misterioso mirandola a los ojos, aunque, en ese momento la luz del atardecer reflejada en ambos vidrios hacia que esto pasara desapercibido.


-¿Si?...


-Te amo -dijo el de manera tan seria y fria, que nisiquiera podia considerarse comico. Acto seguido, cerro la puerta y se alejo del salon, dejando atras a una ruborizada y muy confundida Eliza.


"¿Que acaba de pasar?...".


Por supuesto, Eliza le habia recitado la historia a Debbiant con lujo de detalle, y este se quedo absolutamente mortificado ante las palabras de su amiga, ¡un completo extraño se le habia declarado asi como asi! Y Debbiant creia que estaba preocupado por ello solo porque no estaba en los zapatos de Eliza. La chica estaba muerta del susto, no sabia absolutamente nada sobre el, no lo habia visto nunca antes, y el le habia dicho las 2 palabras que algunos no llegan a decir hasta poco antes del matrimonio.


Las posibilidades eran infinitas, ¿que tal si era una especie de admirador secreto? ¿Admirador secreto? ¡Mejor dicho un acosador! Bueno, se veia bastante joven y estaba usando el uniforme de la escuela, asique seguramente no era algun pedofilo extraño que se colo en el insituto para asechar a colegialas inocentes. Y cuando lo vio caminando por el pasillo justo antes de que el sonido del timbre invadiera subitamente sus timpanos, supo que debia investigar sobre el, porque lo que en verdad anhelaba saber era...


¿Quien es el.. Y que es lo que quiere?




Continuara...

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