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Carla

Carla, cariñoInterrumpió mi padre entrando en mi habitación, mientras yo me pintaba las uñas.—Hoy tenemos cena, con los Ricci. Tengo que firmar unos trámites.

Asentí y acabé de pintarme las uñas, para poco después empezar a prepararme.

Me acerqué a mi armario, buscando mi vestido negro y ajustado de Dolce Gabbana, escogiendo unos zapatos de tacón dorados. Coloqué toda mi ropa estirada en la cama, mientras me acerqué al joyero, para buscar unos pendientes y algún colgante que fueran a juego con el vestido. Encontré unos dorados y un colgante con una joya preciosa en el medio.

Una vez elegido todo, me dirigí a mi baño, encendí el agua de la bañera y puse bastante jabón, creando así burbujas.
Puse mi playlist de spotify, justo comenzó a sonar "lo jodiste, de Babi", me desnudé y me sumergí en el agua.

Me acabe de la lavar el pelo, cogí una toalla y salí. Me maquillé. Poniendo mi pequeño toque de llevar los labios rojos. Media hora después ya estaba lista y bajando las escaleras de mi casa, esperando a mis hermanos ya que mi padre ya estaba listo.

Samuel llevaba un traje azul marinero y Rubén un traje negro, son gemelos. Pese a eso yo les diferencio bastante bien, ya que solo hace falta ser detallista; Rubén tiene los ojos como papá y yo, verdes, en cambio los ojos de Samuel son como los de mamá, marrones.
Uno es unos cuatro centímetros más alto y la voz de Samuel es mucho más aguda.

Papá saco el Porsche del garaje y se puso a conducir a casa de los Ricci, que vivían a unos veinte minutos nuestro.

Los Ricci también eran italianos, Matteo es dueño de un bufete de abogados bastante prestigioso, llevando juicios a la mayoría de famosos, y Vittoria, la señora Ricci tiene su propia marca de moda. Papá y él iban a firmar unos cuantos acuerdos.

¡Buona notte Alessio! ¿Qué tal? Matteo Ricci abrazó a mi padre, saludó a mis hermanos y se dirigió a mí. —Qué guapa estás Carla.

Yo sonreí.

Matteo me presentó a su mujer y a su único hijo, Lucas.

Lucas tenía mi edad, y según me dijeron, va a mi clase, pero juraría que nunca le he visto. Iba en traje, un traje de Victorio & Lucchino, que ni siquiera se molestaba en lucirlo. La camisa estaba desabrochada, un collar de oro cubría su cuello y tenía unas zapatillas deportivas en los pies.

Hola Alessio —habló Lucas y pude observar su voz ronca. Mi padre se acercó a darle la mano.

Teniéndole más cerca, pude observarle bien, y su cara me pareció conocida desde el segundo segundo en el que le tuve cerca.
Después, nos saludó a mi madre , a mis hermanos y a mi con una simple sonrisa, y nos fuimos a la mesa.

La cena transcurrió bien, charlas entre empresarios.

—¡Chin Chin! —Brindamos. —¡Por las ganancias que se vienen!

Mierda. —Habló Matteo—. Nos hemos quedado sin vino, Lucas, ¿Por qué no te acercas a las bodegas de Tomas? Si quieres acompáñale Carla, así os conocéis.

Asentí y seguí a Lucas hasta su coche, para poco después subir en el.

Espero que no te importe, antes vamos a hacer una parada. —Dijo Lucas, a lo que yo negué.

Los pocos minutos que llevaba con Lucas me llevaron a darme cuenta de que no era un chico muy hablador, era reservado y muy serio.

Lucas se remangó la manga de su camisa, dejando ver un tatuaje que tenía en el brazo. Cambió la emisora y puso su propia música "Mar de males, Mayo 214"

Las bodegas de Tomás están a unos treinta minutos de casa, están bastante lejos pero tienen un vino de una calidad exclusiva y a mi padre le encantan —.dijo serio sin quitar la vista de la carretera—Ya hemos llegado a mi recado, si quieres quédate en el coche, no iría por aquí con un vestido de Dolce Gabbana.

Hice caso omiso y me bajé del coche. Nos pusimos a andar en silencio, y cinco minutos después ya habíamos llegado, o eso supuse al darme cuenta de que se había parado. Habíamos llegado a un pequeño portal, Lucas se acercó al único hombre que había y le susurró: "dame treinta"

Quédate aquí Carla, ahora vengo —.asentí y me senté en el bordillo de la calle.

—Aún no me has dicho como te llamas...se acercó a mi un hombre.

AMOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora