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El rubio se encontraba acomodando la cama con la ayuda de su suegro, quien lo miraba de vez en cuando haciéndolo sentir intimidado por los penetrantes ojos de el azabache.

—Cuando termines con lo que tengas que hacer, ven a mi habitación. Te prestaré algún pijama así no ensucias tu ropa. —avisó el azabache, abandonando la habitación, dándole espacio a el rubio.

El último mencionado ordenó sus pertenencias con rapidez, terminando al instante y dirigiéndose a el segundo piso con ansias. Cuando cruzó el umbral de la puerta y giró su cabeza se encontró con la imagen de su novio y suegra, quienes conversaban amenamente bajo la terraza techada y la suave lluvia.

La lluvia era bastante suave, pudo haberse ido a su apartamento incluso caminando, pero Jungkook no lo dejó, además eran las nueve de la noche. Una hora aceptable para rondar por las calles de Seúl.

Hubiese preferido haberse ido a su hogar a estar en esa enorme casa y haber conocido a ese hombre quien estaba confundiéndolo.

Pero ahí estaba, a un lado de la elegante escalera de pie, tratando de adivinar cuál era la habitación de el azabache. Sabía bien cuál era la de el castaño, pues había estado bastantes veces ahí.

Caminó hacia una en específico y acercó su oreja a la madera barnizada para escuchar algún sonido que indicara que el pelinegro se encontraba dentro.

No había ruido alguno. Se acercó a otra, y así fue con dos más, algunas eran baños y habitaciones recreativas.

Acercó su oreja a la que estaba más alejada de las demás, intuía que era la más grande, y por ende correspondía a el azabache. Aún así no escuchaba ruido al interior de esta.

Decidido, movió la manija y entró con un "permiso" bastante suave, observó la amplia y minimalista habitación no encontrando a nadie.

Dios, esto debía ser una broma, ¿estaban jugando a las escondidas? De ser así hubiese preferido la escondida china, así tendría alguna excusa para besarlo.

Trató de ignorar ese pensamiento, sacudiendo su cabeza. Y aprovechando que no había nadie, comenzó a husmear, observando los cuadros que se lucían en las grisáceas paredes, abriendo el closet, el cual era casi una habitación, viendo cómo alrededor de este habían camisas y pantalones colgados pulcramente y zapatos en hileras. Se acercó un poco a la cama de el azabache, sentándose para ojear de mejor manera qué había en los cajones de su velador, encontrándose con unas putas esposas y ¡Oh Dios mío! ¿Eso era un látigo?

No pudo comprobarlo, pues una puerta de la que no se había percatado se abrió, mostrando a el apuesto hombre con solo una toalla cubriendo parte de su cuerpo. No debió haberle gustado tanto la imagen, algo estaba mal con él, su novio, el cual amaba mucho, estaba en la primera planta. Y él se encontraba con su padre en su aposento, observando cómo caían gotas de su húmedo cabello, y estaba seguro que si el mundo fuese un omegaverse, su culo también lo estaría.

Maldito Jimin, tanta perversión que había introducido a su ser.

—Lo siento, toqué y sospeché que no estaba, sentí que lo más prudente sería esperar acá. —soltó con voz temblorosa, denotando nerviosismo que el azabache no pasó por alto.

—Esperar sentado. —expuso sonriendo con sorna, dejando sin palabras a el rubio, quien seguía sentado. —El pijama está ahí. —apuntó a las prendas.

—Gracias, señor. —dijo tomando el vestuario, dirigiéndose a la puerta con el corazón a mil por hora.

—Taehyung. —llamó el mayor.

—Dígame. —habló volteándose rápidamente.

—Te he dicho que me llames Jungkook, además no es necesario que me trates de usted. No soy tan mayor como crees, ¿me veo muy mayor? —inquirió con humor, le gustaba atormentar a el rubio.

rules of daddy ✧ kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora