III. Fugitivo

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El único rayo de luz de la celda provenía de una abertura a su lado derecho. Gary observó dentro de ella y vio al alienígena que le había acogido en su cabaña anteriormente.
Estaba cavando el suelo, logrando hacer un hueco no tan profundo aún, pero lo suficiente para que quepa un niño.

-¡Heyyy! -gritó el humano- ¡Avoxumo! ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos?

El de apariencia felina giró rápidamente, espantado y se sacó su camisa para cubrir el hueco que habia hecho. Se acercó a la abertura y miró furioso al contrario, haciendole señal de que se callara.

Pero el humano solo se concentró en una cosa, el ahora visible torso marcado del azul marino. Quedó babeando al apreciar la desnudez y Avocato al percatarse de esto le propicio una bofetada.

-¡Ay! Cielos... ¡disculpa! -sacó la lengua infantilmente- Uno ya no puede ni mirar en paz, ¡jum!

El alienígena giró la cabeza confundido por aquel gesto y las extrañas palabras. Luego le señaló el hueco y fingió realizar la accion de cavar, ahora señalando el suelo contrario esperando entienda a lo que se refiere.

-¿Quieres que cave? No puedo, no tengo patas tan fuertes como tú.

Gary acercó sus manos a la abertura y Avocato las sujetó e inspeccionó. Eran muy pequeñas y suaves, las entrelazó para saber si es que poseían garras, pero no.
Volvió a mirar al humano y este tenía un color diferente en su rostro, estaba rojo y notablemente apenado. Le dejó de sujetar ya que pensó su tacto podría ser el causante de este cambio de aspecto.

-Demonios... estoy muy necesitado de contacto físico -se cubrió el rostro apenado por los pensamientos impuros que le llegaban al ver nuevamente el torso del alienígena; el ambiente oscuro no ayudaba a calmarse aunque, de todas formas, no es que pudieran hacer algo con una pared interponiendose.

En eso, ambos escucharon pasos encima de sus cabezas. Se alejaron de donde estaban y esperaron a saber quien era.

El líder del clan realizó un hueco en el techo de ambas celdas con un mazo de madera. Ambos chicos se cubrieron el rostro por la luz solar que entró de repente.

-Traje un chamán para saber que quiere decir esa cosa, pero al menor indicio de hostilidad, ¡lo matamos!

El superior ventrexiano lanzó bruscamente al pobre chamán a la celda de Gary. Este se horrorizó y comenzó a temblar al verlo. Intentó alejarse lo más que podía y suplicó ayuda por la abertura conectando la celda de Avocato.

-No temas, no te hará nada -susurró al chamán, intentando calmarle -¿Cuál hechizo piensas utilizar?

-Bueno... -dijo aún temoroso el chamán y sacó de su bolsillo un frasco con líquido dentro- Traje esta pócima la cual se utiliza para comunicarte con todas las especies. La utilizamos para unirnos con los animales e insectos, sirve hasta la medianoche -giró a ver al alienígena- pero... no se si funcione con este ser también.

-No perdemos nada intentando.

El chamán asintió e intento recomponerse. Lanzó algunas especias que tenía en sus bolsillos al aire y recitó un conjuro de un pergamino antiguo que poseía antes de beber el líquido el cual lo compartió con Avocato.

Aquella escena a Gary se le hizo extremadamente graciosa, pero se contuvo la risa para no ser irrespetuoso y aún más importante, liquidado por ello.
Finalmente el chamán terminó su ritual.

-¡Habla criatura, habla!

-¡Santa madre... el ritualito funcionó! -se impresionó el humano de que el ventrexiano pueda hablar su misma lengua- ¡A partir de hoy me declaro creyente!

¿Qué eres? | Garycato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora