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Jungkook salía rápidamente de su oficina, despidiéndose de su secretaria: Yunjin, la cual realizó una venia de noventa grados en señal de despedida.

Se dirigió a su Audi R8 V10 color negro mate, este se encontraba estacionado en el tercer piso subterráneo de la gran compañía. No sólo lo decía por el prestigio que tenía, sino que también lo hacía por el tamaño de esta.

La compañía "Iron" contaba con cuarenta y tres pisos, incluyendo los tres subterráneos. El azabache todos los días debía hacer un trayecto largo en el ascensor, desde el piso menos tres hasta el cuarenta.

Le aburría un poco esta dinámica, desperdiciaba alrededor de cinco a ocho minutos en el camino a su oficina.

Cuando llegaba, lo recibía con una sutil sonrisa su eficiente y productiva secretaria en práctica. Aunque debe decir que estaba considerando contratarla después de su período de prueba dentro de la compañía.

El azabache encendió el motor de su moderno auto y emprendió viaje hacia la dirección del departamento del rubio, que había conseguido gracias a la ayuda de otro rubio, el amigo de este; Jimin.

No descifraba qué era realmente lo que sentía por el rubio, tal vez era solo una vaga atracción y se estaba arriesgando demasiado por simple lujuria.

Su hijo se encontraba sin novio y era su culpa, no se enorgullecía de eso, pero había que señalarlo.

El sexo con el rubio era uno de los mejores que pudo haber disfrutado en su vida. Si bien tenía aspectos en los que mejorar, para su corta edad podía llamarlo un experto.

El deseo carnal que le causaba el rubio era cómico, su sola presencia lo estimulaba. Agradecía al universo tener dos ojos dichosos de ver aquel cuerpo que tenía el menor.

El hacerlo silenciosamente, pretendiendo que no escuchen los demás presentes era una de las mejores cosas que podía disfrutar con el rubio y dudaba en que alguien pudiera ofrecerle algo mejor.

Tal vez algo relacionado con masoquismo lo haría quedar aún más encantado con el bonito y caliente Taehyungie.

Aunque dejando de lado el ámbito sexual podía resaltar lo linda que era su sonrisa, su personalidad tan sincera y cautivadora y cómo olvidar su presencia despampanante que hipnotizaba a cualquiera.

Y la vista de su culo cuando lo ponía en cuatro frente a él.

Iba de camino a la residencia del menor cuando divisó en la calle del frente una pequeña florería que atendía una joven, la cual se encontraba descansando sentada mientras tejía lo que parecía ser una bufanda color rojo.

No supo porqué, pero se imaginó al rubio con esta, combinando a la perfección con su blondo cabello.

Avanzó hasta la próxima vereda, dando vuelta en U de manera rápida y prolija. Cuando estuvo estacionado en el frontis del pequeño local, sacó su billetera y entró en la tienda, la joven se percató de la presencia de un posible cliente y se levantó de su asiento, dejando su lana a un lado, acercándose al hombre de manera gentil y educada.

—Buenas tardes, mi nombre es EunChae ¿qué se le ofrece? —saludó reverenciando levemente al mayor y observándolo atenta a su petición.

—Buenas tardes, me gustaría llevar un ramo de flores, pero no sabría cuál, ¿me recomiendas alguna en específico? —preguntó observando los distintos colores que pintaban el entorno.

—De acuerdo. ¿Podría hacerle unas preguntas? Para saber qué tipo de flor le acomodaría más.

El azabache asintió algo dubitativo.

rules of daddy ✧ kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora