Por y para ti

VI

Tras un momento de frustración volví al salón, allí Misho acababa de poner la mesa, sonreí mirándolo y él me devolvió la sonrisa, nos dimos un corto abrazo y empezamos a comer. Tras eso empezamos a hablar de sus entrenos, tenía el hombro un poco jodido, pero el médico le decía que podía pelear sin problema, así que él tiraba para adelante, puesto que no tenía molestía alguna. Me preocupaba un poco, pero confiaba en él y sabía que todo iba a salir bien, en realidad deseaba que él ganase su combate y yo ganase el mío para así compartir victorias.

Después de ese día vino una semana llena de trabajo, entrenos y reuniones, todo iba rodado, todo iba increíble bien. Tenía una reunión con Ibai, privada evidentemente, pero necesitábamos acabar de cerrar el tema de mi entrada por lo que me dijo que hablaría con Quevedo para ver si estaría por Madrid o si podía acercarse o algo para hablarlo con él también, pues iba a estar más que involucrado, evidentemente. Más que contenta cuando llegó el día me levanté más pronto de lo normal para prepararme, eso fue dos semanas antes del día, de la Velada del año. Tras una ducha larga me sequé el pelo, y me lo planché para dejarlo suelto, me maquillé poniéndome algo de base, polvos, bronceador para resaltar mis pómulos, colorete, iluminador y para acabar me hice un lindo eyeliner de locos. Una vez mi cara y mi pelo estuvieron perfectos me vestí, me puse un body lencero blanco, unos pantalones de pinza negros y finalmente mis nike air force blancas como siempre. Hacía un día bastante soleado por lo que cogí unas gafas de sól, el casco de moto, las llaves de mi moto y tras coger el móvil me fuí. Conduje hasta la casa de Ibai, habíamos quedado ahí para hablar, puesto que si quedamos en otro sitio podríamos levantar sospechas de algo y más si veían a Quevedo con nosotros. Tras unos quince minutos llamé al timbre, segundos después Ibai me abrió y fui hasta el ascensor. Un poco nerviosa por conocer en persona a Pedro me miré en el espejo, me arreglé un poco el pelo, ya que con el casco me había despeinado un poco, contenta con el resultado salí del ascensor cuando llegué al piso y fui hasta la puerta ya abierta. A Ibai lo conocía desde hacía unos meses y no era la primera vez que estaba en su casa, por lo que con confianza él dejó la puerta abierta para que entrara.

-Soy yo (dije entrando hasta el salón)

-Hola Ana, ¿cómo estás? (dijo sonriendo)

-Un poco nerviosa, no te lo voy a negar (dije dándole dos besos)

-¿Por el combate o porque? (dijo sonriendo)

-Más bien por conocer a Pedro (dije riendo)

-¿Enserio? ¿Y eso? (dijo riendo)

-No se lo digas, pero lo adoro, hace tiempo que lo sigo y conocerlo es muy top para mi (dije mirándolo)

-No sabía nada de eso, pero me alegro (dijo sonriendo)

-Gracias por hacer esto posible Ibai, estoy más que agradecida (dije sonriendo)

-Si no era este año iba a contar contigo para la Velada del año que viene, así que tienes lo que te mereces Ana y conocerlo lo tienes por estar donde estás, no me agradezcas nada, sólo sigue currandotelo como lo haces y llegarás muy lejos (dijo mirándome)

Sonriendo lo abracé y fuimos hasta una sala que tenía rollo estudio, allí empezamos a hablar, pero nos interrumpió el timbre, Ibai me miró sonriendo y yo reí sabiendo porque me miraba de aquella manera. Nerviosa esperé hasta que volviese Ibai con el canario que me traía loca, sólo él era capaz de hacerme olvidar del bulgaro de metro noventa y cinco. Tras un par de minutos escuché la puerta del piso cerrarse, suspiré intentando calmar los nervios que tenía y me levanté para saludar a Quevedo. Segundos después la puerta del estudio se abrió y el canario entró haciéndome sonreír ilusionada, la verdad es que después de la llamada habíamos hablado alguna que otra vez y creo que teníamos muy buen rollo.

-Por fin (susurré cuando vino a abrazarme)

-Por fin (repitió él susurrando)

-Joder que bonito (dijo Ibai riendo)

-Que tonto eres (dije riendo cuando nos separamos)

-Al lío va, que esto es interesante (dijo Pedro sentándose frente a mi)