CAPÍTULO 4

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5 meses después...

Estamos a marzo y ya hemos acabado todos los preparativos. Debemos irnos antes que en abril obliguen a Walter a irse.

Walter ya tiene 16 años cumplidos en diciembre. Néstor los 14 a finales de enero. Carlos cumplió un año más a mediados de febrero, ahora ya tiene 9 años y Liam...

- ¡Cumpleeeeaaaañoooos Feeeeliiiiiz! – Cantamos todos la canción de feliz cumpleaños a Liam.

Es el último cumpleaños que celebraremos aquí en Ominem, el siguiente a principios de abril será el de Cristian.

- Comer hoy todo lo que podáis de pastel y dulces, mañana ya no sabremos cuando será la siguiente vez que podamos hacerlo. – Les recuerdo que mañana partimos hacia uno de los lagos de Ominem para empezar nuestra aventura hacia Armentum.

- Si, sí. – Dice Claros rodando los ojos.

- ¡Regalos! – Grita Clara contenta y emocionada.

- De uno en uno. – Les digo cuando todos a la vez le acercan sus regalos a Liam.

Reímos y jugamos durante todo el día, estrenando algún nuevo regalo que no tarda Liam en guardar en su anillo. A las once de la noche ya estaban todos dormidos y yo mirando la que a partir de mañana ya no será mi hogar.

Recuerdo cuando a los 11 años, un brujo que forma parte de los altos mandos de la Torre de brujos me la enseño y me dijo que a partir de ese momento este seria mi hogar. Me costo mucho adaptarme y pasaba la mayor parte encerrada en el laboratorio, gracias a mis cualidades no tarde en hacer nuevas pociones y con eso gane mucho dinero. A los 15 años firme el contrato con la torre, donde trabajaba para ellos creando nuevas pociones, ellos serian los primeros en obtener la poción y los que la redistribuirían a su nombre, a cambio me darían el 30% que sacarán de ello y me darían mi propio sueldo. Más tarde, encontré a Walter y poco después a Cristian y Héctor, ellos hicieron que vendiera también mis pociones por otros medios para ganar dinero extra. Más adelante llegaron los demás. Aún así ahorre y actualmente podría decirse que soy rica. Este dinero ahora esta en mi anillo, no obstante, no quite todo de este, pues no quiero llamar la atención. Suspiro mirando los pasillos ahora desérticos, no hay juguetes de por medio, ninguna fotografía colgada en la pared y las marcas de las diferentes alturas en la puerta grande que da al comedor. Se me escapa una lagrimilla, observo toda la estancia una última vez y me dirijo a mi habitación ahora sí a dormir.

- ¡Arriba todo el mundo! – Grito por el pasillo de las habitaciones.

- Tengo sueño... - Se queja Clara fregando los ojos con sus manitas caminando por el pasillo, caminando hacia el comedor.

- Clara, ven vamos a vestirte y desayunar. – Le dice Néstor, él ya estaba vestido y preparado.

- Voy con Sebastián, avisa a Cristian o a Héctor para que ayuden a Liam y Carlos. – Le ordeno a Néstor.

- Esta bien. – Coge en brazos a Clara dirección al comedor y yo me giro en dirección a la habitación de Sebastián.

- Sebastián, mi cielo, venga despierta. – Le digo con un tono de voz suave y dulce, mientras le voy dando besitos tiernos por todo su rostro semidormido. Va soltando gemidos de queja. – Venga, mi pequeño guerrero, hay que vestirse y ir a desayunar, hoy empezaremos nuestra aventura. – Le intento convencer. Al final abre los ojos y cuando sus ojos dan con los míos, sonríe.

- Buenos días, mami. – Me dice con su voz adormilada. Que adorable, me enternece tanto cuando actúa así.

Después de duchar y vestir a Sebastián ambos nos dirigimos al comedor. Todos estaban ya preparados, al acabar de desayunar, recogeríamos las pocas cosas que faltaban y nos iríamos.

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