Capítulo 1 Antaratma

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Constantemente hay un gran vacío sentimental y espiritual en cada cuerpo y en cada alma, sea cual sea tu religión, no te salvas de aquella laguna mental que atormenta y atrae pensamientos intrusivos, suicidas y mortificantes.

Desde aquel domingo de marzo en la mañana busque a mi progenitora durante media hora aproximadamente, estaba helada, cansada y jadeando. Como si hubiera estado corriendo un buen rato, estaba sucia, pálida y mojada de sudor.

Quise preguntar, pero me abstuve, no por incomodidad o preocupación, sino por costumbre.

Aquella vecina de unos 80 años era una cizañosa, quien a través de sus mentiras pedía a gritos atención, su marido murió 8 meses después de que nos hubiéramos mudado a aquel campo, su casa tenía un color menta obscuro y unas ventanas sucias y a punto de romperse, se notaba que la vieja no las limpiaba desde hace años, el techo era de aluminio y estaba todo oxidado. Cada que la veía me daban ganas de vomitar de tan arrastrada que se miraba, quiero pensar que fue por la maldita depresión que le dio después de la muerte de su marido, y no porque la imbesil tiene problemas mentales.

Hace unos meses antes de todo, la vieja estaba bien, con su marido vivito y coleando, y mi madre que estaba normal. La vieja me había contado que ella practicaba brujería desde muy pequeña y que sus padres tenían la costumbre de raparse el pelo cada mes, pero que dejo de hacerlo porque se dio cuenta de que se le veía mejor largo. Yo desde siempre creía que el cabello largo le quedaba como paja. La vieja dejó de rezarle a los demonios cada noche y empezó a poner estampas de ángeles en toda su casa, las estampas eran de una tela rústica y dura donde se apreciaban niños en situaciones de muerte y con caras de psicópatas.

Me decía que nunca pudo tener hijos debido a una enfermedad que tenía y la obligaron a operarse y vender su útero. En la cara a la vieja se le notaba que quería victimizarse y que sintiera pena por ella, mi error fue ese.

De igual forma me comentó que su padre la obligaba a quemar pollos para dárselos de ofrenda a sus santos, ella decía que lloraba del dolor porque al quemarlos su padre tenía la manía de siempre meter la mano de ella al fuego. Le contó a su madre que en altas horas de la madrugada veía santos. Santos horribles con aspecto de mantis, su madre vivía en constante sufrimiento porque fue obligada a vivir ahí con su marido quien la violó para encadenarla en un cuchitril, le gritaba que veía espantos cada noche, ella sentía envidia por ella, se preguntaba porque los santos la eligieron a ella. Al parecer la vieja nunca fue maltratada y encadenada para cuidar a cuatro niños, y esa fue su única razón.

Le cortaba el pelo a trasquilones, ya que a los niños "no se les rapaba el pelo" por ciertas razones que ya no me interesan, la hacía vestirse con manteles de mesa, no le daba de comer por días. Meses después la mandó a trabajarle a una familia adinerada como ama de casa, la vieja con tan solo 13 años de edad iba a lamerle los pies a unos viejos de unos 50 años y a enseñarles el abecedario a unos mocosos a quienes odiaba con su alma.

 Durante una época le guardó rencor a su familia, a sus jefes, y no menos importante a su madre. Conoció a un hombre de mediana edad quien trabajaba para la familia y que era amigo del esposo de su jefa, con quien se casó después de demostrarles traición a aquella familia. Ellos eran de la capital, huyo con él al pueblo donde está actualmente al año de conocerse.

Al viejo lo atropelló un camión de carga que llevaba paja para los caballos. Yo lo conocía, incluso llegué a conversar con él en varias oportunidades. Cuando llegó la noticia al pueblo a mí me dio igual, sinceramente me alegró el hecho de que ese asqueroso ya este muerto. 



El SubsistirWhere stories live. Discover now