CAP 1

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Me desperté con la mirada de mi esposa, mejor amiga y mano derecha. Nos casamos por motivos que no estoy dispuesta a contar ahora. Ella me veía preocupada por el suseso de ayer, al ver mis ojos abiertos se me tiró encima a revisarme el brazo que ya me había atendido nuestro doctor privado.

-Mierda. Vez, por eso no me gusta irme de viaje y dejarte sola-masculló.

-Fue todo bien?-pregunté refiriendome al viaje.

-Si, no hubo ningún inconveniente.

-Quien fue el chivato que te contó lo de anoche?

-No te lo digo porque se bien que eres capaz de matarlo.

-Ni tanto, solo pienso que no deberíamos tener a alguien asi.

-Por qué?

-Porque nos puede vender.

-No creo, pero estaré al tanto. Voy a arreglar todo para ir al club y prepararlo para el evento de esta noche. Tu vas a ir?

-Puede.

Luego salió de mi habitación y me volví a tirar en la cama con pereza. Cada vez que pienso en el imbécil de Christian me dan nauseas. Es garcioso como tiene una iglecia de tapadera mientras nosotros tenemos un club nocturno. Lo curioso es que no a enseñado la cara nunca, debe ser un viejo panzón.

Bajo a la cocina a comer algo y me encuentro a Amalia hablando con el doctor que viene a curarme la herida, terminan de hablar y el señor se va.

-El no había venido a curarme?

-Si, pero e decidido que voy a ser yo la que te cure.

-En serio? Con lo cuidadosa que eres con la limpieza y el asco que le tienes a la sangre.

-Digamos que me sacrificaré por ti. Dale a comer algo y sube a mi despacho para cambiarte las gasas-ordenó acomodandose la corbata de su traje.

Me senté en la mesa esperando a que me sirvieran el desayuno. Luego de terminar me dirigí al despacho y ella me estaba esperando con dos pares de guantes puestos.

-Siéntate-me dice y yo tomo asiento.

Empieza quitándome las vendas y al ver la sangre pone cara de asco al momento, aún así sigue. Suelto un pequeño quejido cuando empieza a limpiarla con alcohol.

A la vez que termina le agradezco y salgo del lugar para ducharme y prepararme para dar una vuelta. Cuando ya estoy lista llamo a mi ligue.

-Ya estás en el lugar acordado?

-Si, mi señora.

Cuelgo y me encamino al garaje para sacar mi moto e ir hacia el hotel. Al llegar a la suite me espera de pie frente a la cama con dos copas de vino y una sonrisa radiante, como debe ser.

Pero yo no soy de darle vueltas al asunto y el lo sabe por eso puso las copas a un lado en lo que yo me quitaba la chaqueta y me le tiro encima uniendo nuestros labios en un beso apasionado.

-Clarisse-dice apartándose de mi-Me estoy enamorando de ti.

Al escuchar semejante estupidez me aparto de golpe.

-Será que en este mundo no se puede follar en paz?-Le pregunto al universo saliendo de allí dando un portazo y dejándolo con cara de sorpresa.

Al llegar a mi mansión voy al invernadero donde mi querida esposa tiene sus plantas venenosas. Muchos de los venenos que hemos creado sirven como drogas y a los consumidores les encanta. Gracias a eso tenemos muchos traficantes trabajando para nosotras. Los que matan los usamos y vendemos como armas.

Cuando me siento en la mesa me dedica una mirada mortífera para luego seguir en lo suyo.

-De donde vienes, te noto tensa-preguntó curiosa.

-Puedes creer que fui a follar y el estúpido me dijo que estaba enamorado? O sea mírame. Quién en su sano juicio no se enamoraría de mi? Pero nada le costaba callarse, me jodió el polvo.

-Con razón te noto tensa. Y sí, estas demasiado buena podrías enamorar a cualquiera.

-Lo primero que le digo a mis polvos es que si se enamoran se acaba todo, el se confió porque le dije que era mi favorito. Pensó que me enamoré de él y solo lo veía como un juguete.

-Los hombres son imbéciles, por eso soy lesbiana. Por cierto sobre el atentado de ayer. Como piensas responder a eso?

-Yo me colaría en la iglesia a matar al pastor decapitarlo y colgar su cabeza en el micrófono.

-Mejor colgamos la de Christian, porque como dice mi abuela. Muerto el perro se acabó la rabia.

-Si lo matamos a él nos tendremos que enfrentar a una guerra más radical, lo que debemos hacer es darle una pista de con quién se está metiendo y que no se crea que nos temblará la mano a la hora de responder a una ofensa.

-Viéndolo así, tienes razón.

-Entonces, le enseñamos de que estamos hechas?

-Claro que sí esposa mía.

Salí de ahí para ducharme e ir al club. Al terminar salgo envuelta en una toalla y me encuentro a Amalia sentada en mi cama.

-Vamos tarde-reclama mirando su reloj.

-Adelántate aún me demoro un poco, tengo que maquillarme.

Se levanta para luego salir cerrando la puerta detrás de ella. Me pongo un vestido blanco corto y ajustado y unos tacones del mismo color, también me coloqué una cadenita con un pequeño frasco que veneno para dormir porque uno nunca sabe. El maquillaje fue sencillo ya por último un poco de perfume y sacar la pistola de abajo de la almohada para guardarla en mi bolso.

Al bajar ya me esperaba Ethan nuestro chófer y guardaespaldas en una de mis camionetas negras. Me subo y enciendo un cigarrillo.

Cuando entro al club me invadió una sensación extraña. Me preocupo al darme cuenta que Amalia no estaba en la barra donde siempre me espera. En lo primero que pensé fue secuestro. Y en efecto un hombre alto moreno y pelinegro se me acerca por detrás poniendo una pistola en mi espalda. Pero yo fui más rápida y de un movimiento me hice con su arma apuntándole directamente en la cabeza.

-Quién eres y qué haces aquí?

-Soy Miguel, la mano derecha de Christian-respondió con una sonrisa de superioridad.

-Mira imbécil, solo tienes suerte porque tienen a mi esposa. Porque si no ya a Christian le faltaría su mano.

-Bien, vengo a proponerte un trato. Escucha atentamente, mi jefe quiere una conexión con la mafia italiana lo que claramente implica una boda y como comprenderás la mayoría de los jefes son hom...

-Ve directo al punto, estoy perdiendo la paciencia.

-Quiere que te cases con el a cambio de liberar a tu compañera-explicó y yo reí.

-Perfecto, vamos y realicemos el cambio de inmediato.

-No tan rápido. Dame el arma y te revisaré para que no me vengas con sorpresas.

-Está bien-afirmé y me miró con desconfianza.

Revisó mi cuerpo y al no sentir nada procedió a abrir mi bolso dónde encontró mi arma. La sacó y la guardó.

-Ahora si, nos vamos-ordenó indicandome que lo siguiera.

Lo seguí hasta la salida y luego hasta un auto en el que nos subimos. Encendí un cigarrillo para pensar con claridad en lo que nos dirigimos hacia donde sea que me lleve. El viaje duró alrededor de 30 minutos y nos detuvimos en la famosa iglecia. Al estacionar estampé la cara de Miguel contra el volante dos veces hasta que quedó inconciente. Luego tomé las dos pistolas para bajarme del auto y adentrarme en el lugar.

Caminé por el estrecho pasillo entre los asientos y disparé al techo en medio de una alabanza.

-Quiero ver al imbécil de Christian, ahora.

Lágrimas De Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora