La Caída de los Ateos

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Balas azotaban mis puertas y ventanas bajo la noche lluviosa y yo cargué mi arma en lo que me cubrí atrás de la meseta de la cocina, le doy la orden de ataque a mis hombres en lo que rasgo un pedazo de mi falda para amarrarla en la herida de bala que tengo en el brazo.

-Sal de ahí Clarisse, sabes bien que el ángel de la muerte vino por ti.

Yo solo reí y me levanté para dejarme ver y todos se quedaron paralizados, escuché varias advertencias por parte de mis soldados mientras sacaba la cajetilla de cigarros que tenia en las tetas y encendí uno.

-En serio, hasta ahora nunca a podido conmigo. ¿Crees que le tengo miedo al imbécil de tu jefe?- pregunté entre risas despues de darle una calada al cigarrillo.

Todas las balas se silenciaron y los portadores de rifles tienen miradas espectadoras en mi que tome asiento en la mesa para fumar en tranquilidad en medio de este escenario. Cayó un trueno y uno de los soldados contrarios se asustó a lo que yo respondí con grandes carcajadas.

-Tu jefe es maricón, y sus hombres estan por el mismo camino.

Me bajé de de la mesa y me puse a unos pasos del hombre que dirige a los soldados y le miré a los ojos en lo que alcé mi arma y le di un tiro en la frente a uno de sus hombres y la catástrofe se desató de nuevo.

-No maten a ninguno-ordené a mis hombres.

Cuando todos estaban arrodillados en fila delante de mi dejé salir una sonrisa ladeada de satisfacción.

-A esto es a lo que llamo la caída de los ateos. Les doy un minuto extra de vida para que rezen y se arrepientan de osar ofender a la diosa que tienen delante.

-Ya pueden matarlos, y recojan todo esto.

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