Prólogo

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Llevaban metidas en ese coche unas doce horas aproximadamente, contando las paradas en gasolineras, para ir al baño o comer algo.

Judith había preparado este viaje con varios meses de antelación. Era una sorpresa para el cumpleaños de su amiga, Cynthia. Ella era una gran fan de este grupo y quiso llevarla al último concierto que darían en España. Habían cancelado el concierto que iba a dar donde ellas vivían, así que empezó a ahorrar para darle una alegría.

Y allí estaban. A las 5 de la mañana, con el trasero dolorido, unas ojeras enormes y un cansancio descomunal. Buscó un sitio donde aparcar, un poco alejado de la gente, para que no las molestaran dentro de unas horas. Cuando lo encontró, apagó el coche, conectó la alarma del móvil para las 9 de la mañana, se acomodó en el asiento y se quedó dormida rápidamente, producto del cansancio.

Algo estaba vibrando contra su pecho, al mismo tiempo que escuchaba música cerca de su oreja derecha. Abrió un ojo y la luz hizo que lo cerrara de nuevo. Parpadeó varias veces y se acomodó en el asiento. El cuello le dio un tirón al ponerlo recto, y su espalda se quejó por la postura en la que había dormido. Se estiró y miró el reloj. Las 9.05h. Apagó la alarma y lo guardó en el bolsillo de su chaquetita. Se frotó la cara y volvió a parpadear. Todavía tenía sueño y tenía unas ganas inmensas de apoyarse contra la ventana y volver a dormir, pero no podía. Nunca había estado en Barcelona y quería conocer la ciudad. Acomodó el espejo retrovisor para verse, e hizo una mueca. Se pasó los dedos por el pelo. Estaba hecho un desastre. Las trenzas que se había hecho con la intención de no despeinarse, estaban prácticamente desechas. Solo las gomas en las puntas, mantenían una pequeña parte de su peinado. Refunfuñando se quitó las gomas y se dejó el cabello suelto. Se estiró una última vez y se volvió hacia su amiga.

Cynthia estaba durmiendo contra la parte baja del cristal de la ventana, una mano cerca de su boca y la otra estirada hacia la palanca de cambios, con las piernas abiertas todo lo que el espacio le permitía. Judith se rió de su compañera y su forma de dormir. Luego, le tocó el hombro y la zarandeó suavemente.

-Cynthia.- la llamó y siguió moviéndola.

Con la mano que tenía estirada, le dio un golpe al brazo de Judith.

-Déjame dormir.

Judith volvió al ligero zarandeo.

-Cynthia, estamos en Barcelona, esta noche vamos a un concierto y tú has dormido más horas que yo. No te quejes. ¡Levanta!

Cynthia suspiró, se acomodó en el asiento y miró de reojo a su amiga. Se apartó el cabello de la cara.

-Te odio.

Al igual que Judith, movió el espejo para ver su pelo y su cara. Tenía la diadema, que se había puesto para apartar el pelo que le molestaba en la cara, torcida y con algunos mechones cubriendo su frente y parte de su cara. Se sacó la diadema, se peinó con los dedos y la volvió a colocar. Después se acarició bajo los ojos.

-Necesito maquillaje.- miró a su amiga.- No pienso ir con estas ojeras al concierto.

Judith asintió, dándole la razón. Se estiró una última vez y apoyó la mano en la manilla para abrir la puerta del coche.

-Vamos a conocer Barcelona, rubia.

Cynthia se giró hacia ella y la miró con los ojos entrecerrados. Odiaba que la llamaran así.

-Al menos yo no llevo la mitad del pelo lila, morena.

Judith se llevó una mano al corazón, y abrió la boca.

-Eso me ha dolido.-luego sonrió.- ¿Nos vamos?

Una vez salieron del coche, ambas sintieron la necesidad de estirarse y sobarse el trasero. Demasiadas horas dentro del coche.

TREEGAP |#Wattys2015|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora