El engaño y la espera

331 34 0
                                    


—Se olvidaron de ti, deja de luchar. —le mentía la muerte —ya estás enterrado Roronoa Zoro, tienes una bonita lápida. 

 —No es cierto...ese cocinerucho de cuarta nunca lo permitiría. —expreso mientras la atacaba cada vez con menos fuerza, sus palabras hacían mella en él. 

 —Ese chico rubio ya lloro tu perdida y ahora está detrás de esa pelirroja. Tú muerte les ha unido mucho. 

 —¿Que? No puede ser...

Le atrapó, consiguió que bajara la guardia y golpeó con su guadaña el brazo que ahora sostenía Sanji por su mano. En el mundo real sus constantes bajaron y su mano deshizo el agarre que tenía en su amado. Sanji se asustó se levantó y llamo a los médicos por el "Den-Den-Mushi". Cogió de los hombros al chico lo a miró a la cara exigiéndole que luchará, rogándole que despertase. En aquel espació Zoro estaba de rodillas con la cabeza baja pensando que de verdad su amante le había abandonado. Tenía razón , no le oía hacia tiempo, estaba muy cansado y quizá era hora de rendirse como habían hecho los demás con su causa. Chopper y Law intentaban estabilizarlo por todos los medios pero sus constantes no dejaban de bajar. Cuando comenzó el paro le abrieron la camisa y comenzaron la RCP, Law exigió a Sanji ser quien le diera aire. 

 —Vamos Zoro–ya, recuerda que alguien te espera en casa. 

 —Estúpido cabeza de alga como me dejes te juro que tiro tus espadas —Le dijo desesperado, no le salían las lágrimas, estaba demasiado nervioso.  

A la señal del cirujano y Chopper, Sanji le insufló hasta tres veces para ver qué la cuarta vez que se acerco a sus labios fue para besárlos. Torao seguía haciendo presión, Chopper controlando sus signos vitales y Sanji mimando a su amado entre respiración y respiración asistida. Todo esto hizo que el chico en su mundo de gris profundo cogiera fuerzas pero nada le daba señales de no ser ya un cadáver a la deriva en un bote incendiado. ¿Nada? No es verdad, había una voz que aún no había llegado a él, unos labios aún que aún no le alcanzaban pero estaban allí. Cuando la guadaña se dirigió a su cuello Roronoa ya había aceptado su destino su cuerpo no respondía y Torao había parado sus acciones bajando su sombrero mientras apretaba los dientes.

—Mierda...,Sanji–ya se nos ha ido...—dijo el médico con una voz rota.

El cocinero se negó, se negó en rotundo a aceptar eso y comenzó a menear el cuerpo del pelo verde. Gritándole su nombre con desesperación haciendo lo que antes hacían los doctores pero nada funcionaba. Se aferró aquel cuerpo con fuerza hundiendo la cabeza en su cuello negando aún la dolorosa verdad.

—No te rindas, no me dejes ...Zoro idiota, nunca te rindes no lo hagas ahora. No te vayas, te amo. —expreso al borde del llanto aferrando su cuello.

Esas palabras resonaron en su oído, abrió los ojos decidido, dio una voltereta en el suelo y pateo a la muerte haciendo que su cuerpo volviera a funcionar, le cogió la guadaña en el aire y le apuntó con ella, pidiendo la salida. Ella intento engañarlo de nuevo pero las palabras tan fuertes del cocinero lo habían llevado a su máxima conclusión. Aún no se habían rendido, él siempre estaría allí. La muerte desaparecía, la guadaña de su mano se hizo humo y el cuerpo del chico pegó una bocanada de aire abriendo los ojos.

—¡Zoro! —gritó el rubio quien aún estaba con él sin perder la esperanza. —Idiota, cuando te recuperes te golpearé por asustarme así. 

 —Lo siento —dijo con la boca seca, por lo que con un tono más ronco de lo normal —Tu voz...dilo otra vez... 

Sanji se puso pensativo ¿Que dijera otra vez qué? Se sonrojo al repasar todo lo que había dicho y aquellas últimas palabras, sabiendo lo orgulloso que es, estaba claro que era lo que quería. Sanji en otra ocasión le hubiera dejado con la palabra en la boca pero esta vez se lo merecía había sido un gran guerrero: había vencido a la muerte por segunda vez. Con suavidad se inclinó hacia él, beso sus labios y susurró en estos.  

—Te amo Roronoa Zoro, no te vayas nunca de mi lado. 

 —Nunca... —Consiguió subir una mano y acariciar la mejilla del chico para devolverle el beso. —También te amo. «Gracias por salvarme la vida» pensó el orgulloso espadachín antes de que los médicos entrarán de nuevo.

Su intención era llevarse a Sanji y preparar el cadáver pero en vez de eso se encontraron un milagro. Zoro estaba bien y besaba a Sanji con ternura. Torao dio un gran respiro una suerte que aún no habían dicho nada a su tripulación. Los dejaron solos y dieron la buena noticia. Mientras veía aquel milagro Law no pudo evitar pensar en esos momentos al lado de Luffy y la reflexión que le había llevado a no separarse del chico en su recuperación. 

 El amor es indescifrable, 

nunca sabes por qué senderos te va a llevar

 hasta que los pisas

  pero una vez lo tengas,

 agárralo con fuerza y lucha junto a él. 

La espera del príncipe  (Zosan/Lawlu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora