EPÍLOGO

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uno:cuando la fe muere

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uno:
cuando la fe muere



Ya no quiero rezar ni jurar,
ni pedir por mí ni por los demás.

Quiero agonizar en la cama de un hospital
por mi falta de fe.
Que me quemen
en el infierno los demonios,
Lucifer.

Que no me dejen renacer
en el mismo mundo deplorable
que dejé.

Sepúltenme
en un pantano o en arenas movedizas.
Quémenme.
Incinérenme.
No dejen que resista
la tentación de destrozarme las muñecas,
de degollarme como a una gallina
la cabeza.

No quiero seguir viviendo
para rezarle a un señor que no conozco.
No quiero ser testigo
de nadie.

dos:no hay salvación

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dos:
no hay salvación

No soy fatalista, soy realista.
Tu fe me asfixia, me hace sentir miserable.

Dicen que al final del día todo sana,
y mi día parece durar una eternidad.
Me comí tu oración y la vomité en mi ataúd.

Ya no ores por mí.
No me hace falta tu amor.
Ya no hay salvación.

Ya no hay salvación

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tres:
causa perdida



Sigo despertando aunque desearía no hacerlo.

Soy el cadáver de mis actos.

Sigue cavando hasta encontrar mis huesos.

Deja que arda el fuego.

Cómete mis cenizas,

no las esparzas en ningún prado.

Tíralas por el escusado,

este cuerpo está maldito.

En mi autobiografía voy a narrar mi muerte

y diré que fue por causa perdida,

por abrirme todos los días las heridas

sin tener ningún motivo realmente.

cuatro:
se los dije


Mis zapatos se llenaron de tierra.

Les dije que me cremaran.

¿Crees en la resurrección?

Te veo en otra vida, perra.

Te veo en otra vida, perra

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Aquí yacen mis restosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora